Los fabricantes europeos demandan una normativa a la japonesa para mejorar la movilidad urbana eléctrica
El espacio en las ciudades cada vez es más limitado. La movilidad urbana es complicada, pero en Japón hace décadas que tienen ese problema solucionado gracias a los Key Car. Los fabricantes europeos quieren una legislación.
La llegada del coche eléctrico a nuestras vidas no sólo ha trastocado los planes de las marcas ni la oferta de vehículos, también ha llegado asociada a un cambio en la forma de pensar. Moverse de forma sostenible es una preocupación para cada vez más usuarios. Las normativas europeas son cada vez más exigentes al respecto. Cada vez son más comunes las ZBE (Zonas de Bajas Emisiones) que limitan la circulación en función del tipo de vehículo. Las ciudades están cambiando su estrategia de movilidad y los fabricantes europeos demandan una legislación muy popular en Japón.
En el mercado encontramos diferentes categorías o segmentos de coches, desde los prácticos urbanos a los todopoderosos SUV del segmento F. En los últimos años el tamaño de los coches ha ido creciendo paulatinamente con cada nueva generación que nos ha visitado. El cambio ha sido radical y no siempre es por mera cuestión de posicionamiento o por simple deseo de las marcas. Las normativas de seguridad vigentes en Europa exigen estructuras más robustas y zonas de deformación para minimizar la gravedad de los accidentes.
Sin embargo, en ciudad, raras veces se producen siniestros de gran calibre. Los accidentes suelen ser a baja velocidad y las repercusiones son mínimas, tanto a nivel del usuario como del vehículo. Japón tiene algunas de las ciudades más congestionadas del mundo con millones de habitantes en muy poco espacio. La movilidad siempre ha supuesto un problema y ciudades como Tokio han tomado drásticas soluciones para evitar las aglomeraciones. Cuanto más grande es el coche más impuestos se pagan. En Europa vamos por el mismo camino y algo debe cambiar, así lo exigen desde la ACEA, Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles.
Con su máximo responsable a la cabeza, Luca de Meo, también CEO de Renault, exigen una nueva normativa para poder adoptar una categoría por debajo del segmento A. Actualmente ese especio lo ocupan los microcoches. Vehículos de baja cilindrada que sólo son aptos para desplazamientos cortos en ciudad o carreteras secundarias. Lo que la ACEA propone es una legislación específica para vehículos eléctricos. Según ellos se solucionarían varios problemas a la vez, desde la movilidad en grandes ciudades a la rápida adopción de la movilidad urbana. Ya hay algunos intentos preliminares como el Microlino o, más recientemente, el Citroën ë-C3.
La idea es bien sencilla en realidad. Ofrecer coches eléctricos pequeños y baratos que sean funcionales para el día a día. Un segundo coche doméstico para labores rutinarias. Diversos estudios confirman que los conductores europeos realizan una media diaria de 48 kilómetros. Una distancia fácil de cubrir, incluso más, con una batería de pequeño calado que resulte más barata de producir. Después, las familias podrían tener otro segundo vehículo en el hogar con el que poder viajar largas distancias sin problemas de espacio. Suena a quimera, pero en Japón hace muchas décadas que el sistema funciona con mucho éxito.
Además de limpiar el aire de nuestras cada vez más congestionadas urbes, los Key Car solucionarían un problema de espacio. Las grandes ciudades están transformando su geografía para ofrecer más zonas verdes, peatonales y para ciclistas. Eso supone eliminar plazas de aparcamiento que ya de por sí son limitadas. Por el momento, nadie en el seno de la Unión Europea se ha pronunciado al respecto, pero está claro que si queremos adoptar una postura masiva del coche eléctrico son necesarios cambios en la normativa. Otro problema por solucionar sería la recarga. Sólo en España se estima que el 70% de los vehículos duermen en la calle. La infraestructura de carga urbana también debería ser un motivo de estudio.