César Alonso, el propietario del taller de León que viajó con todo su equipo hasta los municipios afectados para enviar suministro y reparar vehículos, cuenta su testimonio desde dentro al tiempo que reclama una mayor "coordinación" en esta "batalla contra el tiempo".
"Hemos ido tres días, el sábado estuvimos reparando coches hasta la una y media de la madrugada en Paiporta (Valencia), ¿si hubiéramos podido quedarnos cinco días más? Pues cinco días más sin parar... En Valencia tienen mucho trabajo por delante, de muchas semanas de curro' constante, además falta organización y, sobre todo, hay un problema gordo de desinformación: se están apilando coches para desguace en las campas que necesitan poco más que una batería nueva y cambiar los airbags para seguir funcionando con normalidad". El que habla es César Alonso, propietario de Talleres y Neumáticos Cecar, en Trobajo del Camino (León). Junto a otros ocho mecánicos ha pasado el fin de semana en Valencia, 1.400 kilómetros -ida y vuelta- de solidario peregrinaje, ayudando a valorar y reparar el tétrico amasijo de vehículos que envuelve el caleidoscopio de esas calles teñidas de lodo y hastío que son los municipios del Levante español afectados por la DANA hace apenas diez días.
"Habremos arrancado unos 80 vehículos y por lo menos otros 100 valoramos que no se podían reparar, hay tanto volumen de trabajo que intentamos priorizar, aquellos coches que veíamos que el agua les había llegado a la altura de la llave, no perdíamos el tiempo, directamente los descartábamos, porque seguro que habrá afectado a la caja de fusibles y a toda la parte electrónica, ahí poca solución hay", explica Alonso, que decidió cerrar el viernes su taller y el jueves por la tarde, junto al resto de mecánicos del mismo, y alguno que se quiso unir de la zona, puso rumbo a la zona cero, cargado hasta arriba de material y equipamiento, para aportar su granito de arena en lo que mejor saben: arreglar vehículos.
"Fuimos nueve mecánicos en total, allí nos unimos a otros mecánicos que fueron desde Lleida e hicimos grupos de cuatro para poder abarcar más terreno y municipios, nuestro 'convoy' desde León era de tres furgonetas y un todoterreno, íbamos tan cargados de cosas para llevar la mayor ayuda posible que reventamos dos ruedas del remolque a la altura de Cuenca y tuvimos que dejar algunas cosas, también nos han sobrado algunas baterías de desguace y aceite que nos donaron y que, por supuesto, devolveremos", explica sobre la forma en que se autoorganizaron durante el viaje.
"En total habremos empleado unas 30 baterías, todas las que nos llevamos -sin contar las de desguace-, en muchos vehículos es lo único necesario, poner un alternador nuevo, cambiar las unidades de airbag, revisar los niveles de aceite, desbloquear frenos trabados, poco más... Nos encontramos varios coches con ese diagnóstico, los frenos bloqueados, porque tenían sulfatados los conectores"; detalla enumerando los casos de coches para los que, a priori, habrá una segunda oportunidad, sin embargo, para todos ellos, aconseja "una segunda revisión en el taller".
"Aunque se los poníamos en marcha, a todos les recomendábamos lo mismo, que fueran aún así al taller para una revisión más conciencia, también para levantar el automóvil, ver cómo está por debajo, limpiar de barro los bajos...", insiste el mécanico leonés que tiene claro que si hubiera podido haber más mecánicos y más pronto "se habrían salvado decenas de vehículos más".
Y es que, en su opinión, Valencia vive en una perenne "batalla contrarreloj". "Es una lucha contra el tiempo en todos los sentidos: para encontrar a los desaparecidos, para recuperar las comunicaciones, para gozar de unos mínimos en la calidad de vida (alimentos, agua, luz, higiene...), para volver los trabajos, a sus rutinas diarias y también para recuperar sus medios de transporte que, al final, son claves en ese día a día", enumera como si ese eterno paraíso de la memoria le recordara lo visto el pasado fin de semana en Valencia.
Para recuperar esos medios de transporte, esos vehículos, conviene "actuar cuanto antes". "Nos metimos en un garaje cerrado y sacamos 15 coches funcionando, no tenían nada severo, pero claro, cada día que pase es peor, porque la humedad con el calor que hace se condensa y lo corroe todo, hay coches que sólo tienen una cuarta de agua, no les ha llegado por encima de media rueda, como en cualquier tormenta corriente y moliente, pero abrimos la puerta y el techo está chorreando agua", describe.
Llegados a este punto del relato, César Alonso incide de nuevo, a modo de anhelo final, en que mejore la falta de información que tienen tanto los voluntarios como, sobre todo, la gente de allí, los afectados. "La UME y las grúas llegan y dicen que ese día les toca vaciar esa calle y, como la prioridad es limpiarlo todo lo antes posible, coche que ven allí, coche que se llevan a la campa de vehículos para siniestrar, aunque esté sin comprobar su estado, porque muchos coches han acabado ahí y nadie aún los ha reclamado, ya que era de alguno de los fallecidos, ya que el propietario todavía no lo ha localizado, ya que no ha tenido acceso desde su domicilio hasta ese lugar... Esa desinformación y descoordinación es frustrante", concluye visiblemente descorazonado.
Fuente: https://www.infotall..._86pLLuB1AI6-ww