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El ingeniero que decidió ser pintor


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7 respuestas en este tema

#1 kiwi

kiwi

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Escrito 12 March 2006 - 23:45:38

sacado de :
http://www.rdick.com/texto.htm

El ingeniero que decidió ser pintor

(Este texto fue escrito, en un principio, para los estudiantes de la ETSI de Caminos, Canales y Puertos de Madrid)

Hace un momento, mientras comía y oía caer la lluvia desde el ático donde ahora vivo, he sentido que debía escribir esto. No sé muy bien como empezar pero sí se lo que quiero deciros.


Quiero deciros que todo es posible. Que si tenéis sueños no renunciéis a ellos. Perseguidlos. Porque no hay mayor verdad que aquello de que el que busca encuentra. La experiencia me lo ha dicho


Igual que vosotros, yo estuve allí, o aquí, según se mire. Estudié y acabé la larga carrera de ingeniero de caminos. Sufrí como vosotros entre esas paredes, en ese edificio gris y hostil que te aprisiona el alma, que te roba el aire, el tiempo, la vida. Pené por las aulas y pasillos de la ETSI de Caminos, Cc. y Pp. de Madrid y por eso sé lo que se siente. He sentido como vosotros esa angustia, ese agobio, esa sensación de tener algo que te oprime y no te deja respirar, ese peso colgado del cuello que hace que pocas veces ya levantes la cabeza al cielo para mirar las nubes. Dime, como está el cielo hoy. ¿Te fijaste a la que venías?


Cuantas veces la carrera me privó del aire libre. Cuantos días de cielo azul me robaste, de cuantos ratos con los amigos, con mi Colectivo Caléxico, no pude disfrutar, cuantos momentos que nunca llegaron porque tú, dichosa carrera, te alimentabas de mi tiempo. Cuantos viajes no pude hacer. Cuantos graffitis no pinté. Cuantas experiencias, cuanta sangre, cuanta vida me quitaste… Cuantas vueltas le di a todo eso.


Acabé la carrera. La acabé primero porque la había empezado, y segundo para tener un colchón. Por si acaso un día me hacía falta un colchón donde caerme cuando me venciera el cansancio por buscarme la vida de cualquier modo y manera, pero sin hacerme esclavo de nada. Decidí no ser ingeniero. No al menos hasta rastrear todos los huecos del sistema donde uno puede refugiarse sin formar parte de él… Hay personas que no encajan en ningún molde de los que esta sociedad nos tiene preparados.


No podía ser ingeniero. Los años de carrera, el título, el entorno, la inercia de los compañeros y conocidos que empiezan a trabajar, todo me empujaba a ejercer dicha profesión. Sólo mi corazón se negaba. Era un rumor, el de mi corazón, apenas audible entre el bullicio y el rechinar del sistema, quién me decía que mi camino iba por otra parte. Decidí escuchar mi corazón. Aprendí a seguirle.


Al acabar la carrera me fui con Ana, mi novia, a la India. Me fui porque sentía que debía hacerlo. Nunca tuve apenas dinero, pero gracias a los dos premios Hilti que gané, ¿lo quiso así el destino?, tenía dinero suficiente para comprarme un coche o para dar la vuelta al mundo. Decidí marchar a la India porque mi corazón me lo pedía. Estuvimos juntos allí un mes. Luego Ana tuvo que volver y yo me quedé por allí, vagando, yendo donde sentía que tenía que ir sin nada más que una mochila.


Que dulce sensación saberte libre. ¿Donde voy hoy?. Me chupo el dedo lo levanto y me dejo llevar por el viento, por el destino. Que maravillosos segundos esos primeros del día cuando despiertas y tu mente se sacude la neblina. Cuando viajas mucho, al despertarte, no sabes donde estás, ni en que ciudad, ni en que país, ni si estás en casa o en un hotelucho. Luego la mente y la memoria se desperezan y te sitúan. Si te pica el ‘travel bug’, así lo llaman, no vuelves a ser el mismo. Recuerdo mis despertares durante el viaje por India. Recuerdo despertar con el ruido de los monos corriendo y peleando en los tejados en Shimla, recuerdo despertar con los cuervos que poblaban la costa de Goa, con las campanas del cercano templo hindú de Varanasi, con las voces amplificadas de mezquita colindante con mi hotel de Kochi, con el ruido de los autorickshaws y el tumulto, con el eterno y machacante ‘Chai, chai, chai’ de los vendedores de té en los trenes, con los rebuznos de los burros en Nako (pueblo perdido del Himalaya) o con el dulcísimo sonido de las trompetas tibetanas a las cinco de la mañana en Daramsala. Saboreé la libertad. Y decidí que nunca en la vida me impondría estúpidas cadenas que la restrinjan y limiten.


Hemos sido educados, condicionados, para pasar a formar parte de este sistema. Para engrosar sus filas de trabajadores que lo mantienen a flote. La inercia de la corriente te empuja a hacer una vida “normal”. Hemos sido educados, formados, pero también engañados. Nos han hecho creer que nuestro objetivo es la prosperidad. Y así nos pasamos la vida sin mirar al cielo, estudiando primero, trabajando después, para prosperar. Un coche, un piso, el cole de los niños, ropa nueva, tele nueva… y siempre nos ponen delante algo nuevo que no hemos adquirido aún, para mantenernos currando, trabajando para mantener a flote un sistema que está podrido. Podrido porque busca la prosperidad económica y no la felicidad de los seres humanos que lo integran.
Hemos sido educados para desear. Otro engaño. Cuantos más deseos tengas más infeliz serás. Bien porque los deseos queden insatisfechos o bien porque cuando quedan satisfechos no es la felicidad lo que surge sino cinco deseos más que te piden ser satisfechos. Que liberador es descubrir este engaño y empezar a eliminar deseos. ¿Éste? Superfluo, fuera. ¿Este otro? También innecesario, fuera.


Y que llegue un día y poder decir: No quiero nada que no quepa en una mochila” y poder decirlo con el corazón y que sea verdad tanto metafórica como literalmente. Me siento tan identificado con esa frase que podría ser mi epitafio: “no deseo nada que no quepa en una mochila”, que buena. Pero ni quiero lápida, ni tumba donde ser enterrado. Si por mí fuera al morir quisiera ser enterrado al estilo tibetano, entregando mi cuerpo a los buitres, para que así mi ya cáscara inservible pase más rápido a la naturaleza. Pero tal vez esto podría producir un shock a mis familiares, y sólo quiero su bien.


Y he ahí de nuevo otro engaño. Nos han enseñado a vivir sin pensar en la muerte. Siendo ésta algo natural que acaece a todo el mundo, ya que el que un día vive, otro día ha de morir. Pero nos han condicionado para no pensar en ella. Para mantenerla alejada de nuestras preocupaciones cotidianas. Y sin embargo es algo que da sentido a muchas cosas y que se lo arrebata a muchas más. Por ejemplo: que sentido tiene acaparar bienes materiales si un día morirás y no te los podrás llevar al otro lado, si es que lo hay. Pero no hacemos caso. Seguimos acaparando bienes materiales y anteponiendo esta búsqueda material a la búsqueda de la felicidad. Y un día la muerte nos sorprende, Zás. Y toda una vida echada al retrete. Una vida de mierda que te pasaste currando como un condenado sin mirar el cielo, aplazando tu felicidad para más adelante, y de repente Zás, adiós, la muerte te pega con la guadaña sin que te dé tiempo a quejarte porque llevas años currando sin levantar cabeza ni a decir que todavía no has podido disfrutar de la vida y que necesitas unos años más. Nada. La muerte golpea y no tienes opción de réplica.


Más sabio es aprender a pensar en la muerte. Todos los días. Tenerla como algo cotidiano que un día llegará, te cogerá la mano y no dejará que te escapes. Aprende a tenerla entre tus pensamientos cotidianos. Y sin que te des cuenta estarás disfrutando del hoy. De cada momento. Sin aplazar la felicidad para más adelante. Porque si empiezas a aplazarla nunca llega.


Muchas son las cosas que no te enseñan en la escuela. Que están ahí fuera, esperando a que levantes la cabeza del suelo.


Volví de mi viaje por India y Sri Lanka a los 4 meses. Y volví tan pronto por mi amor hacia Ana y hacia mi Familia. Esos son los únicos lazos que admito que me aten, los sentimentales. De no ser por ellos tal vez todavía andaría por allí, rodando por el mundo con una mochila o descalzo como un shadu con una túnica y un bol por equipaje. Admiro a los shadus, monjes mendicantes y ermitaños. Los ejecutivos adinerados me dan lástima. Vosotros contáis sus riquezas y no entendéis mis palabras. Pero contad sus cadenas y el peso que les aflige.


Un día sentí que debía ir a la India, y aprendí mucho sobre la vida. Estando allí un día sentí que debía ir a Daramsala, y el día de mi 25 cumpleaños di la mano a la persona que más admiro en el mundo, que es, aún sin ser yo budista, el Dalai Lama. Sentí que debía ser pintor y hoy sobrevivo con la pintura, pagando mi ático de alquiler con vistas a Segovia, cubriendo la comida y los gastos de la vida. Feliz como pocos. Y no me ofrezcáis un sueldo que no lo quiero. Ni un coche, ni una casa porque si mañana decido irme no me caben en la mochila. Hoy mientras comía y oía llover he sentido que debía escribir esto. He dejado los cacharros sin fregar, a los pájaros sin las migas de mi mantel y un cuadro sin terminar y me he puesto a escribirlo sólo porque sentía que debía hacerlo. Ahora mi vida es así. Se rige por los dictados de mi corazón y la dirección del viento, del destino, que siento en mi dedo húmedo cuando lo levanto.


El otro día leí un artículo en el correOcaminos, un poema que alguien me dedicó. Se me pusieron los pelos de punta. Pero no creo ser merecedor de halagos. Quiero dejar claro que no soy ningún héroe, ni superhombre ni alguien especial. Nada de eso. Soy alguien normal. Uno más. El 18761. Sólo he renunciado a ser ingeniero.


Lo que la vida me depara no lo sé, ni lo quiero saber porque le quitaría la gracia. Tal vez la muerte me sorprenda esta noche y me dé su abrazo -Hola Rubén, hoy te toca a ti-, - Hola Muerte, vámonos-. O tal vez mi función en la vida sea la de sensibilizar a una sociedad mecanizada llena de autómatas que no se paran a mirar el cielo ni a disfrutar de la vida. Nunca se sabe y eso es lo mejor de todo.


Un poema me movió a escribir esto. Gracias Ln!s. Ahora tal vez esto mueva a alguien para que emprenda su camino hacia la felicidad. Así sea.
Un abrazo. Se despide, hoy con todos los nombres, el que solamente es uno más

el 18761, Bhó, R_Dick, o a veces también Rubén Martín de Lucas.

#2 civico07

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    Asimo Avanced

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Escrito 13 March 2006 - 01:48:58

Impresionante relato :huh: y que razón lleva.

#3 Sportmax

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    Cupercio

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Escrito 13 March 2006 - 03:11:13

Psé, son distintas maneras de ver las cosas, este tio es un bohemio, que le gusta eso de irse a la india, y ver paisajes y que su manera de ver la vida, le hacer ver ésta como un "sistema". Es sólo un punto de vista.

Por ejemplo, el mio, a mi lo que me gusta son los coches y las motos. Igual que a este tio le reconforta despertar y no saber donde coño está, pues a mi me reconforta montarme en mi moto y recorrerme las carreteras de la sierra, lo que pasa, es que como a mi me gusta eso, pues me hace falta gasolina, que vale dinero, el mismo que si no trabajo, no tengo, y en definitiva, para hacer lo que a mi me gusta me hace falta trabajar, e integrarme en ese "sistema" del que este tio habla. A mi no me reconfortaria eso de irme a la india, si entender ni papa de lo que dice la gente alli, y estar todo el día de aqui para allá a pata, a mi no, y no veo la razón por la que, si para conseguir hacer lo que a mi me gusta, necesito trabajar, se me encasille en un "sistema".

Son simplemente cuestiones de puntos de vista, y he aqui el mio.

#4 jayai18303

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    ---> AQUÍ DESDE el 24/03/2004<------

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Escrito 13 March 2006 - 09:51:53

Psé, son distintas maneras de ver las cosas, este tio es un bohemio, que le gusta eso de irse a la india, y ver paisajes y que su manera de ver la vida, le hacer ver ésta como un "sistema". Es sólo un punto de vista.

Por ejemplo, el mio, a mi lo que me gusta son los coches y las motos. Igual que a este tio le reconforta despertar y no saber donde coño está, pues a mi me reconforta montarme en mi moto y recorrerme las carreteras de la sierra, lo que pasa, es que como a mi me gusta eso, pues me hace falta gasolina, que vale dinero, el mismo que si no trabajo, no tengo, y en definitiva, para hacer lo que a mi me gusta me hace falta trabajar, e integrarme en ese "sistema" del que este tio habla. A mi no me reconfortaria eso de irme a la india, si entender ni papa de lo que dice la gente alli, y estar todo el día de aqui para allá a pata, a mi no, y no veo la razón por la que, si para conseguir hacer lo que a mi me gusta, necesito trabajar, se me encasille en un "sistema".

Son simplemente cuestiones de puntos de vista, y he aqui el mio.

ejej
CUANTA razón TIENES
pero la frase tuya de:
"irme a la India, sin entender ni papa..."
ME HA GUSTADO

#5 dxxl

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Escrito 13 March 2006 - 13:37:10

A mi dame un "TACO", que sin el no vas a ninguna parte... ni a la India como dice el pollo este, nisiquiera te puedes comprar la mochila.... asi que se contradice el mismo....

Por cierto: "Taco" = Fajo de billetes = libertad de hacer lo que te apetezca.

#6 jayai18303

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Escrito 13 March 2006 - 13:51:25

A mi dame un "TACO", que sin el no vas a ninguna parte... ni a la India como dice el pollo este, nisiquiera te puedes comprar la mochila.... asi que se contradice el mismo....

Por cierto: "Taco" = Fajo de billetes = libertad de hacer lo que te apetezca.

o también
TACO= igual a frase de los monracos :D :D :D

#7 Kinkozes

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Escrito 13 March 2006 - 15:32:59

Y si todos fuesemos pintores como el...quien construiria el atico en el que vive, con el techo que le cobija, proporcionaria la comida que come, la ropa que viste, el papel en el que pinta, la pintura y pinceles, el ordenador que usa para poner esto en la internet, el correcaminos que lee, la mochila que se lleva de viaje, el transporte de aqui a la india...si todos fuesemos pintores

#8 sparrow

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Escrito 14 March 2006 - 09:28:36

Quizá de este bonito relato, hay que extraer la esencia...

Es decir, que no nos veamos tan metidos en el sistema como para no ser felices, acumulando bienes sin pensar en que se puede disfrutar del día a día.

Desde luego que para que la sociedad se mantenga se necesitan personas que esten "metidas en el sistema", ya que si no, ni mochila, ni avión a India, ni óleo para pintar sus cuadros. Ni chicha para pagarse su atico con vistas a la montaña.

Es una bonita reflexión, sobre todo porque el tipo está haciendo lo que quiere, y no seguir con una profesión que no le gustaba.

Lo que me pregunto es si alguna vez sufre un accidente o alguna enfermedad, quien se hará cargo de él. ¿Se volverá a la India a que le traten allí?

Llevará a sus hijos al colegio, o les educará con sus sandalias puestas.

Lo quiera este pseudo-progre con aires de ermitaño burgués (que ya tiene tela) o no lo quiera, la sociedad es necesaria, incluso para mantener a vagos como él.

vaya ladrillo para ser martes...

B)




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