Año nuevo, vida nueva. ¡Puaff! ¡Y una boñiga de vieja!
Me pego curradas de diez y once horas; maratonianas sesiones de natación, `jogging´ (correr es de cobardes) y "kinboshin"; como verdura una vez por semana; y, de vez en cuando, paso el aspirador a mi casa. Vamos que, día a día, me construyo una vida. Y cuando creo que ya la tengo asentada, cimentada, estructurada, levantada, encalada y lista para ser disfrutada, ¡hala! a cambiar otra vez.
Todo el dinero acumulado, en unos días desaparece como por arte de magia. La esbeltez de mi cuerpo, joven y virginal, se torna en michelines, lorzas, tetas y flaccideces varias, con la rapidez de un coito adolescente. Todos mis amigos y conocidos se atrincheran en sus casas acosados por una especie de virus llamado "Eneruus cuestuus", con lo cual mi vida social vuelve a reducirse a cuatro gritos y un par de cortes de manga, anular inhiesto, a otros tantos conductores de aún peor baba.
En el trabajo nos saludamos y respetamos como si acabáramos de conocernos, ¡con lo que nos ha costado aceptar tú, gilipollas como apelativo cariñoso! ¡Hay que joderse! Hasta mi novia ha vuelto a olvidar que lo es, y vuelve a ser la cajera del súper que está-muy-buena-pero-no-me-atrevo-a-decirle-ni-ostias-,-J@$~#R-que-cacas-que-soy.
En fin, que así, por que sí, porque alguien lo vale, vuelta a empezar.
Vuelta a trabajar todo el día, a nadar y a correr (digo, hacer jogging); vuelta a las verduritas sosas y mustias; al aspirador. Vuelta a las malas caras en el trabajo y a currarme a los colegas. Y vuelta al súper a mirar desde la distancia a la cajerita de sonrisa tontina. (Mira que está buena la jodida).
¡Qué hartura, por Dios!
Yo quiero volver a 2006. ¿O era 2005? Buff, a ver si va a ser 2001...
¿Año nuevo, vida nueva? Pues eso.
