Las carreteras se llenan de ancianos que no renuncian a su coche: "La abuela no oye"
La DGT intenta controlar el aumento de conductores longevos para que ellos mismos decidan alejarse del volante si no cumplen las condiciones mínimas. Muchos no están dispuestos a renunciar
A sus 88 años, María* evita utilizar el transporte público y conduce su coche de más de dos décadas por las calles de un municipio cercano a Madrid. No deja que sus familiares siquiera la guíen con el andador hasta el vehículo; ellos solo pueden acompañarla con el pensamiento durante sus recorridos diarios. Temen que su creciente pérdida auditiva le pase factura en la calle y han intentado de todo para que deje el volante, pero ella se resiste a perder su independencia.
Juan Martínez, el nieto mayor de María, cree que ahora sí podrán convencerla de que solo conduzca el andador. Él y su padre preferirían turnarse para llevarla al supermercado o al parque, donde se reúne con sus amigas. La nueva guía ordena los parámetros a monitorizar en un adulto mayor y propone acciones que van desde “iniciar el debate familiar” hasta “llevarlos a un Centro de Reconocimiento de Conductores”.
A pesar de que María nunca ha tenido un accidente o percance en la vía, Martínez y su familia prefieren que se aleje del volante: “Es la típica señora mayor que ha ido oyendo cada vez peor y llegó un punto en el que se compró unos audífonos, sin los que no oye prácticamente nada. Para conversar con ella hay que hablarle alto”.
Vivir y conducir, ¿cuándo son incompatibles?
El objetivo de la DGT radica en contrarrestar la inexistencia de una barrera etaria para tomar el volante. La iniciativa lanzada también deviene en una especie de respuesta al creciente aumento de conductores longevos, un índice que crece mucho más aceleradamente que el envejecimiento poblacional. En 2023 (último dato disponible) había 1.200.000 conductores de 74 años o más con carnet de conducir B (para coches tipo turismo), pero diez años antes eran poco más de 341.000. Si en 2013 solo representaban el 1,9% del total de conductores, en 2023 ya eran el 4,8%. Que las cifras de adultos mayores al volante se hayan casi cuadruplicado en solo una década, deviene en advertencia de lo complejo que puede llegar a ser el panorama futuro en este sector.
Uno de los retos de “aparcar” a los adultos mayores que no cumplen con los estándares establecidos, radica en que muchos, como María, pueden permitirse el mantenimiento y los gastos de combustible que implica tener un coche hoy en día. Ella percibe una pensión que prácticamente solo emplea en trasladarse, hacer compras y quedar con sus amistades. De ahí que uno de sus principales argumentos para seguir conduciendo es que no quiere depender de nadie para “hacer sus cosas”.
Pedro*, otro octogenario conductor madrileño, le da los mismos argumentos a sus familiares cuando ellos le plantean que no puede seguir realizando viajes entre Madrid y Cádiz: “Yo hago trayectos largos y no me siento agotado. Hace dos meses estuvimos en Sevilla. De Madrid a Cádiz suelo hacer dos o tres paradas y tardo siete horas en llegar. Utilizo el coche casi todos los días. Los lunes, miércoles y viernes llevo a mi señora al centro de mayores porque ella hace manualidades. Me doy una vueltecita y luego la recojo para juntarnos con varios amigos y desayunar. También nos vamos a Tres Cantos, Pinto o Rivas, donde viven nuestras tres hijas”.
Mario Arnaldo, el presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), subraya lo poco recomendable que resulta que una persona con la edad de Pedro haga viajes tan largos, porque el cansancio y la capacidad de concentración pueden jugar una mala pasada. Para evitar desplazamientos muy grandes, recomienda que se regule el rango de acción de los conductores tan mayores. “Lo que pasa es que los médicos de cada uno tendrían que decidir eso”, explica. “Es decir, podría limitarse el carnet de conducir de estas personas para que lo usen en un radio de acción de 50 o 100 kilómetros alrededor de sus domicilios”.
Pedro fue operado de cataratas en ambos ojos. Según la clasificación que ofrece la DGT para personas mayores al volante, Pedro sería, por los viajes extensos que hace, “un conductor que no es consciente de su déficit funcional y no evita las situaciones de riesgo”.
La guía reconoce que el médico de familia “puede ser un aliado estratégico en la supervisión y orientación de la capacidad de las personas mayores para conducir vehículos”. Sin embargo, no establece su consulta como obligatoria, hecho que podría explicar cómo María mantuvo su permiso a pesar de tener pérdida auditiva. Por eso la sorpresa de su familia no parte de que ella quiera seguir conduciendo, sino de que lo tenga permitido.
“Este año tenía que renovarse el carnet y todos ya pensábamos que no se lo iban a dar”, recuerda Martínez. “Ya con casi 89 años que va a cumplir y sin oír bien, lo veíamos difícil. Si te ven aparecer en el psicotécnico con un andador… Recuerdo que mi padre, quien la acompañó ese día, me dijo sorprendido: ‘Se lo han renovado dos años más y está tan contenta’".
¿Donarías tu coche para que alguien te transporte?
Para garantizar la seguridad de los conductores mayores, una de las recomendaciones que hace la DGT es que tengan coches modernos con la mayor cantidad de prestaciones y sensores posibles, algo que no todos se pueden permitir. “Una de las cosas que le empezó a disgustar a mi abuela es que su coche es antiguo y no puede entrar en Madrid”, recuerda Martínez. “Ella no se iba a comprar uno nuevo para entrar a la ciudad y gracias a eso empezó a utilizar menos el suyo”.
Arnaldo es abogado de profesión y lleva más de 30 años al frente de la AEA. Fundó esta asociación, que hoy reúne a más de 50.000 conductores (principalmente españoles), porque uno de sus primeros casos como letrado consistió en defender a un señor de 78 años que había perdido su carnet. Después de un dilatado proceso judicial, Arnaldo logró que su cliente retomara el volante. A los tres días de ganar el proceso, lo llamaron directamente de la DGT para informarle que su cliente había fallecido después de estrellarse.
Por eso Arnaldo cree que la solución para esta problemática no está en manos de la DGT, sino en la valoración clínica que se haga desde el sistema sanitario de cada conductor: “El médico de cabecera de cada anciano es quien está más preocupado por su paciente y lo conoce mejor. Solo él puede determinar si una restricción, enfermedad o deterioro puede inhabilitar a un señor para conducir. El impedimento puede partir incluso del tipo de medicamento que le está prescribiendo a su paciente”.
En el caso de las personas con problemas visuales, Arnaldo propone que se les regule más el escenario de conducción, sobre todo para restringir al horario diurno su tiempo frente al volante.
Pedro insiste en que no le cuesta conducir a sus 85 años, porque se siente “de 25”. Habla con orgullo de tener todos los carnets posibles, hasta para conducir transportes peligrosos como ambulancias, camiones o autocares. “El último psicotécnico me lo hice en 2023 y me renovaron el carnet por cinco años hasta 2028”, detalla. “Hice el examen psicotécnico muy bien y por eso me lo dieron por tanto tiempo. Me revisaron la vista, los oídos, el corazón… y estaba perfecto”.
Después de trabajar varias décadas como chófer profesional, Pedro quiere que aparcar definitivamente el coche dependa de su propia valoración: “Yo soy bastante consciente y si algún día me sintiera con pocos reflejos, automáticamente sería el primero en decir: ‘Hasta aquí llegamos’. Pero quieren quitar de en medio a los mayores que conducen. No veo correcto que a una persona como yo, en perfecto estado, le quiten el carnet. Si lo hacen me hundiría. La DGT tiene que darse cuenta de que los mayores aún aportamos algo. Incluso me siento con ánimo para dar clases de conducir a los jóvenes”.
El monitoreo de ancianos como Pedro depende, según la DGT, de “amigos o familiares, el farmacéutico de confianza, el médico de familia o de atención primaria, el Centro de Reconocimiento de Conductores o las jefaturas provinciales de tráfico”. Quizás por encabezar la citada relación de “veladores” con los familiares, la DGT les dedicó la mayor parte de la guía.
Sin embargo, Arnaldo cree que el máximo responsable de esta situación es el Estado, que a su juicio no está jugando el papel indicado, sobre todo en zonas rurales donde la población es más envejecida y dependiente del coche debido a la escasa infraestructura de transporte.
“Creo que nosotros en España estamos haciendo las cosas al revés, porque primero hay que resolver el problema de la movilidad”, explica Arnaldo. “Es decir, tú no le puedes estar diciendo a la gente deja de conducir si no le ofreces alternativas. Nosotros hemos visto en EEUU experiencias interesantes para, a través de ONG, garantizar la movilidad de las personas, por ejemplo. Allí hay sitios en los que si quieres dejar de conducir donas el coche para recibir a cambio determinados servicios”.
Arnaldo aclara que la edad promedio de los fallecidos por accidentes de tráfico cada vez será mayor debido al creciente número de conductores ancianos, pero esa realidad no se traduce en que ellos sean más proclives a verse involucrados en siniestros mortales.
Fuente: https://www.elconfid...coches_4113252/
Editado por Aciana, 22 abril 2025 - 10:50:33.