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Cada día se roban 36 coches: suben las gamas medias y el nivel de las bandas
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52 descargasLos grupos criminales que se dedican a traficar con coches por medio mundo son cada vez más sofisticados. Utilizan tecnología puntera capaz de «hackear» el sistema informático de los vehículos más lujosos y darles salida a través de empresas pantalla o receptadores internacionales. Trabajan como lo que son, una cadena del delito perfectamente estructurada y jerárquica, en la que pueden participar, entre todos sus escalafones, hasta una veintena de personas. Esta perfecta organización les puede suponer hasta 400.000 euros mensuales, indican los investigadores sobre Tráfico Ilícito de Vehículos (TIV), de la Udyco Central.
Durante todo 2012, en la Comunidad de Madrid se robaron 13.268 vehículos a motor, según los datos oficiales del Ministerio del Interior; es decir, 36 al día, una tendencia que apenas se ha movido un 0,7% en el primer trimestre del año en curso. «La diferencia en los últimos tiempos es que se está sustrayendo gran cantidad de coches de tipo medio, para llevarlos enteros o despiezados a Europa del Este, como Polonia, Ucrania y Rusia, donde hay una gran oferta», explica un mando policial. Las marcas en auge son Seat (Ibiza y León, sobre todo) y Volkswagen (modelo Golf). Los coches caros también tienen su mercado en otras zonas del Este, como Bulgaria.
Son de estos últimos de los que realmente se hace negocio. «Un vehículo todoterreno nuevo, de unos 70.000 euros y un año de antigüedad, una vez robado y maquillado, puede costar unos 15.000 euros en el mercado negro. En un mes trabajan unos quince o veinte coches, por lo que estas bandas pueden sacar unos 400.000 euros», detalla el informante del TIV.
Los ladrones buscan unidades de alta gama allí donde saben que los encontrarán, en aquellos barrios y urbanizaciones más acomodados, aunque eso no quita que roben en otros puntos de la geografía madrileña menos favorecidos, advierte la Policía.
Interfaz: 6.000 euros en la web
Lo primero que hacen tras detectar el coche en cuestión, es cambiar el bombín de la cerradura o realizar una copia del espadín de la llave mediante un calibrador especial, que les detallas las muescas y sus dimensiones. Una vez dentro del vehículo, atacan directamente a la centralita. Para ello, han adquirido por internet, en el mercado negro, el interfaz de la marca en cuestión o incluso algunos que permiten «trabajar» con varias. El precio medio de esta herramienta tecnológica es de unos 6.000 euros, pero varía en función de su sofisticación.
El «software» va inserto en un teléfono móvil, que los ladrones conectan al ordenador del vehículo. Mediante este complejo sistema, extraen las claves del automóvil, que son decodificadas por el interfaz. Los datos son volcados a un transponedor y éste lo colocan en una nueva llave. Y listo. Sólo hay que apretar una vez el mando del vehículo y tras el pitido característico, las puertas se abrirán y el motor podrá ser encendido. Ya sólo quedará inhabilitar el GPS que llevan los modelos más caros incluidos y no habrá quien lo rastree. Robo culminado.
¿Qué pasa entonces? El cabecilla, que es por así decirlo el «socio capitalista» del grupo, mueve sus contactos para almacenar, «maquillar» y exportar los coches. Para la primera parte del proceso cuentan con al menos dos personas. Una encargada de la modificación física del vehículo, especialmente el número de bastidor y las matrículas; y otra que se encarga de fabricarle una nueva documentación, utilizando los datos de vehículos de la misma marca, material, etcétera, que en ocasiones consiguen mediante el robo de la correspondencia de sus verdaderos titulares. Para todo ello, el coche debe estar escondido en naves, fincas o chalés, que cambian habitualmente, para no dejar rastro.
Menos robos «a la carta»
A partir de ahí llega el momento de sacarlos de España. El propio grupo es el que los comercializa, para lo que se utilizan varios métodos: una empresa propia que funciona como pantalla; una empresa ajena a la que le venden la mercancía; un particular, o una cartera de receptadores, normalmente rumanos o armenios, que previamente los pueden haber solicitado «a la carta». Eso sí, «se roba más a oferta que por petición; es mejor para ellos [los delincuentes organizados] trabajar de esa manera», explica el mando del TIV.
Estos traficantes cuentan al menos con cuatro rutas principales para trasladar la mercancía a sus países de destino. En el caso de los países de Europa del Este, existe una primera, con los coches metidos en contenedores y vía marítima, hasta la frontera francesa con Alemania. La segunda es la terrestre, aprovechando el territorio Schengen y metidos en camiones, completos o por piezas.
Una tercera ruta es la africana, una vez clonados y maquillados los vehículos, en contenedores, completos o por piezas, con destino a los principales países del Magreb. La cuarta es la de los coches de superlujo, que van en barco hasta países del Golfo, Dubái, Qatar y demás destinos del Oriente Próximo y Lejano, donde el petrodólar es el que manda y abunda entre las elites. En ese tipo de países, la recuperación de estos vehículos es más que complicada.
En cuanto a los beneficios de estas tramas, los suelen invertir en restaurantes, clubes nocturnos y juergas.
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, es coña, ahora me alegro de llevar un trasto viejo. (con inmobilizador por mi claro..)
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