La carrocería es sin duda lo primero que se vé cuando los vamos a comparar. El modelo europeo es compacto, con un diseño más atrevido y menos convencional, mientras que la carrocería japonesa es un sedán con un acabado un poco más “tosco”, siguiendo los tópicos de los diseños para ambos mercados y que se extienden hasta el interior.
En el apartado mecánico, el mismo propulsor 2.0 l DOHC i-VTEC desarrolla 201 Cv en la versión europea y 225 Cv en la japonesa, incluyendo en esta última un diferencial autoblocante. Además de más potencia, el modelo nipón cuenta con un chasis más orientado al circuito que a la carretera.
Como última comparación, un pequeño vídeo en el que los chicos de Fifth Gear hacen una prueba de los dos modelos. ¿Adivinas cuál de ellos gana?
