Para la ida, alarmados por los sensacionalistas informes metereológicos (frío extremo, nieves masivas y blah blah blah) de los medios, decidimos bajar desde Oviedo hasta Salamanca para entrar a Portugal desde Ciudad Rodrigo. Pasada Tordesillas paramos a tomar algo en un restaurante de carretera. Fue interesante ver a la guardia civil pidiendo papeles a alguien (probablemente por no llevar puesto el cinturón o algo así) en el propio aparcamiento del restaurante. Si a mi me paran en esa situación, ni protesto, ya que no estoy en vía urbana ninguna, sino en “vía privada”. Vamos, que es sanción recurrible de las de libro, pero refleja el ansia que desde el ministerio del interior transmiten hacia los agentes.
Desde la frontera con Portugal hasta Aveiro Ms. Ludwig toma los mandos del Airbus. Me siento tan relajado en Portugal (en tres días ni un solo policía en carretera o ciudad) que al poco tiempo me quedo dormido durante un cuarto de hora mientras Mariza (http://www.mariza.com/) va cantando fados en el CD Premium del Airbus.
En Aveiro puedo recomendar dos hoteles: El Hotel Moliceiro y el Meliá Ría. En este último hemos estado ya cinco veces y tratan a cuerpo de rey a un precio de 75 Euros la doble mas el desayuno. Spa a 9 Euros/día-barra libre. Para los que le gusten los relojes, en el exterior del hotel hay una relojería donde el dueño (o encargado) es un chaval joven al que le encantan los deportivos. Antes tenía un SLK y ahora un Brera. Sospecho que al SLK le habrá petado algo.
Comer en Aveiro significa estar en duda si son mejores los arroces de Valencia a los de Aveiro. En fin, dos restaurantes donde es imprescindible pedir arroz con marisco o arroz con pulpo: El que está en Boca de Barra a pié de playa (a unos cuatro km de Aveiro) y Teheiro, en la Praza do Peixe (Plaza del pescado). En la misma plaza hay varios locales de copas, cafés y varios restaurantes más.
Es imprescindible una visita a la tienda de música “Megahits”, muy céntrica, a comprar fados y charlar un rato con el dueño, el cual nos habla ya en Portugués corrido como si fuéramos de la ciudad. Disfrutamos comprando varias latas de CDs y DVDs vírgenes los cuales, obviamente, no están gravados con el impuesto de autores, ah, que sensación de libertad

Para los que disfruten con la arquitectura moderna nada mejor que darse un paseo por el Campus de la Uni de Aveiro. De alucinar.
A la vuelta subimos primero por Oporto, cruzamos el Douro y torcemos hacia el Este en dirección Fafe, que es el pueblo clave para subir hasta la A-52, autovía de la Rías Baixas. En una recta tranquila y picando algo hacia arriba medimos 16 segundos en el 80-120km/h en quinta al Airbus. Uhmm, un calamar lo hace mejor

Un total de sobre 1.600 km en cuatro días, consumo de 7.3 litros y la satisfacción de estar en un país donde la hostelería funciona con un staff de sonrisa de oreja a oreja, calidad excelente y precios que andan siempre entre el 50 y el 70% de los que tenemos aquí.
Siempre da mucha pena volver.