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Picando Biela (Relato de quemados)


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210 respuestas en este tema

#141 sportoledo

sportoledo

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Escrito 09 septiembre 2010 - 13:51:24

no me he podido resistir a que lo pongais aqui y lo he leido en forocoches, va bastante avanzado y se lo esta currando mucho

#142 FerregachoGZ

FerregachoGZ

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Escrito 11 septiembre 2010 - 16:27:36

2 de febrero de 1996 (continuación).

A los diez minutos de estar esperando por Casares, se escuchan un par de disparos de escopeta. Acto seguido, se corta la música y Casares baja en bolas con la ropa en las manos:

- Sí, ¡debía estar haciendo negocios! - dice Cachiro, irónicamente.

Detrás de Casares sale un maromo de la virgen con la escopeta en la mano, Casares nos localiza y nos hace señas para irnos:

- ¡Me cago en Dios! ¿Qué esperáis ver el final de la película? - dice Casares, gritando.

Salimos del local y nos montamos en el Fiesta, mientras salimos pitando, el maromo nos dispara al coche y me revienta el foco trasero izquierdo:

- ¡Me cago en Dioooooos! - exclamo.

- Si fuese un Kadett, te marcaba la luz fundida en medio del salpicadero. - contesta Cachiro, riéndose.

- ¡No me toques los huevos! Nos han disparado, tio. - miro por el retrovisor y veo que Casares se está cambiando - ¿Pero qué me cago en Dios estabas haciendo ahí arriba? - le pregunto a Casares.

- Había quedado con la dueña del local, ¡una morenaza qué flipas! - me dice Casares, riéndose.

- ¿Y qué más? - le pregunto a Casares.

- ¡Pues J@$~#R, Pablo! Nos encontró el marido y se lanzó a mí, pero antes de eso me escapé. Mientras me escapaba seguramente encontrase la escopeta y el resto ya lo sabes. - me responde.

- Pero si es dueña de un local de bolleras, ¿no sería bollera? - le pregunto.

- J@$~#R, ¡no tiene por qué serlo! - Casares empieza a reírse - Pero la chupaba bien la fulana, ¡hasta que llegó el marido!

Mientras andamos dando vueltas como gilipollas para pasar el susto, Casares no encuentra una chancleta que llevaba puesta ni los calzoncillos. Cachiro dice:

- ¿Bueno qué, qué hacemos? - pregunta Cachiro.

- Vámonos de copas, pero primero pasa por mi casa y me cambio. - dice Casares.

Tiramos al zulo de Casares, llegamos y salgo a mirar el estropicio del disparo en mi Fiesta, tenía el foco izquierdo reventado y ¡gracias a Dios! No tenía nada más dañado, sólo el foco. Mientras tanto me entretuve mirando el Cosworth de Casares.

Imagen Enviada

El coche era precioso, ¡estaba impoluto! Casares baja y me dice:

- ¿Qué, te gusta? - me hace un gesto, para lanzarme las llaves - Vámonos en él, que aún te van a multar por llevar el Fiesta con el foco jodido. - dice Casares, riéndose.

Nos montamos en el Escort, Casares me recomienda ponerme el arnés que tenía instalado, me lo pongo y arranco el coche. Salgo de allí con sumo cuidado y tiramos directamente, a una zona de pubs de Lugo. Por el camino nos encontramos con un colega de Cachiro en su Kadett GSi 16v, nos paramos a su lado en un semáforo:

- ¡Cooooño, cuánto tiempo! - le pregunta Cachiro, sacando la cabeza y el torso por el techo solar del Escort.

- ¡Cooooooooooño, Cachirooo! ¿Qué tal todo? - le pregunta, sin mirarle siquiera.

- ¡Aquí andamos, neno! - dice Cachiro riéndose - ¿Hace un pique por los viejos tiempos?

- Hace, pero lleváis un Cosworth y bueno, por pasar el rato lo que sea. - contesta el del Kadett y se me queda mirando - ¡A ver, chavalín! No estrelles el Cosworth. - dice riéndose.

- Tranquilo machote, ¡qué éste chaval tiene manos! - le contesta Casares.

Cachiro se mete en el habitáculo. El semáforo se pone en verde y el Escort sale sin fallo. El Kadett sale picando, fenomenal según Cachiro, pero bueno, la tracción integral es la tracción integral en el caso del Escort. Exprimo primera y segunda, el Kadett nos seguía a lo lejos, pero no nos daba alcanzado.

Pasamos del pique y nos dirigimos a la zona de pubs, ¡a ver qué se cuece! Aparcamos el Escort en un parking y salimos de juerga, pasamos la noche bien acompañados, las amigas de Casares es lo que tienen. Tranquilos, que Elena estaba siendo respetada, no le puse los cuernos ni nada, pero siempre viene bien tener a una morenaza a tu lado.

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3 de febrero de 1996.

Quedé con Chus en su casa, me había llamado para hablar de un asunto urgente. Llegué a su casa a las 16:00h, me abre la puerta de su patio y aparco dentro el Fiesta. Teníamos pensado pasar una tarde de mecánica, me pongo el mono y empezamos a trabajar en su AX. Chus me comenta:

- ¿Andas con el Cachiro? ¿El mismo qué tenía su Kadett rojo fichado, junto a tu Fiesta? - me pregunta, en tono serio.

- Sí, ¿por qué?

- ¡Vigila con quién andas, Pablo! - sale de debajo del AX - ¡Ése fulano pasa más mierda qué Jesucristo Santo! - se enciende un cigarro - Por no hablar de cuándo andaba por el Miami con su antiguo Kadett. - me dice Chus.

- No sabía lo de mierda. - le digo, haciendo cómo que no sabía nada - ¿Pero eso de su pasado? - le pregunto a Chus.

- ¡Buuuuuf! Es una movida muy larga su historia, ¡pero bueno! - le da una calada al cigarro - Cachiro era, y sigue siendo, el Rey de los Kadett. Hace cuatro años heredó el Kadett dieciséis de su viejo, el chaval sabe de mecánica un buen rato, así que lo preparó lo mejor que pudo. Por aquellos tiempos, yo iba con un colega al Miami, no tenía carné e iba con él.

- Ya, según me decía Cachiro, tenía uno de los Kadett dieciséis más rápidos de Lugo.

- Correcto, pero eso fue cuándo empezó a andar con Carlitos Casares.

- ¿Carlitos Casares? - le pregunto, como si no supiese nada.

- Sí, Carlitos Casares. ¡Vaya pieza! Empezó a pasar porros con quince años, ganó tanto dinero que con 17 años se compró su primer coche, un Fiat Uno Turbo nuevo. ¿Sabes lo qué fue A Machete? - me pregunta Chus.

- Sí, pero a secas. - le digo, cómo si no supiese nada de nada.

- Pues, A Machete era un club de quemados que creó Carlitos Casares. Al principio, cuándo se fundó en 1990, era un club muy selecto. Pero a partir de 1992, pasó a ser una tapadera más de sus rollos con las drogas. - le da una calada al cigarro - ¡A ver si me explico! Con tapadera, me refiero a que A Machete siempre estaba liándola para que la Policía estuviese encima de ellos, y no de los rollos de droga de Carlitos Casares.

- También. ¡Lo único qué se, es que se fue a la mierda en el '94! - contesté.

- Correcto, la tapadera ya no funcionaba como antes. Un día cualquiera, apareció el Carlitos éste en el Miami, en donde estaban la mayoría de los coches de A Machete aparcados y sus dueños, dentro del local. - le da una calada al cigarro - Pues eso, apareció en el aparcamiento del Miami y les quitó la pegatina que tenían en la luneta a todos los coches del club. Según las malas lenguas, iba encocado de todo. Pero volvamos a la historia de tu amiguito.

- De Cachiro, ¿no? - pregunto y me enciendo un cigarro.

- Correcto, a él lo metieron en Machete unos colegas. Se empezó a relacionar con Carlitos Casares y claro, todo su mundo cambió, sus colegas de antes ya no eran nadie para él. - le da una calada al cigarro - También dejó su trabajo como ayudante en un taller, empezó a ganar mucho dinero con su nuevo colega Carlitos y su Kadett cambió muchísimo. Ya sabes, la p#%@ droga.

- ¡Joooder, tio! - le contesto, haciéndome el loco.

- Pues eso no es nada, Cachiro empezó a perder la cabeza en los piques. Hace unos años, un fulano en un GT Turbo blanco, se mató contra un camión de la basura aparcado en el arcén. - le da una calada al cigarro - Dicen las malas lengus, que el causante del accidente era Cachiro. Le debió cerrar o algo parecido.

Pasaron las horas y siempre hablábamos de lo mismo, pero según él, lo que me contaba era lo que oía por la calle .



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9 de febrero de 1996.

Pasé toda la semana sin relacionarme con nadie, de casa al trabajo y del trabajo a casa. Hoy tenía que ir a buscar a Elena, venía a pasar el fin de semana en Lugo. Llegué a la estación a las 20:30h, allí estaba mi morena, hacía tiempo que no la veía:

- Buenas, ¿está libre? - me dice Elena, de broma.

- Sí, si que está. - le pego una calada a un cigarro - ¿Cuánto cobras por un completo? - le pregunto riéndome.

- ¡Oyeee! - se mosquea - Eso ha sido muy fuerte. - dice Elena mientras se monta en el Fiesta.

Salimos de allí para ir parar a un restaurante, la invité a cenar. Llegamos al restaurante, aparqué el coche en frente y pedimos la parrillada de carne. Mientras estábamos cenando, apareció Casares con un pibón y Cachiro con la morena de Ourense:

- ¡Ostiaaaaa! - exclama Cachiro, al verme - ¿Qué tal? - me pregunta al acercarse.

- Aquí andamos, neno. ¿Qué tal?

- Fenomenal, ¿qué tal Elena?

- También genial. - se limpia con la servileta, para saludar a Cachiro con dos besos - ¿Tu qué, Cachi?

- Igualmente, morena. - hace un gesto señalando a la chica Ourense que le acompañaba, que esperaba con la chica que acompañaba a Casares - ¡Vengo bien acompañado!

- ¿Qué hacéis? - pregunta Casares.

- Aquí estamos, tio. - le doy la mano a Casares - Cenando una buena parrillada.

Al final, se sentaron con nosotros y pasamos la cena perfectamente. Al acabar nos propusieron ir de juerga con ellos, aceptamos. Casares nos pagó la cena y salimos, Elena quería conducir el Fiesta, quedamos todos en ir a la Hermo en Muimenta. Cada uno iría a su ritmo, sin prisa.

- Bueno, ¡a ver si me acuerdo de conducir éste coche! - dice Elena, riéndose.

- Tranquila, llevo el móvil por si hay que llamar a una ambulancia. - le contesto riéndome.

- Me parto, chaval. - contesta Elena.

Elena arranca el coche, mete tercera y claro, cala el coche:

- ¿Pero qué coño haces? - le pregunto, flipando.

- ¡Aaaaay, perdóname Pablo! - mete primera - ¡Y tú también, Fiestita! - le dice Elena al coche, acariciando el volante Luisi.

Salimos sin complicaciones, a la salida de Lugo nos paramos en un semáforo en dónde se nos pone a la par un Renault 11 GTL:

Imagen Enviada

- ¿Qué hace el del coche de al lado? - me pregunta Elena extrañada, al escuchar el Renault 11 dando acelerones.

- ¿Tu qué crees? - le contesto.

- ¿Está picado, no?

- ¡Pues claro! - empiezo a tocarle la pierna - ¡Demuéstrale lo que vale el Fiestita, morena!

Semáforo en verde, Elena acelera a tope y suelta embrague. El Fiesta sale picando, no le había dado tiempo a traccionar cuándo Elena cambia a segunda. El R11 sólo nos da seguido de lejos, hasta que topamos con un badén y Elena reduce para pasar despacio, pero el R11 pasa a toda ostia pitándonos y se salta el badén:

- ¡Jooooooooder! - exclama Elena - ¡A ése fulano le fantan primaveras, Pablo!

- ¡Espabila y Corre! - le digo a Elena.

- Paso. ¡No voy a dar! - dice Elena mosqueda, pasando el badén con sumo cuidado.

- ¡Las chicas tienen algo especial, las chicas son guerreraaaaas! - le canto a Elena, para que espabile.

Acto seguido, pedal al fondo y Elena exprime primera, cambia a segunda y vuelve a exprimir. Empezamos a ver aquel R11 de antes, iba despacio pensando que ya se había acabado el pique. Mientras nos acercamos, el conductor del R11 se da de cuenta y empieza a acelerar, pero nada, el Fiesta va lanzadísimo y le adelantamos a toda ostia:

- ¡Chao, chao! - dice Elena sacando la mano por la ventanilla, despidiéndose del R11.

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9 de febrero de 1996 (continuación).

Llegamos a Muimenta, a la Hermo. Casares y Cachiro ya estaban allí con sus respectivas chicas, habían ido en el 325i de Cachiro (qué estaba impresionante, por cierto). Aparcamos al lado y bajamos del Fiesta:

- ¿Qué, has sacado la "machín"? - le pregunto a Cachiro, con sarcasmo.

- ¡Ostiá! - exclama - Para algo pagué tantos millones por él. - contesta Cachiro, riéndose.

Entramos todos a la discoteca, las chicas se van a la barra para pedir las cremas de whiskey y nosotros nos quedamos por allí mientras suena a tope la música. Llegan las chicas con las bebidas, Cachiro por su parte, baila toda la noche con morena de Ourense y Casares lo mismo, pero con más moderación. Elena y yo, bailábamos tanto o más que Cachiro. A las 5:00h, Casares nos recomienda recoger y volver a Lugo. Salimos de la Hermo emocionados, eso implica, pillar el coche y hacer el cabra pero bueno, Elena volvería a conducir. Nos montamos en los Recaro del Fiesta, nos ponemos los cinturones y vemos cómo Cachiro sale del parking de la Hermo, de lado con el BMW.

Antes de llegar a Lugo, Casares me llama al teléfono:

- ¡Buenas! ¿Te tomas la última copa en mi zulo? - me propone Casares.

- Por supuesto, ¡ahora vamos! - contesté, previamente prenguntándole a Elena.

Llegamos al zulo, aparcamos el Fiesta al lado del BMW y subimos. Dentro del zulo, Casares está sirviendo champagne entre todos:

- ¡Faltáis vosotros, coño! - nos decía Casares, mientras le echaba champagne en la copa a la amiga de Cachiro.

- ¡Hombre! Hemos venido a velocidades legales. - contesta Elena, riéndose.

Empezamos a beber champagne con ellos, la cosa se caldeó un poco, Cachiro con la chica de Ourense se fueron a una habitación y Casares con su acompañante, también. Mientras tanto, nosotros, empezamos a maagrearnos y a desnudarnos. De repente, revientan la puerta y aparecen dos gitanos:

- Casares, ¡hijo de p#%@! - dice un gitano, mientras busca por la casa.
Llegan al salón armados con navajas y allí estamos nosotros, se notaba que los gitanos estaban borrachos. Elena sale del sofá y se tapa con mi camiseta:

- ¿Qué cojones pasa? - exclamo.

- ¡Coño, primo! - exclama uno de los gitanos al ver a Elena en bolas - ¿Te gustaríaf0$||4rte a la morena? - le pregunta a su primo.

- ¡Claro, primo!

- ¡Cómo la toquéis, os mato! - les amenazo.

- ¡Apártate, machote! - me dice uno de los gitanos - ¡A ver, morena! ¿Enséñanos las tetas? - le dice un gitano a Elena.

Elena no le hace caso, uno de los gitanos me agarra y me pone la navaja en el pescuezo para chantajear a Elena. Se quita la camiseta, empieza a llorar por el sus y a pedir auxilio. Antes de que uno de los gitanos se acerque a ella, para callarla y violarla:

- ¡Me cago en Dioooooooooooos! - dice Casares mientras sale de su habitación en bolas, empuñando una pistola - Elena, apártate. ¡Qué le voy a reventar los cojones! - dice Casares.

- Casares, lo sentimos mucho. Por favor, ¡no nos mates! - le dice el gitano, que estaba agarrándome y qué cuando Casares salió con la pipa me soltó.

- ¡Pues te vas a cagar! - dice Casares.

Acto seguido, Casares le dispara a los gitanos en el muslo a cada uno. Cachiro sale de su habitación, medio vestido:

- ¡Jooooooder! ¿Qué ha pasado aquí? - pregunta Cachiro, extrañado.

Casares pasa de Cachiro y se acerca al gitano qué intentó violar a Elena:

- ¡Mira, lo primero! ¿Quién cojones eres tú, para acercarte así a ésta hembra e intentar violarla en mi zulo? - le pregunta al gitano, mientras le apunta con la pipa en la sien - Y lo segundo, ¿quién cojones sois vosotros, para entrar así en mi casa? - les pregunta Casares, irónicamente.

Casares empieza a ostias con el gitano al que estaba apuntando, yo igual, empiezo a ostias con el que me agarró. Cachiro dice:

- ¡Pues yo también! - dice, mientras empieza a ayudar a darle de ostias con Casares al gitanos que quería violar a Elena.

Elena a todo ésto, lloraba y las chicas la consolaban. Cuándo acabamos de darle la paliza a los gitanos, agarro a Casares y le pregunto en la intimidad:

- ¿Quién cojones son éstos fulanos?

- ¡Son unos gitanos qué me tienen manía desde qué empecé con los porros! - contesta - Cómo estaban borrachos, quererían darme una paliza o algo parecido.

Al final, Casares llamó a unos fulanos y se llevaron a los gitanos inconscientes, pero no para que los remataran. Elena le dió las gracias de mil maneras a Casares, llegó un punto en el que quería rematar a los gitanos también ella, pero bueno, no quiero que se rompa una uña. Casares le contó un cuento para no dormir a Elena, "es lo malo de éste barrio, los gitanos te quieren atracar y la de Dios".

Editado por FerregachoGZ, 11 septiembre 2010 - 16:30:49.


#143 FerregachoGZ

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Escrito 16 septiembre 2010 - 19:21:34

9 de marzo de 1996.

Desde el último encuentro, no volví a quedar con Casares ni Cachiro. Elena ni se imaginaba ningún rollo de dorgas relacionado con los gitanos, se creyó toda la historia que le contó Casares. Hacía un par de semanas me llamó Cachiro para quedar, pero rechacé la proposición, no quería saber nada de ellos y aún por encima, me influía todo lo que me contó Chus sobre ellos.

Eran las 2.00h de la mañana, recibo una llamada de un número desconocido:

- ¿Si? - contesto, medio dormido.

- ¡Pablo! Necesitamos ayuda. Soy Casares.

- Para, ¿qué tipo de ayuda? - le prgeunto, intuyendo un mal rollo.

- ¡Ven junto a nosotros y te lo explicamos! - me contesta.

- ¡No! - le replico - Me lo explicas ahora.

- ¡J@$~#R! Sólo te estoy pidiendo qué te acerques hasta aquí. - me contesta enfadado - ¡Mira, no me jodas! He salvado a tu novia de que la violases unos gitanos, ¡lo mínimo qué podías hacer es acercarte!

- Bueno, ¡a ver! - balbuceo - ¿Dónde estáis?

- Cerca de la Hermo, tirando a Lugo. Con el Kadett averiado en la cuneta. - contesta Casares.

- ¡Aaaah, vale! - acepté, ya que sólo era ir a buscarlos - Voy tirando.

- ¡Ven rápido, tio! - me dice Casares.

Salí del pueblo con el Fiesta, llegué a la nacional y pedal a fondo. Uno de los puntos flojos del Fiesta, era ir por grandes carreteras, ¡puto grupo corto! Al cabo de media hora, llego junto al Kadett de Cachiro, que está parado en la cuneta:

- ¿Aquí no hay nadie, tio? - me pregunto a mi mismo.

Empiezo a tocar el claxon y Casares, que estaba escondido detrás del quitamiendos, sale:

- ¡Para de pitar, subnormal! - me dice, mientras me hace gestos para que pare.

Sale Cachiro y aparco detrás del Kadett, empezamos a hablar:

- ¿Qué ha pasado? - pregunté, mientras enciendo un pitillo.

- Nada, la p#%@ correa del Kadett ha partido. - contesta Cachiro - Y cómo es un 20XE, no le puedo meter la correa de repuesto que llevo en el maletero. - se lamenta.

- Entonces, ¿os llevo a Lugo? - les pregunto

- No tan rápido. - me dice Casares - Primero hay que llevarse ésto.

Abre el maletero del Kadett de Cachiro, llevaban un puto cadáver en el coche.

- Pero, ¡¿qué me cago en Dios?! - exclamo flipando.

- A mí no me mires. Ha sido Casares, ¿vale? - se disculpa Cachiro.

- Pablo, ha sido en defensa propia. - dice Casares - Si te dijese que el hijo de p#%@ que intentó violar a tu novia, es él. ¿Qué me dices? - dice, señalando al cadáver.

- Sí, pero con unas ostias llegaba. - le replica Cachiro a Casares - ¡Qué has matado al puto gitano, Carlos! Lo qué pasa, ¡es qué vas tan encocado que no sabes ni lo qué haces!

- Cállate, ¡me cago en Dios! - le dice Casares a Cachiro, levantándole la mano.

- ¿Pero que ostia pasó? - les pregunto.

- Nada, el gitano se acercó a Casares y le mandó una ostia en la espalda. - enciende un pitillo - Todo esto en el parking de la Hermo, yo agarré al gitano para darle una paliza y Casares se ensañó con la cara y el pecho, y claro, no se movía. - le da una calada al pitillo - Tomé su pulso, ¡y no tenía! - contestó Cachiro.

Efectivamente, el fiambre del maletero, era el gitano del otro día. Pusimos mantas y periódicos en el maletero del Fiesta, metimos el cadáver del gitano y carretera a Lugo. Por el camino, Casares decía de robar un coche y quemarlo con el cadáver dentro.

Llegamos a Lugo, antes de nada, pillamos un par de garrafas de cinco litros en un 24h. Cachiro se encarga de sacar gasolina del depósito de mi Fiesta:

- ¡Aún me acuerdo cuándo robaba gasoil agrícola! - dice Cachiro, riéndose - ¡Qué tiempos!

Dando vueltas encontramos un Kadett:

Imagen Enviada

Cachiro dice:

- ¡Para, para! - me toca en el hombro para parar - Éste Kadett nos vale bien.

- ¡Pero no pares aquí, mamón! - me dice Casares mientras reduzco - Para a dos manzanas, por si nos ve alguien.

Dicho y hecho, paré a dos manzanas. Cachiro se baja del Fiesta, directo a robar el Kadett:

- ¿Quieres llevar algo para robar el coche? Un destornillador o algo parecido, vamos. - le pregunto a Cachiro.

- No hace falta. - me contesta, riéndose.

A los cinco minutos, nos adelanta Cachiro con el Kadett y nos pita para qué le sigamos. Tiramos detrás de él, hasta que llegamos a una explanada. Metemos el cadáver en el Kadett y vacíamos la garrafa en el Kadett, Casares se encarga de hacerlo arder con un papel de periódico ardiendo. Salimos cagando ostias de allí, los llevo al zulo de Casares y me vuelvo a casa, necesitaba desconectar.


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11 de marzo de 1996.

Desde el último encuentro, había tomado algo el día anterior con Cachiro y Casares, para hablar del rollo del cadáver. La noticia en prensa apareció a los dos dias del suceso, cuándo la policía descubrió el cadáver dentro del Kadett, los periódicos ya estaban editados. Pero bueno, el titular, era tal que así:

Los ajustes de cuentas entre etnia gitana, se saldan con una nueva víctima.

Casares me llamó al teléfono para quedar en su zulo:

- Mamón, ¿has visto el Progreso? - empieza a reírse - Esto, ¡esto es la ostia! - me dice Casares.

- J@$~#R, ¡qué p#%@ suerte! - contesté, riéndome.

- Venga, te invito a una mariscada. - me propone Casares - ¡Te lo mereces, neno!

Acepté, tenía ganas de marisco; aunque Lugo no fuese puerto de mar, ¡qué coño! Invitaba Casares. Salí del pueblo con el Fiesta, pillé nacional; pedal a fondo y en un cuarto de hora llegué a la capital. Aparqué en frente del zulo y llamé al timbre, al rato salieron Cachiro y Casares con esmoquin:

- Pero, ¿esto qué es? - pregunto, riéndome.

- ¿De qué ostia te ríes, chaval? - pregunta Casares - Para ir a sitios de máximo nivel, se viste uno de máximo nivel, ¿vale?

- ¿Vamos en el Fiesta? - pregunté, aún riéndome un poco.

- No, en el BMW del Cachi. - dice Casares mientras se ajusta la pajarita.

- Por cierto, Cachiro. ¿El Kadett? - le pregunto.

- Ni p#%@ idea, mandé a los del seguro a buscarlo. - saca las llaves del BMW - ¡Pero bueno! Hoy vamos de lado a todas partes. - dice Cachiro riéndose, mientras sacude las llaves del BMW.

- Pero qué dices, ¡mamón! - Casares saca un cigarro - ¡Si aún íbamos más de lado en el puto Kadett! - le dice Casares riéndose, mientras intenta encender el cigarro.

Cachiro va a por el BMW, que está aparcado a dos manzanas. Empezamos a hablar Casares y yo:

- ¿Sabe algo de ésto García? - le pregunto.

- No, y nunca debe saberlo. - le da una calada al cigarro - Esto queda entre nosotros, hemos tenido suerte y ahora, como si no hubiese pasado nada, ¡nos vamos a pegar una mariscada!

Cachiro llega con el coche, cierro el Fiesta y me monto en el BMW. Comparado con el Fiesta, el BMW era otro mundo de coche, ¡qué comodidad, por Dios! El BMW de Cachiro había cambiado desde entonces, le metió unas BBS de medio millón de pelas y siempre rascaban en las aletas, pero bueno. ¡Era precioso!:

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- Venga, ¡pilla la glorieta de lado! - le dice Casares a Cachiro, unos metros antes de pasar por una rotonda.

Dicho y hecho, Cachiro cruzó el BMW por toda la rotonda y salimos perfectamente. Antes de llegar al restaurante, Cachiro disfrutaba yendo un poco de lado por la ronda de la muralla. Llegamos al restaurante, aparcamos en frente del restaurante:

- Bueno, ¡a llenar la panza con marisco! - decía Casares, mientras se volvía a ajustar la pajarita.

Empezamos a comer, desde navallas hasta bogavante, zampamos cómo Carpanta. Las señoras de la jet set luguesa nos miraban mal, y siempre se llevaban una contestación de parte de Casares:

- "¿Qué ostia pasa, señora?"

Cuándo acabamos, apenas quedaban cuatro almas en el restaurante y Casares empezó a hablar de sus rollos con la cocaína. Le aguanté, hasta qué me propuso:

- ¡Mira, Pablo! - se encendió un cigarro - Tienes que volver al negocio, ésta vez, ¡por necesidad! - me dice Casares, mientras le pega un sorbo al café

- ¿Cómo? Para, para. - me enciendo un cigarro, ya qué me estaban entrando los nervios - ¡Yo paso de llevar más mierda en mi coche! ¿Vale? - le digo a Casares, con cierto tono mosqueante.

- ¡No me jodas, Pablo! - le pega una calada al cigarro - El Kadett de Cachi está averiado, tienes qué hacernos el favor y portarte, ¡debes llevar mercancía de nuevo!

- ¿Pero tú estás loco? ¡Mira qué no hay peña dispuesta a jugarse el pescuezo por mil duros! - le pego una calada al cigarro - ¿Y me llamas a mí? Tiene cojones el rollo, tio. - le contesto.

- ¡Por mil duros no le pido eso ni a los gitanos! - Casares empieza a reírse - ¿Qué te parece un millón de pesetas?

El C@{:content:}amp;# de Casares me tendió una trampa acojonante, un millón de pesetas me arreglaría muchos pufos, cómo por ejemplo el seguir vivendo decentemente en la casa alquilada y pegarme algún que otro vicio más. Éste relato no es cómo las películas, la gente que realmente se metió en aquel mundo, lo hizo por avaricia. Al principio, era por pagarle la universidad a Elena, pero seamos sinceros ¡J@$~#R! Igualmente podría haber vendido el Fiesta en la calle por 300.000 pesetas, pero en éste mundo, la avaricia lo es todo.

- ¡Joooooder! - empiezo a reírme - ¡Así sí! - le contesté.

- ¡Brindemos! - decía Casares.

#144 mugenR

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Escrito 18 septiembre 2010 - 00:01:52

ya era hora gracias ferregacho :aplauso: maximo nivel :amen2:

#145 FerregachoGZ

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Escrito 18 septiembre 2010 - 19:46:41

15 de marzo de 1996.

Al salir de trabajar miré en el móvil y tenía una perdida de Cachiro, le llamé:

- ¡Buenas, tio! - le saludo - ¿Qué pasó?

- Nada, ¡era para montar el tinglado del envío! - me contesta.

- Aaaah, ¡vale! - contesté - ¿Quedamos ahora? - le pregunto.

- Vale, acércate a mi garaje. En dónde tengo el Kadett para piezas. - me contesta.

Salí del parking del trabajo y pillé nacional, pedal a fondo y llegué en media hora (por el puto tráfico). Fuera del garaje, estaba aparcado el BMW en su propio vado. Aparqué detrás y peté en la persiana del garaje que estaba un poco abierta:

- Cachi, ¡soy yo! - digo, detrás de la persiana.

- Sube la persiana y entra, cuándo entres, vuelve a cerrarla. - me contesta.

Entré, Cachiro estaba debajo del Kadett robado, cambiándole el aceite:

- ¿Qué haces, tio? - le pregunto, mientras me acerco.

- Nada, preparar el motor para montarlo en mi Kadett. - me contesta.

- J@$~#R, ¿y el otro motor? - le pregunto - El originario de tu Kadett, vamos.

- J@$~#R, ese se lo vendí a un gitano para su Kadett. - me contesta.

- Bueno, ¿entonces qué tengo que hacer? - le pregunto, mientras me enciendo un cigarro.

- Pues... - se queda callado - Tenemos que sacar la documentación falsa de tu coche. - me contesta.

Mientras se vaciaba el cárter del Kadett para piezas, empezamos a hablar del tema del envío:

- Entonces, ¡explícame el chollo! - le digo.

- Debemos llevar treinta kilogramos de cocaína, en tu Fiesta.

- J@$~#R, ¿treinta kilos? - me enciendo un cigarro - ¿A dónde? - le pregunto.

- Pues, Lugo - Coruña, Coruña - Porriño, Porriño - Ourense y nos volvemos.

- ¿Una ruta? - pregunto.

- Correcto, una ruta. - me contesta, al mismo tiempo se enciende un cigarro.

- ¿Cuándo? - pregunto.

- Salimos el sábado por la mañana, a las 8:00h. - me contesta.

En cuánto Cachiro acaba de cambiarle el aceite al Kadett, salimos con el Fiesta, directos a por la documentación a una concesión Ford de la ciudad. Llegamos a la Ford, la misma en donde me compré el coche, aparcamos el Fiesta y entramos. Dentro del taller, había un Fiesta XR2 clavado al mío. Cachiro pregunta por el encargado, al par de minutos aparece por allí:

- Buenas, ¿la documentación? - le pregunta Cachiro al encargado.

- Buenas, así que vosotros sois los chavales de Paquiño, ¿no? - pregunta, mientras se limpia las manos con un trapo.

- Sí, somos nosotros. - contesta Cachiro.

- Bien, pues ahí tenéis. - dice el encargado, mientras señala el XR2 del taller.

El Fiesta XR2 del taller era matrícula LU-0772-I, estaba totalmente de serie. El encargado nos pasó un destornillador para sacar las placas y pillamos la documentación. Al acabar de sacarle lo que necesitábamos, el encargado se acerca:

- Ya sabéis, si el dueño os pilla. - empieza a toser - Le deciís que sois mecánicos de aquí y que estáis rodando el coche. ¿Vale? - nos dice.

- ¡Oye! - le digo al encargado - Nuestro Fiesta es distinto en apariencia. - le digo al encargado, a lo que Cachiro me da una patada en los gemelos.

- Bueno, vayamos a verlo. - vamos saliendo del taller para mirar el Fiesta - Pero será blanco, ¿no?

- No, si blanco es. - le respondo.

Llegamos junto a mi Fiesta y el encargado empeiza a balbucear:

- ¡Buuuuf! Pero ésto lleva llantas de Escort y una pegatina enorme en el portón. - dice el encargado, en lo último, refiriéndose al vinilo que ponía Capitán Trueno debajo de la luneta.

- Bueno, pero da lo mismo. Cambiamos las placas al salir de Lugo, ¡J@$~#R! - dice Cachiro.

- Aaaah, ¡vale! - afirma el encargado - Cómo vosotros veáis, si os pillan, pagáis el doble. - dice el encargado, mientras se vuelve al taller.

Volvimos a Lugo, al garaje de Cachiro. Por el camino, Cachiro me echó la bronca por decirle al encargado, lo de qué el Fiesta era distinto al de la concesión. También, empecé a hablar con Cachiro sobre el rollo de las documentaciones:

- Oye, ¿y si tenemos que escapar de la policía? Cómo explicarme, ¿no J@$~#Rían al verdadero dueño de aquel XR2? - le pregunto.

- ¿Porqué crees que vamos el fin de semana? En finde, los de la Ford no trabajan. Si pasa algo, nos detienen por ejemplo, ellos dicen que entramos de destragis a la Ford para robar la documentación. - se enciende un cigarro - Y si no nos da detenido la pasma y escapamos en el Fiesta, pues hacen desparecer su Fiesta y dicen que se lo hemos robado en la concesión.

- Pero mi Fiesta es distinto, ¿no se coscaría el dueño? En ese último caso, ¡vamos! - le pregunto a Cachiro.

- Sí, pero en el caso de la regla de antes. Los dos coches deben ser copias exactas. - le pega una calada al cigarro - Ahora, en nuestro caso, dirían que les hemos robado la documentación en todas las situaciones.



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16 de marzo de 1996.

Eran las 6:00h, aún era de noche en la capital. Me llama Cachiro:

- Pablo, ¿dónde andas?

- Pues acababa de levantarme, ¿voy para tu casa? - le pregunto.

- Sí, cagando ostias, hay que cargar el Fiesta.

- Vale, me pego una ducha rápida y voy. - le digo.

Me duché, me cambié y bajé al garaje a por el Fiesta. En el trastero, tenía las placas y la documentación, la pillé y la puse debajo del asiento de conductor del Fiesta. En cinco minutos, llegué a la casa de Cachiro, timbré y me abrió la puerta:

- Bueno, ¡al rollo! - se enciende un cigarro - Mete el Fiesta en el garaje, ¡ahora te abro! - decía Cachiro, bajando por las escaleras hacia el garaje.

Volví al Fiesta, lo arranqué y me puse en la puerta de su garaje, me abrió la puerta y se montó en el Fiesta. Bajamos hasta junto al BMW y paramos para cargar la coca:

- Bueno, vete desmontando los paneles traseros. - me indicaba Cachiro, mientras abría el maletero del BMW y sacaba dos bolsas de deporte llenas de mercancía.

Los envíos eran mucho más profesionales, ocultaríamos la cocaína en el Fiesta. El primer envío (La Coruña), tendría que ser más fácil de sacar y al ser de sólo cinco kilogramos, los ocultaríamos en el portón junto al motor del limpiaparabrisas. El segundo y tercer envío (Porriño - Ourense), de veinticinco kilogramos (diez para Porriño y quince para Ourense), ocultos entre la aleta y los paneles traseros.

- Bueno, ¡ya está! - le dije a Cachiro.

Salimos a las 7:00h de casa de Cachiro, pillamos carretera nacional y directos a Coruña. Antes de salir de Lugo, paramos en una gasolinera a llenar el depósito:

- Lleno, ¡por favor! - le dije al encargado de la gasolinera, desde el Fiesta.

- ¡Coño, Gutiérrez! - gritaban por detrás del coche - ¡Tu XR2! - decían.

Miré por el retrovisor y era un Guardia Civil el que gritaba. El que gritaba se acercó, junto a otro compañero. Me imaginaba lo peor, pero por un momento recordé que aún no llevaba puesta la matrícula falsa. Se acercó el Guardia Civil a mi ventanilla y me empezó a hablar:

- ¡Chaval! - me decía un Guardia - Éste coche era mío, ¿qué tal te trata? - me preguntó riéndose.

Salí del coche para responderle, aún me temblaban las piernas de imaginarme antes que era el dueño del Fiesta de la concesión:

- ¡Pues me trata fenomenal! - le contesto mientras le pagaba al encargado de la gasolinera - ¡Hasta le puse techo solar y mil cosas más! - le digo riéndome.

- Sí, ¡si ya se ve! El cacharro está precioso, te lo volvería a comprar, pero la mujer me mata. - me dice riéndome el Guardia - Yo me compré éste coche al entrar en la Guardia Civil, en el '88. ¡Cómo ligaba con él! Era un reclamo para las mozas, hasta conocí a mi mujer gracias al coche. - me dice riéndose.

- Y sigue siendo un reclamo para las mozas. - le contesté riéndome - Y aunque pudiese comprármelo, tampoco se lo vendería, ¡amo éste coche! - le dije al Guardia.

- ¡Y cómo andaba el cacharro! - decía el Guardia - Yo quería un Golf GTi 16v, pero mi padre se negaba. ¡Vaya tiempos! - decía riéndose.

- Y sigue andando. - le contesté riéndome - Bueno, nosotros tenemos que ir a un entierro en Ourense, ¡así que le tengo dejar!

- ¡Correcto, correcto! - decía el Guardia sin dejar de mirar el Fiesta - ¡No te molesto más, chaval! - decía.

- Un placer, ¡señor Guardia! - me despedí, mientras me montaba en el Fiesta para irnos.

- El placer es mío, ¡Capitán Trueno! - se despedía el Guardia de mí.

Salimos de la gasolinera, Cachiro se empezó a descojonar de la anterior situación, al igual que lo hacía yo. Pillamos autopista y puse el casete de Siniestro Total para amenizar el viaje. Cambio las placas antes de entrar en la provincia de La Coruña. Llegamos a La Coruña a las 10:00h, Cachiro llamó al contacto de La Coruña para quedar con él, pilló un taxi para ir junto al comprador y ya me llamaría para entregar la cocaína. Mientras tanto, aparqué junto a un bar y entré a tomar un café. A los veinte minutos, me llama Cachiro para ir hasta Riazor, el estadio del Dépor:

- Cuándo llegues, ¡verás un Mercedes negro! - me decía - Cuándo la entregues, ¡llámame!

Salí del bar, monté en el Fiesta y tiré directo al Riazor. Llegué a los diez minutos, allí estaba el Mercedes, era un E500:

Imagen Enviada

Aparqué el Fiesta al lado, salí del coche y se bajan dos fulanos del Mercedes:

- Bueno, ¡aquí les traigo la mercancía! - les decía, mientras abría el maletero.

Les entrego toda la droga y una de las ventanillas traseras del Mercedes se abre, debía ser el jefe:

- Tú, ¡no te vayas aún! - me decía a mí - ¡Manuel! - se dirige uno de los maromos - Tráeme aquí una poca, para probar.

Se mete un poco y empieza a digamos, saborearla. Cuándo acaba, le suelto:

- ¿Todo Ok?

- Sí, ¡perfecto! - se empieza a reír - ¡Mándale un saludo a Paquiño! - me decía, mientras arrancaban el Mercedes para irse.

Salgo de Riazor y llamo a Cachiro:

- ¿Dónde estás? - le pregunto.

- En la otra punta del estadio, hasta te he acabo de ver salir y todo. - contesta Cachiro, riéndose.

- ¿No me jodas? - le pregunto en plan orónico, mientras me empiezo a reír.

- Sí, no quiero liarte. ¡Qué no conoces La Coru, neno! - contesta riéndose.

Le encuentro junto al estadio, apoyado en una pared, se monta y directos a Porriño.

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16 de marzo de 1996 (continuación).

Cruzamos a la provincia de Pontevedra a las 11:40h, allí tendríamos que desmontar un panel trasero para entregar diez kilogramos. Cachiro llama al contacto:

- ¡Coño! - dice Cachiro, riéndose - ¡Parece que nos volvemos a ver!

- ¿Dónde estás? - le pregunta el contacto.

- En una parada de taxis, cerca de la entrada a la ciudad. - Cachiro empieza a mirar alrededor - Parece casco algo antiguo, pero bueno, ¡ya te digo! Lo parece. - le dice al contacto.

- Vale, ¡ya sé, ya sé! - contesta el contacto - ¡Vamos allí en diez minutos!

A los quince minutos, estando allí aparcados al lado izquierdo de la calzada, se paró a nuestro lado un Astra GSi:

Imagen Enviada

- ¡Coooño, Cachiro! - exclama el conductor del Astra - ¿Cuánto tiempo, no? - le pregunta.

- Dos años, nada menos. - empieza a sonreír - ¿Y la pelirroja? - le pregunta Cachiro.

Ante todo, yo estaba atento a la conversa entre el conductor del Astra y Cachiro:

- ¡Aquí, C@{:content:}amp;#! - me susurran a la oreja - ¿Te he asustado, chavalín? - me dice la que supuse, sería la pelirroja.

- ¡Joooooder! - afirmé.

- ¡Cooooooño, pelirroja! - exclama - ¡Qué guapa estás! - dice Cachiro.

¡Vaya mujer! Estaba muy potente la chica, desbordaba morbo por todas partes.

- ¡Bueno, vayamos a lo nuestro! - se enciende un porro apagado que tenía en el cenicero, el conductor del Astra - Cachiro, ¡móntate en el Astra! Belén irá con tu compañero. - le decía el conductor del Astra a Cachiro.

- ¡Vale! - afirmó Cachiro, mientras la pelirroja se dirigía a la puerta del acompñante - ¡Pablo, síguenos! Y, ten cuidado con la pelirroja ésta.

Cachiro se bajó del Fiesta y se montó en el Astra, Belén (la pelirroja) se montó en el Fiesta:

- ¡Buenas! - me saluda dándome dos besos, mientras se acomodaba en el Recaro, recostada en el pilar central de su lado - Ya has oído, ¡sígueles!

Mientras seguía el Astra, ¡qué iba ligero de cojones, la verdad! La pelirroja me miraba continuamente, era muy incómodo, llegó a un momento que estallé:

- ¿Pasa algo? - le pregunté.

- Nada. - acto seguido, pone su mano en el volante, encima de mi mano derecha y la quita rozándome por todo el brazo - Sigue conduciendo. - me ordena al oído.

- ¡No me mola tu rollo, chica! - le decía negando con la cabeza, sin perder la vista de la carretera.

No me contestó, ni me comentó nada por el camino. Volvamos al seguimiento del Astra, después de cinco minutos, se para en frente de una imprenta, abre a distancia la puerta del garaje y me hace señas para que entre. Ya dentro, todos nos bajamos del coche, antes de bajarnos la pelirroja y yo:

- Un placer. - me decía al oído, mientras apoyaba su mano en mi paquete.

- Anda, ¡déjame en paz, guapa! - le contesto, apartándola y guiñándole un ojo.

Nos ponemos al tema, el del Astra saca un maletín lleno de dinero. Cachiro se enciende un cigarro y empieza a contarlo, acto seguido, me ordena desmontar un panel para sacar diez kilogramos. Desmonto todo y entrego la mercancía:

- ¡Aquí está todo! - me enciendo un cigarro - ¿Todo OK, Cachi? - le pregunto, con cierto tono serio.

- Tranquilo, mamón. - dice sonriendo - ¡Éstos son colegas! - dice Cachiro, riéndose.

- Te creo. - le contesto sonriendo, mirando a la pelirroja - Por cierto, ¡tenemos trabajo! - le digo a Cachiro.

- Pero, ¡para mamón! - me dice Cachiro, riéndose - ¡Vete a dar un paso con Belén! - me dice.

Pasé ampliamente de la proposición, aunque aquella pelirroja tuviese un morbo impresionante, no podía engañar a Elena. Estuvimos hablando unos diez minutos más con los de Porriño, al acabar, salimos directos a Ourense. Por el camino, Cachiro comienza a hablar:

- ¿Qué, se te insinuó la pelirroja? - me pregunta, riéndose.

- ¡J@$~#R, si se me insinuó dice! - le contesté - ¡Poco más y hasta me viola! - exclamé, contestando a Cachiro.

- Es muy guarra la chica, ¡pero tiene un morbazo de la virgen! - se enciende un cigarro - A esa chica la conocí en el '93 y para nada era cómo ahora, ¡se debe meter más mierda que Jesucristo Santo!

- ¡La chica es guapísima, tio! - le contesto.

- Ya, ¡a simple vista se deduce! - dice Cachiro, riéndose - ¿Sabes lo más raro de ésta gente? ¡La de Porriño, vamos! - me pregunta.

- ¡No sé, tio! - le contesto.

- Pues éstos de Porriño, son unos tipos con cierto misterio, ¿o no? Muy profesionales y serios. - le pega una calada - En cambio, ¡vas a Vigo, tio! Y todo paletos que no tienen ni p#%@ idea del rollo. - me dice Cachiro.

- ¿Más o menos cómo nosotros, no? - le pregunto irónicamente, riéndome.

Pillamos la A-52, rumbo a Ourense.

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16 de marzo de 1996 (continuación).

Llegamos a Ourense a la 13:30h, estaba nublado y cada poco, se ponía a llover, pero muy poca cosa. Si se entra en Ourense, se entra a lo grande, Cachiro me dice:

- ¡Pon una cinta de Los Suaves! - me dice.

Dicho y hecho, llegamos a Ourense con Los Suaves de fondo. Después de seguir las indicaciones de Cachiro, llegamos al sitio acordado en el casco antiguo, la zona de los Vinos (zona de juerga ourensana). Antes de entrar en la zona, hay una bajada por todo el casco antiguo y una curva con dirección única, Cachiro me indica de parar en la bajada:

- ¡Para ahí adelante, Pablo! - me dice.

Paré al lado derecho de la calzada, pegado a un bar de mala muerte. Aparcado en frente nuestra, había un Kadett GSi 16v negro.

Imagen Enviada

Cachiro saca el teléfono y llama al contacto:

- ¡Buenas! - le saluda - Somos los de Lugo.

- ¡Aaaaah, buenas! Estáis en frente, en un Forito, ¿a qué sí?

- Sí, ¿tanto canta el coche? - le pregunta irónicamente Cachiro, riéndose.

- Hombre, matrícula de Lugo. - le responde el contacto, riéndose.

El contacto bajaría en cinco minutos, por ahora, tocaba esperar. Mientras tanto, Cachiro se baja del Fiesta, para contemplar el Kadett que teníamos delante, también me bajo yo:

- J@$~#R, ¡está guapo el Kadett! - le comento a Cachiro.

- Bueno, ¡menos lobos! - exclama - Sólo lleva unas Speedline de "15 de mierda. - dice Cachiro.

En ése preciso momento, baja un chavalín rubito, de estatura pequeña. Se dirige hacia nosotros con la mano por detrás, momento tenso, Cachiro y yo mirando al rubito fijamente y él a nosotros, también. Me acuerdo de éste momento, pero yendo a cámara lenta:

- Qué, ¿os gusta mi Kadett? - dice el rubito, riéndose.

- ¡Buuuuuuf! - balbucea Cachiro - ¿Eres el contacto? - le pregunta Cachiro.

- No sé, a mí me han mandado venir a por vosotros. - contesta el rubito, riéndose.

- ¡Vale! - dice Cachiro, asintiendo con la cabeza - Pablo, ¡quédate aquí! - me dice Cachiro entregándome una pequeña pistola disimuladamente, como las que les incautan a los de ETA.

- Me cago en Dios. - le digo a Cachiro, por lo bajo.

Me quedé apoyado en el Fiesta, esperando. Me encendí un cigarro mientras esperaba por Cachiro, mirando alrededor, me fijé en un chavalín pequeño que me miraba, acompañado por su madre. Un flash pasó por mi cabeza, hace catorce años (1982), paseaba con mi madre por Lugo, por el interior de la muralla. Me quedé mirando para un fulano apoyado en un 124, con unas pintas de chulo p#%@$ que no se las quitaba nadie y el 124, con tuning de la época (pegatinas discotecas, paragolpes de tubo, llantas negras con rebordes cromados, etc...). Mi madre, al doblar la esquina, me avisó que no me acercase nunca a esa gente, eran malas personas, según ella. Traicioné a mi madre, pero con creces.

A los veinte minutos, el rubito y Cachiro, éste último con un maletín en la mano, bajan discutiendo sobre Kadetts:

- ¡¿Pero qué dices, tio?! - exclama Cachiro - Un Kadett se conduce con los cojones, si tienes los cojones para conducirlo, ahí ya puedes prepararlo para defenderte mejor. ¡No tienes ni p#%@ idea!

- Pues un día, ¡pillamos cada uno nuestros Kadett y subimos el Castro los dos solos! - le propone el rubito.

- ¡Pero a dónde vas, mamón! Hasta con un Kadett de 80 caballos te quemo. - le dice Cachiro riéndose.

- ¿Todo bien? - le pregunto a Cachiro - El chollo y eso, vamos.

- ¡Perfecto! Ahora con el rubito, vamos a un garaje y desmontamos el panel para descargar lo que nos falta. ¿Vale? - me dice Cachiro, en tensión por la conversación con el rubito.

Se montó el rubito en el Fiesta, buscamos un garaje subterráneo de pago y entramos (podíamos ir desmontar el panel para sacar la coca, a un garaje propiedad del contacto de Ourense, pero Cachiro teme que nos puedan acorralar para jodernos la coca y el dinero). Tardé quince minutos en hacerlo todo, poco a poco, pero sin romper ninguna grapa del tapizado (¡muy profesional!).

Pero claro, mientras yo desmontaba el panel, ellos discutían sobre Kadetts:

- ¡El 16v del GSi, es una mierda! - exclama Cachiro - Beben aceite, mucho más que el Fiesta de este. - refiriéndose a mí.

- Pero neno, ¿tú qui, tu qui, tu quieres un coche que ande? ¡Un Kadett dieciséis neno y no te comas la cabeza! - le dice el rubito, convencido del todo.

- Mira neno, ¡mi primer coche fue un Kadett dieciséis! - le dice levantándole el brazo - Y ahora, tengo un ocho válvulas por papeles con un dieciséis montado.

- ¡Y me apuesto lo qué quieras neno, a qué mi Kadett dieciséis, puede con el tuyo! - le reta el rubito a Cachiro.

- ¿Tu Kadett? - dice Cachiro, incitándole a apostar al rubito, su Kadett en una carrera - ¡Yo me apuesto mi BMW 325i a qué te fundo con el XR2 de éste!

El rubito aceptó la apuesta, aún por encima, Cachiro tuvo todo el morro de decir que correría con mi Fiesta. Pero bueno, ¡no hay mal qué por bien no venga! Cachiro me ofreció una mariscada, a cambio de que le dejase el Fiesta. La carrera sería ahora mismo, saldríamos del garaje y ellos irían a Castro de Beiro (actualmente, se organiza allí una Subida), a competir. Yo me quedé tomando un cafe en un bar, enfrente del garaje, mientras leeía la prensa local.



"Llegamos al Castro, ya me había familiarizado con el grupo corto por el camino. Estaba chupado, debía enseñarle a un chaval, qué cualquier máquina le metía miedo a un Kadett, pero si el Kadett es llevado por un buen conductor, se lleva de cajón a muchos.

Pues eso, llegamos al Castro e iba detrás suya. El rubito estiró segunda en una recta algo larga de la subida, con alguna que otra curva abierta, pero el Fiesta no llegó al nivel. Empieza lo bueno, curvas algo cerradas en las se debe reducir si o sí. Consigo ponerme detrás del Kadett, haciendo reducciones a sangre fría, ¡pero ojo! El rubito hacía reducciones a primera en alguna que otra curva, ¡bestial! El fulano debía de coleccionar cajas de cambio reventadas.

Pues nada, le aguanté al Kadett
dieciséis como nadie, el mérito lo llevaba el grupo corto del Fiesta, que sufría demasiado en alguna que otra reducción. Antes de llegar a arriba del todo, el rubito volvió a reducir a primera en una curva muy cerrada, no sé cómo hizo que casi se para en medio de la curva. Antes de chocar contra él con el XR2, reducí a primera, ¡gracias a Dios! No choqué ni reventé el grupo corto, pero no cantemos victoria. El Fiesta hacía un ruído muy raro, cómo si se rozasen dos canicas de hierro.

Llegué a la par del Kadett, a la cima del Castro. Me puse a su lado y le avisé de que volviésemos a Ourense. No le comenté nada de la apuesta. Pero bueno, mientras bajábamos de vuelta a Ourense, en tercera reteniendo, el coche empezó a hacer el sonido de las canicas rozándose, pero era mucho más cantoso. Antes de llegar al fondo, la palanca se salió de la tercera, se volvió inmóvil, también noté como se rompían los rodamientos y toda la parafernalia por dentro. ¡La había cagado!"


Pues nada, ahora lo cuento desde mi perspectiva:

A la media hora de que se fuesen, apareció el rubito con su Kadett, Cachiro iba con él. Me temía lo peor, algún accidente o algo. ¡Me puse de una mala ostia acojonante!

- ¡Me cago en Diooooooooooooos! - exclamé - ¿Y el Fiesta? - le pregunté a Cachiro, alterado.

- ¡Buuuf! He reventado la caja del Fiesta en una reducción. ¡por culpa de éste imbécil! - dice Cachiro, señalando al rubito - ¿A ti te parece normal, reducir a primera yendo de tramo?

- ¿Sólo? - le pregunto, más calmado.

- ¿Sólo lo qué, la reducción? - pregunta Cachiro.

- ¡No, imbécil! Los daños del Fiesta. - le replico a Cachiro.

- Sí, sólo. - dice Cachiro, lamentándose.

- ¡Ni sólo ni ostias! Me lo arreglas, pero poniendo el mismo grupo con autoblocante. - le indiqué a Cachiro, cabreado.

- ¡Ya, por quién me tomas, tio! - me decía, lamentándose.

Me contó todo lo que pasó en la carrera, Cachiro le perdonó la apuesta al rubito, le soltó un discurso sobre humildad y el rubito debería de haberle chupado la polla. Si fuese Cachiro, ya tendríamos transporte para volver a Lugo. El rubito nos llevó hasta dónde estaba el Fiesta, nos debía el favor por haberle perdonado la apuesta. Pero bueno, antes de despedirse del rubito, sacamos la pasta del maletero del rubito (no era plan dejar las bolsas con el dinero en el Fiesta, en medio de la nada). Al rubito se le había derramado un poco de coca en el maletín que la llevaba, por el pique:

- ¡Ten cuidado con enseñarle a este un Kadett con un poco de coca derramada, te lo quema! - le decía Cachiro al rubito, mientras éste últimos se iba, refiriéndose al primer Kadett que tuvo, riéndose.

Metimos las bolsas de dinero en el Fiesta. Llamamos a la grúa del seguro, cargaron el Fiesta y nos montamos en la grúa, directos al garaje de la casa de Cachiro. Dejé el Fiesta allí, me llevó a casa en su BMW y el ya se encargaría de llevarle el dinero a Casares, también me entregaría mi parte al día siguiente.

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17 de marzo de 1996.

Me levanté a eso de las 14:30h para recibir a mis padres, venían a visitarme y de paso, a comer. A las 15:15h, Cachiro me llamó:

- ¡Buenas! - me saluda - ¿Qué tal, tio? - me pregunta Cachiro.

- ¡Fenomenal, tio! - le contesté - Ahora mismo estoy comiendo con mis padres, se han pasado por aquí con cabrito y la de Dios.

- ¡Qué mamón! - me dice, riéndose - Por cierto, ¡tengo fichado un grupo corto con autoblocante! - exclama Cachiro, emocionado - Y de máximo nivel, ¡nada de polladas nacionales!

- Coño, ¿cómo es eso de qué no es nacional? - le pregunté.

- Pues eso, ¡traído de Alemania! Es para motores CVH, según el mecánico. - me explica Cachiro.

- Mi motor es CVH. - le digo.

- ¡Pues eso, tio! Desde primera hasta tercera es brutal, la cuarta y la quinta están más pensadas para el desahogo en carretera. - dice, como leyendo un prospecto - ¿Te la encargo? - me pregunta.

- ¡Pues encárgamela, Cachi! - le contesto, emocionado.

- ¡Dicho y hecho! Según el mecánico, para el viernes está aquí. - dice Cachiro.

- ¿Y el dinero del envío, cómo va el tema? - le pregunto.

- Casares está en Baiona, vuelve hoy por la noche. Lo miramos mañana ¿Vale? - me propone.

- ¡Vale, vale! - acepté.

- Por cierto, acércate hasta mi casa a eso de las 16:30h con el Orion de tu padre, ¡tengo una sorpresa para tí! - me dice Cachiro.

Le pedí permiso a mi padre para pillar el Orion, permiso concedido y llave en mano, salgo a por el Orion. El Orion, había cambiado mucho desde cuando se lo pillaba de estrangis. ¿Qué decir sobre ello? Pues, en aquella época en la que andaba de desguaces todo el día, encontré un Orion con el Kit RS con el motor y el vano quemado. Le comenté el rollo a mi padre, pues a él siempre le molaron los Orion con ese kit y siempre fantaseaba con ir a la concesión a pedirlo, pero las cien mil pesetas que costaba en auto-recambios, le tiraban para atrás. Se lo conté y le encantó, al día siguiente, pilló una furgoneta de la escuela-taller en la que trabajaba para transportar el kit a un chapista, para pintarlo. Pagamos 30.000 pesetas, más otras 30.000 en pintarlo del color del Orion de mi padre (incluídas las tiras de las defensas que costaron un pastón), más otras 15.000 por las llantas sin neumáticos, en definitiva:

Imagen Enviada

Pues eso, mi padre se quedaba leyendo la prensa en la mesa del salón y mi madre, se ponía a limpiar la casa (tenía cojones, le estaba pagando a una asistenta). A las 17:30h, debía estar de vuelta con el Orion. Arranqué el Orion de mi padre y salí directo a la casa de Cachiro. El motor de 105 caballos se movía bastante bien por carretera, hasta sonaba mejor que mi Fiesta. Al caso, llegué a casa de Cachiro veinte minutos más tarde, había tráfico. Pité, salió Cachiro por la puerta y se montó en el Orion:

- ¡Buenas! - me saluda - Tira hacia al Arrás.

Salimos directos al Arrás y llegamos en diez minutos, aparcamos al lado de un Fiesta Turbo negro, tal y como me indicó Cachiro:

Imagen Enviada

Dentro del Fiesta había un chico, en cuanto miró a Cachiro se bajó del coche y nosotros igual:

- ¡Buenas! A ver, ¿es éste el coche?

- Sí, es de un cliente que está en Alemania visitando a la familia de su mujer. - dice el chico - Volverá la semana que viene.

- ¡Perfecto! - dice Cachiro riéndose, mientras mira el Fiesta Turbo - Mira Pablo, ¡he aquí tu sorpresa!

- ¿Mi sorpresa? - pregunto confundido - ¡No entiendo nada, tio!

- ¡Pues J@$~#R, macho! Es fácil de entender, ¡he conseguido un coche para qué puedas andar, mientras llega tu grupo corto!

Cachiro había hablado con un colega que tenía una guardería de coches, me prestaban éste Fiesta Turbo hasta al viernes. al mediodía. Cachiro decidió probar el Fiesta primero, para llevar al colega hasta su casa. Yo tiré directo a casa, devolví el Orion y me quedé un rato hablando con mis padres, sobre cosas del trabajo, pero del trabajo decente. A los veinte minutos, Cachiro timbra:

- ¡Puto Fiesta! Es jodido de llevar, ¿eh? - decía Cachiro.

Y tanto que era jodido, en el tiempo que lo llevé ese día, me pareció difícil de conducir, pero los Kadett eran peor

Editado por FerregachoGZ, 18 septiembre 2010 - 19:47:42.


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Muchas gracias por estos relatos...


q continuen...jejeje

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Escrito 20 septiembre 2010 - 20:25:55

Miércoles, 27 de marzo de 1996.

Han pasado dos semanas desde el último envío, Cachiro me arregló el coche. Sobre el Fiesta Turbo, aquel coche tenía unas pelotas impresionantes y el turbo, me enamoró. ¿Mi XR2? Ahora tenía un temperamento más relajado con la nueva caja, pero seguía siendo clave en pequeños tramos, aunque claro, comparado con el Fiesta Turbo, eran dos mundos totalmente diferentes. Al tema del millón, cobré ese dinero, pero no sólo por aquella ruta, debía de hacer un par de trabajos más para hablar de más dinero.

Pero bueno, ¡Cachiro y yo teníamos más trabajo! El día anterior, Casares nos llamó para explicarnos el chollo:

"Debéis ir hasta Mallorca y pillar diez kilogramos de cocaína pura. Pillaréis un tren - nos entregó dos billetes para el tren - para ir hasta Barcelona y desde allí, ferry para llegar a la isla. Ya en Mallorca, haréis efectiva la compra el sábado por la noche, iréis al "Dance Hall", una discoteca de la isla. Buscáis al encargado y le deciís que sois los de Lugo, acto seguido, os llevará junto al mandamás del local. El mandamás no es un fulano, es una tía que se llama Lolita, le entregaréis este cheque del Banesto y le daréis vuestro número de móvil, - nos entregó el cheque -, a la mañana siguiente, si todo está en orden, os llamarán para entregaros la coca. Ahí ya os volvéis a Barcelona en ferry, aquí entra otra persona, un conocido mío, volveréis a Lugo con él. ¿De acuerdo?"

Pagaríamos el hotel y el ferry con una tarjeta de crédito (con su correspondiente número secreto) que nos entregó Casares, estaba a nombre de Cachiro. Nos entregó el número de teléfono móvil de su colega para volver a Barcelona, eso ya lo concretaríamos nosotros a la vuelta.

Pedí tres dias libres en el chollo y me los descontarían del sueldo, pero bueno, con un millón en el banco, poco me importaba. Segun el billete, saldríamos hoy a las 18:45h desde la estación de Lugo hasta Barcelona. Pillamos un taxi para ir hasta a la estación, más que nada, para no tener que dejar nuestros coches en el parking y por consiguiente, si no llevábamos nuestros coches, cargar con las maletas en autobús urbano o peor, andando. Ya descargando las maletas del taxi, en la estación:

- ¿Llevas los billetes y el cheque encima? Vamos, ¡todo! - le pregunto a Cachiro.

- ¡Si home, sí! - me responde, comprobando la bandolera.

Nos colocamos en el tren y nos turnamos para dormir, para vigilar las maletas y tal. Llegamos a Barcelona a las 10:00h del día siguiente, llamamos a la empresa de ferry de la ciudad, el próximo viaje hasta Mallorca sería al día siguiente a las 10:30h, nos sobraba un día y decidimos pasarlo paseando por la ciudad condal. Buscamos un hotel y dejamos las maletas, pillamos dinero en efectivo en un cajero y a conocer mundo. En Barcelona, descubrimos que nuestra querida capital Lugo, era un pueblucho. La variedad de personas de la ciudad condal era acojonante, el comentario de Cachiro respecto al rollo:

- ¡Cuánto sudaca y cuánto moro hay por aquí, Pablo! - me decía por lo bajo.

Por curiosidad, ese mismo día llamamos al colega de Casares de Barcelona, le contamos de quedar para hablar del rollo antes de hacer nada en Mallorca, aceptó. Se pasaría por nuestro hotel a las 18:00h, así que decidimos hablar del rollo en el bar del hotel mientras tanto:

- ¿No estamos llegando demasiado lejos, Cachi? - le pregunto, removiendo el vaso de la crema.

- Sí, aunque ya habíamos llegado lejos al entrar en los rollos de la coca en el '93. - contesta Cachiro, haciendo un gesto de lamento.

- Y, ¿cómo entrastéis? - le pregunté por curiosidad.

- Pues, ¿sabes tu colega Chus, el del AX? - me pregunta.

- ¿Cómo sabes el rollo de Chus? - le pregunto, ya que nunca se lo había presentado, ni había coincidido ni con Casares ni él con Chus.

- Tio, Lugo es pequeño. - me contesta, mientras trata de encenderse un pitillo - Además, ¿crees qué Casares te iba a dejar andar a tus anchas, después de entrar en el rollo? Casares te tenía pipeado desde el momento en que lo dejaste, por si acaso soplabas algo. - me contesta.

- Y, ¿qué pinta Chus en todo esto? - le pregunto, encendiéndome un pitillo.

- ¡J@$~#R, Pablo! - exclama - No tienes ni p#%@ idea de nada, Chus es tan marronero como nosotros. - dice, dando dos golpes en la mesa del bar del hotel - Chus era primo de los anteriores socios de Casares, eran unos paletos de Becerreá que llevaban con Casares desde que se metió en el negocio de los porros. Todos esos primos se gastaban el dinero de los putos porros, en p#%@$ y cocaína. Pero bueno, esos fulanos le dieron la idea de trabajar con coca a Casares y claro, las primas de todo este rollo, subieron una barbaridad. - le da una calada al pitillo - A todo esto, ¡yo ya estaba relacionado con Casares!

- ¿Chus era socio de Casares? - le pregunto, flipando.

- No exactamente, sólo andaba con los primos chuleándose. - le pega una calada - Los seguía a todas partes. - contesta.

- Pues mira, ¡me parece raro qué Chus ande en esos rollos, es buen fulano! - le digo.

- ¿Y tú no lo eres, yo tampoco soy buen fulano? ¡Porqué tú también estás metido el rollo de la coca! - me contesta.

- Bueno, no quiero decir eso. ¡Sigue contando, tio! - le propuse, pegándole una calada al pitillo.

- Pues, ¡a ver! - le pega una calada - Ganábamos mucha pasta todos los de la cuadrilla de Paquiño, ¡qué éramos los de Becerreá, Casares y yo! Casares se gastó la pasta en el Serrucho, yo me la gasté en alquilar una casa y preparar el Kadett y claro, los de Becerreá en p#%@$, ¡porqué la cocaína ya nos la fangaban ellos! - me contesta, dándole una calada al pitillo al final.

- O sea, ¿mandásteis a los de Becerreá a tomar por saco por qué os jodían la coca? - le pregunté, deduciendo.

- Correcto, ¡veo qué ya te vas enterando! - me contesta, dándole un trago a su crema.

- Vale. - contesté, mientras le pegaba otra calada al pitillo y lo apagaba en el cenicero - Con todo ésto, ¿me estás contando que Chus era un puto crío qué se chafardeaba con sus primos? ¡Nada más, tio! - le pregunté a Cachiro, esperando más respuestas.

- ¡Aún no he acabado, amigo! - apaga el pitillo - Chus y sus primos nos tendían emboscadas, ¡chivatazos y malas lenguas de todo tipo, tio! Por ejemplo, de Casares soltaron todo lo posible para que lo empapelaran, pero García ya estaba de nuestra parte y apenas pasó nada. - se enciende otro pitillo - ¡Hasta de mí, tio! Chus soltó que maté a un fulano con un GT Turbo blanco en un pique, ¡cuándo yo, chaval! No me crucé en toda mi p#%@ vida con aquel fulano. - hace un gesto de mal humor - Si fuese por mí, ¡los mataba a todos! Pero Casares no quiere, y claro, ¡palabra de Casares, te alabamos Señor!

El ambiente se relajó, Cachiro se fumó otro pitillo más para traquilizarse, yo también. Todo aquello que me contó Cachiro, me hizo darle vueltas a la cabeza de seguido. Pero bueno, eran las 18:15h y el colega de Casares ya se retrasaba. De repente, enfrente del bar del hotel apareció el ex-Sierra Cosworth de Casares, matrícula de Lugo, ¡por supuesto!

Imagen Enviada

Del Sierra se bajó el hermano de Casares, el "Jrober", el dueño del Supercinco GT Turbo amarillo que remolqué. Llevaba sin verlo desde el '94, Casares me contó que estaba estudiando derecho en la universidad, pero pensé que estaría en Santiago como estaba Elena. Y Cachiro no podía creérselo:

- ¿No me jodas qué es el "Jrober"? - dice, poniendo cara de estar flipando - ¡El fulano con el qué hablé por el teléfono, hablaba decentemente!

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Miércoles, 27 de marzo de 1996.(Continuación)

Pagué las cremas y salimos del hotel, empezamos a hablar con Jrober. Al parecer, llevaba dos años en la ciudad condal estudiando derecho en una universidad privada, de máximo nivel como diría Casares. Desde que llegó a la universidad, los profesores le recomendaron un logopeda que según decía Jrober, enseñaba a extranjeros a hablar correctamente el castellano nacional. Y bueno, Casares le había cedido el Sierra a su hermano para moverse por Barcelona, Jrober estaba ilusionado con el coche, aunque no contento:

"Llevo con el coche en Barcelona un año, ya me lo han intentado robar cinco veces y, ¡porqué tengo alarma! Qué sino, se lo llevaban."


La vida en Barcelona con un Sierra Cosworth, tal como nos contaba Jrober, era difícil. El Sierra también había cambiado, llevaba una preparación de motor que elevaba la potencia a 270 cv, según él, para no llegar tarde a la universidad por la autopista. ¡J@$~#R! Algunos llevamos 100 cv y ya nos llega de cojones.

- Bueno, ¿queréis tomar algo en uno de los mejores pafetos de Barcelona? - nos propone Jrober - ¡Allí se mueve toda la jet set de la ciudad! - nos dice, riéndose.

- ¡Perfecto! - responde Cachiro, riéndose - ¿Conduces tú, Jrober? - le pregunta de coña, ya que Jrober tenía pocas manos con su GT Turbo.

- J@$~#R, Cachi. - le digo - ¡Ahora le podremos llamar tranquilamente, Rober! ¿O no? - digo riéndome, mirando a Jrober.

- ¡Para, para y para! Aún no le he oído pronunciar alguna erre. - dice Cachiro, riéndose.

- Pablo, ¿a ti te vale X-erre-2? - contesta Rober entonando la erre perfectamente, riéndose.

- ¡Yo me parto el culo, tio! - dice Cachiro riéndose, mientras se sube en el Recaro del acompañante del Sierra.

Salimos de allí a toda pastilla, el Sierra tenía un empuje impresionante. En ese momento, deseé tener otra vez en mis manos aquel Fiesta Turbo, la impresión de estar dentro de un Cosworth comiéndose el asfalto, la había vivido en parte, en aquel Fiesta. Llegamos al pub, al ver en la puerta un 911 y un Ferrari Testarrosa aparcados, ya me imaginaba de que iba el rollo. Aparcamos el Sierra en doble fil y salimos, en la entrada, llena de niñatos con polos de Lacoste, solo bastó el saludo de Rober al portero para pasar:

- ¡Bueno qué, parece qué hay chollo, Manolo! - le decía Rober al portero, mientras entrábamos.

Dentro del pub con música dance de fondo, pedimos algo y empezamos a hablar de la discoteca, ¡qué si máximo nivel, qué si es la de Dios y mi madre! El sitio era impresionante, tías buenas por todas partes, Ch|_|0p#%@ trajeados metiéndoles mano y viejos verdes con p#%@$ y cocaína.

- ¡Bienvenido a los '90 en grado puro, neno! - decía Cachiro, siguiendo con la mirada a una rubiaza.

Entre pitos y flautas, Rober era el puto amo del pub, todas las chicas le saludaban y con mucho morbo. También nos habían invitado a tomar algo en el despacho del mandamás, subimos y entramos, en la habitación había dos chicas haciéndole compañía al dueño:

- ¡Buenas, Roberto! - le saluda el dueño - Has hablado con tu hermano, ¿sobre lo de los cincuenta kilos de coca?

- No, pero aquí tienes a sus esbirros. - le contesta, mientras se sienta en otro sofá del despacho.

El dueño quería encargarnos esa cantidad y pagarnos tantos millones, según él:

"¡Qué pies tiene un ciempiés!"

Al salir del pub, Rober nos contó que Casares pasaba de hacer negocios con ese fulano. Tal vez, por la historia de Paquiño en Barcelona.

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Jueves, 28 de marzo de 1996.

Al acabar la noche con Rober, este nos dejó en el hotel para poder descansar y pillar el ferry a la mañana siguiente. Nos levantamos a las 9:00h, nos duchamos, pagamos el hotel y pillamos un taxi para embarcar en el ferry. Estando en la taquilla de entradas:

- ¿Qué haremos en Mallorca mientras tanto? - le pregunto a Cachiro.

- Mallorca es fonki, ¡malo será! - responde, haciendo alusión a una canción de la Opepé.

Llegamos a la isla a las 15:00h y alquilamos un coche, un Escort TD:

Imagen Enviada

Empezamos a dar vueltas por Mallorca, bordeando el paseo marítimo mirando el panorama. Coches deportivos, viejos adinerados en terrazas de bar y tias, muchas tias buenas. Cachiro dice:

- ¡Joooder! - exclama - ¡Y yo que pensaba que ya había visto de todo en mi vida, tio! - dice riéndose, mirando para un grupo de morenazas.

Encontramos hotel, muy barato y discreto pero claro, no tenía piscina, estaba a tres kilómetros de la playa y parecía que habíamos viajado veinte años atrás en el tiempo. Eso sí, costaba 5.000 pesetas la noche una doble. Pillamos el Escort y nos dirigimos a una zona de taxis, pillamos un taxi que era un híbrido entre un 405 Diésel y un Mi16 en estética, estaba guapo, ¡eh! Pues eso, le indicamos de ir al Dance Hall (el local de la compra), al cuarto de hora, llegamos a la zona de fiesta de Mallorca. Ilusos de nosotros, pensábamos que uno de esos locales de máximo nivel sería cómo el Dance Hall, pero para nada, estaba situado a más distancia de esa zona, concretamente, a dos kilómetros. En cuánto llegamos, el taxista dice:

- ¡No sé, cómo tenéis cojones de acercaros por aquí!

- ¿Y luego, no será un local de maricones o lesbianas? - le pregunté riéndome, debido a anteriores situaciones.

- ¡No hombre, no! - se queda el taxista en blanco - Bueno sí, ¡antes lo era! - se empieza a reir - Ahora solo se mueven gitanos por aquí. - nos dice.

- Vale, volvamos a la zona de taxis, dónde le hemos encontrado. - le dice Cachiro.

Volvimos a la zona de taxis, pillamos el Escort y empezamos a hacer turismo por Mallorca en pleno Marzo. Cenamos en un restuarante de máximo nivel, aunque claro, ¡el bogavante del norte no lo supera ni Dios! Por la noche tomamos un par de copas por la zona de marcha de la isla. Nos volvimos al hotel a las 4:00h, para dormir.

Al día siguiente, nos levantaron las chicas de la limpieza del hotel. Posteriormente, una hora más tarde mientras desayunábamos, me llamó Casares:

- Mamón, ¿qué tal la buena vida?

- ¡Coño, Casares! - exclamé - Pues de p#%@ madre. Por cierto, el Dance Hall este, ¿es un local de gitanos? - le pregunté.

- Sí, ¿por?

- Pues coño, ¡podrías especificarlo antes de venir! - le digo.

- Y luego, ¿ha pasado algo? - me pregunta Casares.

- No, ¡pero J@$~#R! - comenté enfadado - Y, ¿sí pasa, qué cojones hacemos? - le pregunto.

- Tranquilo, Cachiro lleva una pipa. - me dice, tranquilamente.

Aquel último comentario me tranquilizó, al mismo tiempo qué hizo que me enfadase. Al acabar la conversa, le digo a Cachiro:

- ¡J@$~#R, Cachi! Siempre soy el puto último mono en enterarse. - le digo, debido a que no sabía nada de la pistola - Llevas una pipa y no sabía nada, tio. - le comenté por lo bajo.

- Mira, ¡sería mejor que no lo supieras! - me responde.

- Y, ¿por qué? - le pregunto.

- Porqué cuando llevas un arma, te vuelves mucho más chulito. - me dice, mientras le da un sorbo al café - Los de Becerreá, mira que no montaron peleas, para luego amenazar a la peña con la pistola que les había entregado Casares.


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Sábado, 30 de marzo de 1996.

Ayer apenas hicimos nada, solo pasear y tomar algo por las numerosas terrazas de bar de la isla. Hoy era el día y eran las 23:00h, nos preparamos para salir y pillamos el cheque, nos montamos en el Escort y directos al Dance Hall. Las noches de sábado en Mallorca, incluso en Marzo, eran acojonantes. Tardamos tres cuartos de hora en llegar al Dance Hall, fuimos por la misma ruta por la que nos llevó el taxista hace dos dias, o sea, cruzamos toda la zona de marcha.

Al llegar al Dance Hall, decir que el local, estaba en medio de la nada en un desvío procedente de una buena carretera. Se notaba el pésimo nivel que tenía el sitio, como nos comentaba el taxista, gitanos apoyados en la pared y algún que otro yonkazo por allí. Aparcamos el Escort entre dos Mercedacos antiguos de cojones, al bajar y pillar la bandolera con el cheque dentro, Cachiro colocó la pipa a mano por si acaso.

Entramos dentro, no sin antes percibir malas miradas por parte de los gitanos que había en la puerta. Imagináos, ¡todo esto con Los Chunguitos de fondo! Pedimos un par de cremas en la barra, nos atendió una gitana guapísima, lo único bueno del local. A los cinco minutos, Cachiro le pregunta a la chica:

- ¡Oye! - le llama la atención, cosa imposible con la música alta de cojones - ¡¿Está por aquí el encargado?! - le pregunta.

- ¡¿Quién?! - pregunta, pero acompañando el gesto de no tener ni p#%@ idea de lo que sería el encargado del local.

- J@$~#R. - piensa en como decírselo - ¡El jefe, guapa! - le dice Cachiro.

- ¡Aaaaaaah! - hace un gesto de asimilación y empieza a buscar por el local - ¡Camiiiiiiiiiilo! - exclama, mirando para un gitano gordo de cojones.

El gitano se acerca a la barra y pregunta lo que pasa. La chica le dice que nosotros le estábamos buscando. La conversa, fue tal que así:

- ¿Qué coño queréis? Payos de mierda. - suelta el gitano, depués de mirarnos de arriba a abajo.

- ¿Cómo que qué coño? ¡Gitano de los cojones! - le suelta Cachiro.

Acto seguido, el gitano saca una pipa y dispara al aire:

- ¡Me cago en tus muertos! A mí me tienes respeto o te mato aquí mismo. - dice el gitano, apuntándole.

- ¡Me caaaaaago en Dios! - dice Cachiro riéndose y con mala ostia a la vez - ¿Qué pasa, quieres competir a ver quién la tiene más grande? - dice Cachiro, al mismo tiempo que saca su pipa, de un calibre acojonante en comparación al del gitano.

Acto seguido, la música deja de sonar y la camarera saca otro pequeño calibre de debajo de la barra y nos apunta. A la vez que otro par de gitanos que andaban por el local, también nos apuntan.

- ¡De p#%@ madre, Stallone! - le digo a Cachiro.

- Tranquilidad, ¡somos los de Lugo! - exclama Cachiro.

- ¡Cómo si sois de León, pal hoyo que vais! - suelta Camilo, el gitano.

Al acabar de decir la frase el gitano, apareció una mujer, ¡vestida como una pitonisa o la madre que me parió!:

- ¡Camilo, suelta la pistola! - le dice la mujer - Qué vienen a hacer negocios.

- ¡Vale, jefa! - dice el gitano, mientras guarda la pipa - ¡Porqué lo ha dicho la Lola, qué sino, os veo de cojones! - nos dice a nosotros.

La mujer empieza a hablar con nosotros y nos lleva a su "despacho", le contamos todo lo que pasó y nos recomendó que pasáramos de Camilo, el gitano. Llegamos al "despacho", si el hotel ya nos parecía antiguo, el despacho de Lolita, ya nos parecía Patrimonio de la Humanidad. Sofás de cuero marrones, una gramola, una radio de madera, un sillón de cuero negro desgastadísimo y, ¡una mesa de la época de sabe Dios! Empezamos a hablar:

- ¡Bueno, chavales! - dice Lolita, mientras se sienta en el sillón - Sentáos.

- Pues bueno, ¿usted ya lo ha hablado con nuestro compañero, no? El modus operandi, ¡vamos! - le preguntó Cachiro, refiriéndose a si lo había hablado con Casares.

- ¡Sí, chaval! - asiente Lolita con la cabeza - Ya me lo explicó, apuntadme vuestro número de teléfono aquí y entregadme el talón. - nos dice, mientras nos da un post-it para apuntar el número.

Le apuntamos el número en el post-it, al momento nos ofrece un poco de chinchón para celebrar el negocio. Nosotros pasamos, le soltamos la excusa de que debíamos conducir y ya íbamos un poco bebidos. Salimos del "despacho", pasamos al lado de Camilo, el gitano, se nos quedó mirando con una mala ostia impresionante mientras se bebía de un trago un vaso de whiskey.




Ah comentan en forocoches que la primera parte esta recopilada en pdf...



EDITO :
LINK http://www.megaupload.com/?d=3JVX2VSD

EN GOOGLE DOCS también ESTA https://docs.google....lMTgwZjM3&hl=es

Editado por FerregachoGZ, 20 septiembre 2010 - 20:27:28.


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Escrito 21 septiembre 2010 - 17:15:50

Sábado, 30 de marzo 1996 - Domingo, 31 de marzo de 1996 (continuación).

Mientras salíamos por la puerta, Camilo suelta por lo bajo:

- Mierda de payos. - tose - Si los pillase en la calle, ya estaban muertos.

Cachiro y yo lo oímos perfectamente y claro, Cachiro saltó a la conversa:

- Mira, ten cuidado. Porqué como te pille sin todos tus chupapollas delante, a lo mejor ibas a ser tu el fiambre. Y vámonos Pablo, ¡qué ya estoy hasta las pelotas de ver a este saco de mierda delante mía!

Acto seguido, Camilo se abalanzó con una navaja directo a Cachiro, pero yo me puse por delante y me clavó la navaja en el antebrazo. Cachiro se abalanzó sobre Camilo, lo tiró al suelo y empezó a darle puñetazos en la cara, el último golpe lo rebordó colocando su Lotus de aluminio en los dedos, a modo de puño americano y dándole en la nariz, dejándolo inconsciente en el acto. Los del bar sólo miraban, seguramente no entraron a la pelea por llamarles antes la atención Lola. Yo no saqué la navaja del brazo por si me desangraba, estaba sentado y apoyado mirando el espectáculo entre Cachiro y Camilo.

- ¡Y cómo vosotros me jodáis, os remato con la pipa! - dice Cachiro a los que estaban en el bar, al levantarse y colocarse el reloj - Qué seguramente no esté roñosa como las vuestras.

Cachiro me sacó rápidamente del Dance Hall, montamos en el Escort para encontrar un hospital y nos topamos con una patrulla de Policía Local de la isla. Cachiro le hizo señas con las luces y se paró en medio de la carretera, los policías se pararon a nuestro lado:

- Estábamos paseando por aquí y ¡ostiá! De repente salen dos fulanos e intentan atracarnos, nos resistimos y le clavaron la navaja en el brazo al colega. - le mentía Cachiro, estando los dos coches en medio de la carretera.

La patrulla puso las luces de emergencia y nos preguntaron si daríamos seguido su ritmo, por supuesto que dábamos. En diez minutos siguiendo a la patrulla, nos llevaron a un hospital en la capital. Entramos en Urgencias, entre que me sacaron la navaja y me hacían los tratamientos específicos, estuvimos allí hasta las cinco de la mañana. Salimos de allí e imagináos a mí, con el brazo vendado, medio atontado de lo que me dieron para el dolor y con Cachiro preguntándome todo el tiempo si estaba bien, acabé hasta las pelotas de Mallorca.

Nos volvimos al hotel para que yo descansase, Cachiro quería ir a aclarar las cuentas al Dance Hall. A continuación, relato desde la perspectiva de Cachiro:

"Llegué al Dance Hall, Camilo estaba cerrando la persiana del local y Lola estaba con él. Fui hacia a ellos con la pipa en la cintura por detrás, por si acaso. Le conté todo el rollo a Lola, lo que pasó con Pablo y el hospital. Ella hizo que Camilo se disculpase ante mí, aunque no acepté esas disculpas, si Pablo muriese, no sabría explicar lo que llegaría a hacerle."

Al día siguiente, Cachiro madruga y me deja descansar por lo de anoche. Lola le llama al teléfono y le informa de que todo está en orden, a las 11:00h se realizaría la entrega en la puerta del hotel, la entrega la organizó Cachiro. Me levanté a las 10.30h con un sabor de boca acojonantemente asqueroso y medio ido por todo lo que me habían dado en el hospital, vamos, ¡como después de pasar una resaca!

Cachiro me explica el rollo de la entrega, a las 11:00h ya estábamos en la puerta del hotel. Un cuarto de hora más tarde, aparecía Lola en un Mercedacos de los que estaban aparcados ayer a la madrugada en el Dance Hall, conducido por Camilo (¡con la cara guapa de cojones, eh!):

Imagen Enviada

Lola se baja y Camilo se queda en el Mercedes, Cachiro le dice a Lola:

- ¿Está el tema?

- Sí, en el maletero del coche. Por cierto, fenomenal el trato con vuestro jefe, mandadle mi enhorabuena. A ver si podremos trabajar una vez más. - contesta Lola.

- No creo. Lo de ayer a la noche, ha sido la gota que colmó el vaso. - le contesta Cachiro.

- Ya, lo siento mucho. Es mi sobrino y está muy trallado por la vida que ha llevado. - contesta Lola, apenada - Por cierto muchacho, ¿estás bien? - me pregunta.

- Trato de estarlo. - le contesto - ¿Nos vamos, Cachiro? - le pregunto a Cachiro.

- Sí. ¡Nos vamos! - contesta - ¡Bueno, señora! Un placer por su parte. - le dice Cachiro a Lola.

- Igualmente muchachos, y perdonadme. - se lamenta Lola.

Abrimos el maletero del Mercedes y había un par de bolsas de deporte, comprobamos el material. Cachiro se pasa una poca por los dientes y da el visto bueno a la mercancía, sacamos las bolsas y las metemos en el Escort alquilado. Lola y Camilo salen de allí en el Mercedes.

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Domingo, 31 de Marzo de 1996 (continuación).

Pagamos el hotel con la tarjeta de crédito, pillamos el Escort y vamos hasta la estación. Estaba abierta, ya que al ser fin de semana, había mucho dominguero de la zona mediterránea de la península que hacía viajes hasta Mallorca. Devolvemos el Escort en la oficina de alquiler y pillamos los pasajes para el ferry con destino a Barcelona para salir a las 15:00h. Hasta salir en el ferry, charlamos y comimos en un bar cercano.

Ya era hora, pillamos el ferry y llegamos a las 20:00h a Barcelona. En el ferry llegando a Barcelona, Cachiro ya había llamado a Rober para que viniese a buscarnos a la zona de llegada. Pues eso, bajamos del ferry con el equipaje en la mano (nada menos que unos cuantos millones en polvo) y buscamos el Cosworth de Rober, pero nada, no estaba. Al cabo de media hora, apareció por allí:

- Bueno, ¿qué ostia pasa? - le suelta Cachiro, al bajarnos Rober la ventanilla del Cosworth - ¿Piensas que somos una cita y te haces el interesante?

- ¡Buuuf! Estaba en el bar tomando algo y me acabaron liando los de la Uni. - le contesta Rober.

- Anda, ¡dale para abrir el maletero! - le dice Cachiro.

Le contamos todo el rollo a Rober, lo de la navaja y la pelea con el gitano. Cachiro soltó la gracia de que el Lotus aún seguía funcionando, yo ya ni me acordaba del golpe con el reloj. Pasamos de hacer el viaje, Rober aún no tenía preparadas las maletas para la muda del viaje de ida y vuelta. Nos llevó hasta su casa, pasaríamos allí la noche hasta mañana a las 14:00h que saldríamos, descartamos ir por la mañana debido al tráfico de la zona a esas horas.

Al día siguiente me desperté a las 10:00h, salí a fumar un pitillo y aproveché para dar una vuelta por Barcelona. Por una acera de una calle de un sólo sentido, me encontré a un hombre mayor poniéndole un cartel de Se Vende a su coche. Me interesé en aquel coche, era un Escort RS Turbo.

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Nada más ver lo que tenía delante, le comenté al dueño que quitase el cartel, ya lo tenía vendido. Hablé con él sobre el coche, se lo compró nuevo en el '88 para cambiar su viejo Seat 850, fue tal que así:

"Pues los fines de semana, iba al pueblo, hacía unos veinte kilómetros por carretera nacional, aún por encima, por pendiente. No podía adelantar a los camiones con el 850, me hacía falta potencia para ello y eso, era un peligro. Cerca de aquí había una concesión Ford, entré para informarme y les comenté el caso de que necesitaba potencia para adelantar camiones. Me endosaron este coche y ¡qué decir! Adelantaba a los camiones hasta en cuarta."


El coche tenía 78.000 kilómetros, ningún mísero roce o golpe y lo vendía para pagarle la señal de un piso a su hija. Matrícula de Barcelona, tenía como equipamiento extra, los asientos Recaro y el paquete eléctrico (elevalunas eléctricos y cierre centralizado). No tenía techo solar, pero daba igual, se lo pondría como ya hice con el Fiesta.

El dueño, José, me lo dejó probar antes de pagarle nada, por si no me convencía. Salimos de allí, esperando su tiempo porque el coche estaba frío, el andar del coche en segunda era lo mismo que en el XR2, sonaba como pidiendo estirar la marcha y cambiar a tercera. Lo probé a fondo por un polígono cercano, con el consentimiento de José ya que según él, "¡así es cómo se venden estos coches!". El coche, comparado con el Fiesta Turbo negro que me prestaron, estaba muy achicado y no sería porque el Escort fuese diferente, ya que casi era el mismo motor, con más favor por parte del Escort al llevar un turbo más grande. Pasaron casi dos horas, con llamadas de Cachiro para saber en dónde estaba, le contesté que volvería pronto, con una buena sorpresa.

Después de probar el coche, le pregunté a José por un Banco Santander, era mi banco y sería sacar el dinero, pagarlo y hacer la transferencia en una gestoría para llevármelo a Lugo. El seguro, sin problema, le quedaba hasta julio. Seguí sus indicaciones hasta un Santander, pillé 800.000 pesetas en efectivo, para pagar las 750.000 que pedía José por el Escort y el resto, para gastos de gestoría y el viaje de vuelta a Lugo. Le pagué el coche en el acto, José me recomendó ir a la gestoría de su cuñado y me comentó que me haría descuento. Llegamos a la gestoría, hicimos las gestiones necesarias y firmamos, el permiso de circulación me lo enviaría la gestoría a casa de mis padres por correo. Allí en la gestoría, me prepararon un papel de compra-venta para hacer el viaje hasta Lugo, sin tener ningún problema por parte de Tráfico.

Al finalizar todo el papeleo, serían las 12:30h, llevé a José hasta a su casa para que sacase todas sus cosas del coche. Subió al piso para darme las llaves de repuesto y todos los papeles que tenía en casa sobre el coche, me marché de allí contentísimo, aunque creo que José, para nada quedó contento. Llegué a casa de Rober y aparqué el coche en doble fila para que bajasen a verlo, timbré al telefonillo y les comenté que bajasen:

- Mamones, ¡bajad rápidamente! - le dije a Rober, que fue el contestó al telefonillo.

Cachiro y Rober bajaron al par de minutos, en cuanto me vieron apoyado en la aleta del Escort y la ventana del mismo bajada, ya se debieron de dar de cuenta:

- ¡Diooooos! - exclama Cachiro - ¿Has comprado un Escort Turbo, Pablo? - me pregunta.

- ¡Correcto, mamón! - le contesto.

- ¿Y cómo cojones, sales de paseo para fumar un cigarro y te compras un coche? - me pregunta Cachiro, flipando.

Le conté todo lo que pasó, después de contárselo, Rober me recomendó aparcarlo en el parking de su edificio, en una plaza que lleva vacía desde siempre. Subí y comimos unos huevos fritos con jamón, a las 14:00h salimos rumbo a Lugo, Rober había cerrado las persianas y la puerta, ¡ahora sí! Camino a Lugo, ¡vamonos!

Al salir de Cataluña, paramos en una gasolinera para repostar el Sierra de Rober, ¡gracias a Dios! El Escort llevaba el tanque lleno. Llevaba toda esa parte del viaje escuchando los 40 principales, así que entré en la gasolinera para pillar un casete. En la gasolinera aún había variedad de cojones, pillé una cinta de Def Con Dos, otra de Los Chichos y otra más de los Chunguitos. Salimos de la gasolinera, por mi parte, con Def Con Dos a tope.

Después de doce horas de viaje, alternando todos los casetes que me había comprado, llegamos a Lugo a las 2:00h.

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Lunes, 1 de abril de 1996.

Llegamos a Lugo a las 2:00h, paramos en un semáforo de la ronda y los dos coches bajamos la ventanilla:

- ¡No sé si tirar a casa, chavales! - les digo.

- ¡Tira, tio! Necesitas descansar, ¡has conducido todo el viaje tú solo! - me dice Cachiro desde el Recaro del conductor, le tocaba conducir a él (se turnaban).

- Perfecto, ¡mañana tengo que ir a buscar a Elena a la estación! - le digo - Mañana te pego una llamada y miramos el tema, ¿vale? - le propuse a Cachiro.

Se pone el disco verde:

- ¡Pues eso, Cachi! - exclamo - ¡Hasta mañana! - me despedí de Cachiro, ya que Rober estaba durmiendo.

Pillé el primer desvío para dar la vuelta, llegué a casa al cuarto de hora siguiente y abrí la puerta del garaje. Entré y aparqué en mi plaza, salí y empecé a fumarme un pitillo. Pensé en el Fiesta, no sabría si venderlo, me quedaría mal sabor de boca ya que había sido mi primer coche. Por eso, pensé en ir a buscarlo a casa de Cachiro con Elena y que ella lo trajese conmigo al pueblo y allí lo guardaríamos, pero bueno, habría que pensar en que hacer antes de nada con esa maravilla de grupo corto. También, esa noche estaba que no cagaba, pensaba sorprender a Elena con el nuevo coche y llevarla a cenar por ahí. Ella, llevaba un mes estudiando sin parar para la evaluación de febrero y durante esta, estuvo anticipándose para volver a conseguir el nivel para disponer de otra beca. ¿La verdad? La chica estaba muy potente en el rollo de los estudios, ¡estaba orgulloso de ella, J@$~#R!

Antes de nada, decir que ya había empezado la Semana Santa y por eso, tenía que ir a buscar a Elena. Al día siguiente, me levanté a las 9:00h para ir a buscarla a la estación:

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Llegué un poco tarde, la encontré al entrar apoyada en una pared, fumándose un pitillo y mirando a ver si aparecía. Me puse a su lado, ella no se pispaba de que era yo el que estaba junto a ella en un Escort blanco, dando acelerones. Estuve así casi un minuto, me cansé y salí del coche para llamarle la atención:

- ¡J@$~#R, morena! - exclamé, riéndome - ¿Te quieres montar? - le pregunto, irónicamente.

- ¿Pablooooo? - se sorprende Elena - ¿Te han dejado otro coche, verdad? - me pregunta.

- No, lo he comprado. - le contesté, contento.

En ese mismo instante, se monta en el coche y me hace una seña para yo también entre, empezamos a hablar más calmados:

- Pablo, ¿hace un mes y pico no tenías dinero para ir de cena, ahora me estás contando que te has comprado un coche? - me pregunta, muy seriamente.

- He cobrado la extra por adelantado y ya sabes, ¡los abuelos siempre están para todo! - le contesté riendo, también mintiendo.

- ¿Y el piso, el Fiesta y todo? - me pregunta, aún más seriamente.

- Bueno, ¿qué ostia pasa? - le contesto, de mala gana - Es mi dinero, Elena. ¡Cómo si me lo gasto en Micro Machines! - le contesté.

Salimos de allí de mala gana, ¿quién cojones era ella, para cuestionarme en qué gastar mi dinero? Pues ella tenía razón, era mi novia y pensaba que aún estaba de currele cobrando un mísero sueldo y con gastos importantes, como el alquiler y los coches. Algún día pensaría en contárselo, pero eso sería el día en que dejase el rollo.

Debía acercarla al piso, ella dejaría las maletas y tendría que llevarla al pueblo, a que visitase a su familia. Llegamos al piso y aparqué en doble fila, dejó sus maletas y la convencí para que condujese:

- ¡Anda, morena! - le solté, mientras le abría la puerta del conductor - ¡Conduce tú, qué me da morbo!

Aceptó, pero vaya desastre, tenía miedo al conducirlo ya que decía que corría mucho. Por la nacional, con el reloj de la temperatura caliente para hacer burradas (de esto último, Elena se dió de cuenta primero), se nos pega un Kadett GT.

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Elena reduce a cuarta y empieza a acelerar, el Kadett igual:

- ¿Qué haces, tía? - le pregunto.

- ¿No te daba morbo verme conducir? - me suelta, riéndose.

Acto seguido, Elena pisa a fondo en cuarta, bajando por una pequeña pendiente. El Escort se pone al tope de revoluciones, casi rozando las 5.800 RPM, cambia a quinta y pillamos una recta mítica del tramo de aquella nacional. Cada vez nos vamos alejando más de aquel Kadett, llega una curva abierta, Elena reduce a cuarta y salimos fogueados por una pequeña cuesta arriba, ya ni vemos el Kadett:

- Pablo, ¡este coche, vuela! - dice Elena, encantada.

¡Y tanto qué volaba! Casi volamos por la cuneta al salir de la gran recta. Elena se relaja, reduce y reduce, hasta bordear el límite de velocidad, 100 km/h. Pero de repente, el Kadett nos pasa a toda ostia, Elena se vuelve a encender:

- ¡Anda, tía! - le suelto - Relájate.

Me hizo caso, no le quedaba otra opción, era mi coche.

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Lunes, 1 de abril de 1996 (continuación).

Ese mismo día, Elena visitó a su familia en el pueblo y yo fui a enseñarle el cacharro a mi padre. No le moló nada que me comprase otro coche y mientras miraba el coche de arriba a abajo, me dice:

- Pero chaval, ¿eres millonario o qué cojones pasa?

- ¡Bueno, papá! - le salté - No me toques los huevos, hasta ahora tengo dinero de sobra.

- Y el Fiesta, ¿iba mal? - me pregunta.

- No, J@$~#R. Pero necesitaba otro coche, para adelantar camiones. - le contesté, riéndome.

- Si hombre, sí. Me dejarás probarlo, ¿no? - me propone.

Se montó en el Escort, maldiciendo los Recaro (decir que mi padre nunca se montó en el Fiesta, llevando Recaro) en la zona lumbar. Se puso el cinto y arrancó el cañambro, estiró la primera, como bien hacía mi padre en todos sus coches y estiró segunda, tercera y parte de la cuarta:

- Esto tiene mucha fuerza, ¿eh? - me dice, pasando a fondo por la recta del bar del pueblo - ¿Cuántos caballos tiene? - pregunta.

- Pues, 100 o por ahí. - le contesté, mintiendo.

- Pues anda más que el mío y eso que supera al tuyo en potencia. - dice, reduciendo - Pero claro, el mío son 105 caballos con calidad, ¡chaval! - decía como siempre, orgulloso del Orion.

- Pero es por la sensación del turbo, papá. - le contesté.

- Será, será. - dice.

A mi padre no le gustó el coche, por los putos asientos solamente. Siempre intentaba chincharme, pero me la sudaba, le daba cera en todos los casos. Hablé con mi padre sobre qué hacer con el Fiesta:

- Déjaselo a Elena, para callejear por Santiago y venir a Lugo por vacaciones.

Mi padre me comentó una buena idea, no se me había pasado por la cabeza desde que compré el Escort. Volví a buscarla a casa de sus padres, por el camino de vuelta a Lugo, le comenté la idea que me había dado mi padre, le encantó:

- ¡Fenomenal, Pablo! Mi padre me iba a dejar su coche (un Renault 9) para ello, pero entre que no me gustaba y está apunto de acabarse el curso no me había decidido. Con el Fiesta, seré la chica más marronera de la Facultad. - decía Elena, riéndose.

- Sí, como te joda un radar de carretera o algo. Pagas tú las multas. - le decía, riéndome.

Llegamos a Lugo y quedé con Cachiro, quedamos en tomar algo en el Arrás. Cachiro se traería a un viejo ligue, para compensar las compañías. Elena y yo llegamos al Arrás, Cachiro tenía el BMW en el aparcamiento y por allí, pululaban Chus y compañía, aparqué y se acerca Chus a saludarme:

- Coño, ¿y este coche? - dice, mientras se acerca a mí - ¿Lo compraste? - me pregunta.

- Sí, ¡ayer mismo, tio! - le contesté.

- ¡Buuf! Está precioso, tio. - dice, mirándolo desde lejos - Por cierto, el Cachiro está dentro, cuidado, no te vaya a echar fuera de la carretera después. - me dice, riéndose.

Mientras, se acerca Elena, que estaba retocándose con los cristales del Escort:

- Ei, Elena. ¿Qué tal? - le saluda Chus (cuando salté de mediados de 1995 a enero de 1996, se conocieron en ese período).

- Perfectamente Chus, ¿qué tal?

- Bien también. Pues eso, Pablo. ¡Cuidado con el Cachiro! - me dice, repitiéndose.

- ¿Qué pasa con Cachiro? - le pregunta Elena - ¿También le conoces? Apúntate a tomar algo, nosotros ya hemos quedado ahora con él.

- ¿Sí? - se pregunta Chus - ¿Estáis de coña, verdad?

- Para nada, Chus. - le contesté - Si quieres algo, estamos dentro. ¡Cuidate! - le dije, mientras cogía a Elena por el brazo para entrar en el Arrás.

Entré en el Arrás y le comenté la conversa con Chus a Cachiro:

- Ése es subnormal profundo, lástima no se matase el solito con el AX. - decía.

Tomamos algo con Cachiro y su ligue en el Arrás. El ligue de Cachiro se llamaba Alba, era muy pija de nuestro señor y acabó poniendo de los nervios a Elena y a mí. Mintras tomábamos algo, Alba tomó un tiempo para ir al baño con Elena y Cachiro me decía:

- La chica es un poco tonta, pero amigo, ¡vaya cuerpo! - decía riéndose.

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Viernes, 11 de abril de 1996.

Se nos pasó la Semana Santa volando, Elena me echó la bronca porqué mientras intimábamos, se fijó en la venda de la puñalada de Mallorca y pensó que me metía en peleas. Por otro lado, se fue de Lugo contentísima, se llevó mi ansiado Fiesta con el grupo corto alemán, así que diversión no le faltaba. Lo que tenía pensado hacer con aquel grupo corto, era ponérselo al Escort y la caja original de este último, al Fiesta. Pero bueno, hasta dentro de un par de semanas que ella vuelva, ya se verá. También, durante toda la semana, Elena y yo salíamos de fiesta con Cachiro y otro ligue suyo, nos recorrimos toda Galicia de discoteca en discoteca, mereció la pena hacer todas esas kilometradas. La coca de Mallorca, según Casares, estaba de p#%@ madre. Para celebrarlo, se vino con Cachiro, respectivas parejas nuestra y yo a La Coruña a celebrarlo por las discotecas. Rober se volvió a Barcelona al día siguiente de venir, claramente, para aprovechar las vacaciones en la ciudad condal. Al acabar la Semana Santa, empecé a trabajar de nuevo en mi trabajo de siempre, volvíamos a la rutina.

Hoy era otro día de tantos, estaba trabajando en la empresa, por lo menos era viernes y al salir, tenía una perdida de Casares. Mientras salía del polígono en donde trabajaba, llamé a Casares mientras conducía:

- ¿Qué pasó? - le solté a Casares, sin saludar.

- ¡Buuuf! - balbucea - ¿Sabes el Festival de Rock que hay hoy, en Guntín? - me preguntó, refiriéndose a un festival que se montaba en una población al lado de Lugo, con grupos rockeros de finales de los '70 y principios de los '80.

- Sí, ¿quieres ir, verdad? - le pregunté, pensando que me habría llamado para quedar.

- ¡No hombre, no! - exclama - Tienes trabajo, acércate a mi zulo y te lo explico. - me comentó y colgó.

Llegué al zulo de Casares a las 20:30h, entré:

- Bueno, ¿de qué va el trabajo? - le pregunto, mientras me siento en el sofá.

- Tienes que llevarles un poco de coca a un grupo que toca en el festival de Guntín, parece que tenían una cuanta para toda la gira y se les ha acabado. - se ríe - Me ha llamado un colega mío, uno de los que organiza el festival ese y tal, debes llevarles unos veinte gramos al grupo ese, Los Torpedos (nombre ficticio para el grupo, por no estropear la imagen del grupo en el que me baso al escribir el capítulo) o la madre que me parió se llaman. - contesta Casares.

- ¿Yo sólo, no? - le pregunté.

- Pues claro, J@$~#R. - me contesta.

- ¿Y les cobro?

- No, no les cobres nada. Se queda como un favor. - me contesta.

Efectivamente, Los Torpedos era uno de los grupos que tocaban en el Festival. Le encantaban a mi padre y yo me sabía muchas de sus canciones. Tenía pensado ir, pero Elena estaba en Santiago y Cachiro y compañía, pasaban de eso.

Pillé la bolsita con los veinte gramos y salí directo a un hotel de las afueras de Lugo, en donde estaba el grupo. Llegué al hotel, como me recomendó Casares, pregunté por el representante. El representante no estaba, así que directamente, pregunté por Torpedos, así de paso me firmaban un autógrafo para dárselo a mi padre y los conocía en persona. El recepcionista me decía que eso no podría ser, pero en ese mismo momento, el líder de Torpedos, pasaba por allí con la prensa en la mano, claramente, vestido de rockero. Lo reconocí al instante:

- ¡Yako! - le grité, al reconocerlo.

- Pero, señor. ¡Modérese! - me decía el recepcionista.

Marché junto a Yako, el líder de Torpedos, el recepcionista ni se volvió para detenerme. Me acerqué a él y le comenté por lo bajo lo de que le traía la coca:

- Coño, ¡pues de p#%@ madre! - decía, agarrándome por los hombros - Venga, ¡te subes a la habitación a conocer al grupo!

Subí a la habitación, me presenté como un gran fan del grupo y me firmaron una camiseta que tenían por allí de la gira con un permanante plata. Ellos se empezaron a meter un poco de coca:

- ¿Quieres un poco de polvo mágico, Pablo? - me decía Yako, antes de meterse un poco.

- No, gracias. - le contesté, ya que no me meto nada de nada.

Estuve una hora y pico hablando con ellos, sobre que estuve en un concierto suyo hace diez años en Ourense, de cuando era un crío. También de temas suyos que me marcaron a mí mucho y más aún, a mi padre. Vamos, debatimos entre cervezas y tabaco.

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Viernes, 11 de abril de 1996 (continuación).

Acto seguido, aparece el representante:

- Venga, ¡nos vamos a Guntín! - exclama - ¡Y cagando ostias!

El grupo empieza a recoger todo para irse a Guntín, Yako me dice:

- A ver, ¡pásate por Guntín y te invitamos a unos botellazos! - me dice, mientras se pone su chupa.

- Bueno, tengo que volver con mi representante. - contesté riéndome - ¡No creo qué pueda!

- Bueno, ¡me cago en Dios! - exclama - Te llevamos a rastras, ¿vale? - me dice, riéndose.

- Ya veremos, malo será. - le contesto saliendo de la habitación, para llamar a Casares y comentarle como fue el chollo.

Llamé a Casares un par de veces, pero no contestaba. Por suerte, a la tercera contestó:

- Bueno, ¿qué ostia pasa? - contesta Casares, en un lugar con mucho alboroto.

- ¡Ya he entregado eso a los Torpedos, tio! - le digo.

- Pues... - se queda pensando - ¿No querías ir al concierto? Vete con ellos, ¡ahora mismo estoy ocupado! - me dice.

Le hice caso a Casares, le comenté a Yako de ir con ellos al concierto y me pregunto si tenía coche, yo asentí y me recomendó ir detrás de la caravana de coches del grupo, a Guntín. Los muy C@$&#€$ me hicieron cargar con una caja de botellas de whisky hasta los coches, pero bueno, iba acompañado de los grandes Torpedos, no me podía quejar. Pillé el Escort y aparqué en la puerta del hotel para esperar a que saliera la caravana de coches del grupo. Ya les había comentado que si veían un Escort blanco en la puerta, me pitasen para que les siguiese. Y así fue, un par de coches y una furgoneta me pitaron, ¡les seguí y directos a Guntín!

Llegamos a Guntín, el tema de aparcar estaba jodido de cojones, coches en las cunetas y por las pistas de tierra, ¡buuf! No se podría aparcar a por lo menos, un kilómetro del lugar. Y eso, que aún faltaba una hora para que comenzase el primer grupo. Pero yo estaba enchufado, les seguí y aparqué detrás del escenario, junto con otros grupos como Asfalto, Barón Rojo y etc...

Con Asfalto preparándose para tocar, hubiese sido la ostia entrar con el Fiesta (ya que llevaba un vinilo debajo de la luneta trasera, que ponía 'Capitán Trueno') a aparcar detrás del escenario. Pero bueno, vayamos a lo que toca, Asfalto empezó a tocar. Los Torpedos y yo nos sentamos en unas sillas detrás del escenario, tomamos unos botellazos (cerveza) mientras los escuchábamos y contábamos batallitas. Al cabo de una hora y media, Asfalto remató su actuación con el tema que llevaba pegado en mi Fiesta, fue bestial, me la sabía de memoria y empecé a cantarla mientras los Torpedos se descojonaban, pero ellos, tarareándola.

Le tocaba salir a los Torpedos, tardaron media hora en preparar su escenario pero al final, la espera tuvo su recompensa. El concierto empezó con unas cinco o seis llamaradas saliendo al aire, para empezar con un tema mítico suyo, de los tantos que tienen.

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En medio del concierto, salí de detrás del escenario y me coloqué en primera fila delante del escenario, con los fans. De repente, los ayudantes de sonido del grupo le lanzan una botella de whiskey a Yako, que la atrapa perfectamente a tantos metros de distancia, se la bebe y me la lanza:

- ¡Bebetela Pablo, bebetela! - me decía por el micro.

- ¡Ooooostiá, qué bien sabe! - le grité desde abajo.

Se la volví a pasar y bueno, ¡bestial! Allí tocaban las palmas hasta los puretas de la comisión de fiestas, en algunos momentos hasta saltaban con un solo de guitarra. Los temas pasaban y yo disfrutaba cada vez más, pasaron dos horas y tocaba el tema final, la canción más chula de Torpedos. Allí empezó, solo de guitarra del principio del tema y todo Dios a levantar las manos y los cubatas, le ofrecieron unos cuantos a Yako, que se bebió casi todos y empezaba la acción, empieza a cantar la letra del tema, igual que todos los que estábamos allí. Quedaba un sólo parrafo de la canción y Yako empieza a decir por el micro:

- Bueno, ¡hoy hemos conocido a un personaje increíble! - decía mirándome - ¡Vamos a hacer que suba y cante el último parrafo del tema, jooooder! - exclama, señalándome.

- ¡No, no! - le contesto a Yako, me daba una vergüenza de la ostia.

- ¡Me cago en Dios, subidlo al escenario! - decía Yako a la gente.

La peña me subió al escenario, no podía hacer nada, me agarraron unos veinte y me subieron. Los que me subieron empezaron a bailar por el escenario con el solo de guitarra, yo me moría de la vergüenza. Yako me agarra y me pone el micro, bajan el ritmo del solo para que empiece a cantar y empiezo, una voz muy mala, pero bueno, ¡ahí estaba yo! Cantando con Torpedos.

- ¡Muy bien! - me decía Yako, pasándome otra vez la botella de whiskey.

El concierto acabó muy bien, la gente quería más. Pero el grupo ya estaba reventando, me despedí de ellos y me volví a Lugo. Por supuesto, aparte de los autógrafos del hotel, me llevé la botella de whiskey firmada por todo el grupo.

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Sábado, 12 de abril de 1996.

Al día siguiente, me levanté a las 16:00h para ir al zulo de Casares. Le llamé, pero no contestaba. Salí de casa, pillé el Escort y en diez minutos llegué al zulo. En frente del zulo, estaban aparcados un BMW M3 E30, el Mercedes 190E 2.5 16v del Comisario, el BMW 325i de Cachiro y el Escort Cosworth de Casares:

- J@$~#R, ¡ha tenido qué pasar algo! - me dije a mí mismo.

Aparqué en doble fila, detrás de ellos. Subí al zulo, peté y Casares preguntó:

- ¿Quién es?

- Soy Pablo, ¡abre!

Me abrió y me llevó hasta al salón, allí estaban los antes citados y Paquiño, fumándose un habano mientras se frotaba la frente:

- ¿Ha pasado algo? - pregunté.

- Sí. - contesta Cachiro - Los gitanos tienen nuevos socios, y estos, no quieren saber nada de nosotros.

- ¿Y? - pregunto extrañado.

- Pues esos hijos de p#%@ que se han aliado con los gitanos, han ordenado a los gitanos jodernos a los distribuidores y estos, han amenazado a nuestros distribuidores de aquí, ¡nos han cerrado el grifo, vamos! Nos han jodido a un par de distribuidores de los de siempre, les han amenazado de muerte o algo así, solo sabemos que ni nos cogen el teléfono, ¡los distribuidores, vamos! - contesta Cachiro - Ya llevan haciéndonos esto desde hace un par de semanas, ¿por qué crees que hemos tenido que ir a Mallorca a por coca?

- Llamad a los distribuidores desde el mío. - les propongo.

- Si ya lo hemos hecho, pero en cuanto les decimos que somos nosotros, ¡nos cuelgan, tio! - contesta Casares.

- Pero, ¿por qué no vais junto a los distribuidores? - pregunto.

- ¡Porqué no sabemos en dónde viven, chaval! Cuando hacemos las entregas, no vamos a buscar la mercancía a su casa, ¡ellos dicen en donde nos pasaríamos a recogerla y a pagarla! - contesta Paquiño, dándole una calada al habano.

- ¡Pues habrá qué hacer algo, chavales! - digo.

- Cómo no vayamos junto a los gitanos. - dice Cachiro, irónicamente.

- ¡Pues J@$~#R, chavalín! - exclama Paquiño - Para algo te pagamos.

- Pero J@$~#R, ¿piensas que no tendrán matones? - le dice Cachiro a Paquiño.

- Iré con vosotros. - dice Casares mientras abre un armario de doble fondo, en donde guarda sus armas - Llevo algo de buen calibre, por si acaso. - decía, sacando una pequeña metralleta.

- Bueno, no seamos gilipollas. - dice el Comisario - Tengo un plan mucho menos suicida.

- Suelte Comisario, suelte. - le decía Casares.

- ¡Pues, a ver! - se enciende un cigarro - Preparo un grupo de asalto para tenderles una emboscada a los gitanos, os hago pasar a vosotros (Casares, Cachiro y yo) por comandos y pilláis a los mandamases de los gitanos. Traéis a la comisaría a todos y a los mandamases los llevamos a otra parte para interrogarlos, los damos por fugados. Eso sí, llevaremos un poco de nuestra cocaína allí, para que no parezca que llevé a los comandos para nada y quedar mal.

- Ostiá, ¡muy buena Comisario! - dice Casares.

- ¿Pero, cuánta cantidad? - pregunta Paquiño.

- J@$~#R Paco, ¡pues unos dos o tres kilogramos! - contesta el Comisario.

- Por mi parte, ¡lo veo bien! - les digo.

- Por la mía, ¡también! - dice Cachiro.

Paquiño aceptó el plan, Casares guardó su somachigun y Cachiro y yo nos fuimos. Ya abajo, mirando el M3 E30 de antes.

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Le pregunto a Cachiro:

- Y el M3, ¿de quién es?

- Es de Paquiño. Máximo nivel, ¿o qué? - contesta riéndose.

Salimos de allí para ir a tomar algo, pero bueno, vayamos a lo de antes. El plan consistiría en ir el lunes por la tarde a la comisaría de García, desde allí, salir preparados en furgonetas blindadas de la Policía, perfectamente preparados y armados, a las chabolas de los gitanos. Tampoco deberíamos matar a nadie, por si nos pidiesen informes y en los mismos informes, se diese a conocer la identidad de los agentes y si así fuese, dejaríamos a García con el culo al aire.

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Lunes, 14 de abril de 1996.

Era el día, todo el fin de semana estuve pensando en todos los rollos que me habían sucedido este último año, una madrugada entera en la terraza, mientras me fumaba medio paquete de tabaco. Dándole vueltas a la cabeza, ¿por qué me habría metido en todo esto, tio? Por avaricia, lo sabía desde el primer momento. Aún recuerdo a mi padre comentarle a un compañero de trabajo suyo, que evitaba ciertos bares de Lugo, porqué rondaba mucho traficante por ellos (de aquellas, tendría yo diez años):

"- Vamos, hombre. No me acerco por ese bar ni de coña, lo que me faltaba, ¡qué me metiesen preso!
- decía mi padre.

- ¿Y luego?

- Ahí para toda la mafia de Lugo, traficantes, ¡buuuf! ¡La de Dios!
- decía mi padre."

El rollo ya no era ir contento en mi coche, escuchando mi música y sabiendo que al volver ganaría un buen pico, con algún kilo de material oculto en él y tirar a Baiona o Ourense. Tampoco era lo peor que se podría imaginar mi padre, que anduviese de carreras por Lugo, lo de ahora, ya era mucho más serio.

Como comentaba antes, hoy era el día, el día del asalto a las chabolas. Casares me llamó a las 12:00h, mientras estaba trabajando:

- Mamón, ¡acuérdate de venir al mediodía al zulo! - me decía.

- ¡Qué sí, tío! - le contesté de mala gana - ¿Piensas que soy gilipollas, o?

- Bueno, ¡un poco sí qué lo eres! - contestó riéndose.

- Bueno, ¡los cojones! - le dije riéndome.

A la 13:00h, cuando salíamos para ir a comer, le comenté a mi jefe que acababan de ingresar a mi padre por una bajada de tensión, me dejó el resto del día libre. Media hora más tarde, entre el tráfico y la poca gana que tenía de ir, llegué al zulo. Casares y Cachiro ya estaban fuera esperando por mí, me puse a su lado y bajé la ventanilla de su lado:

- ¿Bueno, qué? - saludé - ¿No iremos a tirar ahora mismo a la comisaría, verdad? - pregunté irónicamente, riéndome.

- Pues sí, tío. - contestó Cachiro - ¡Qué te explique aquí el fenómeno! - dice riéndose.

- ¡A ver, chavales! - exclama Casares - El jefe del Comisario, ¡el Director provincial o la madre qué me parió! Ha obligado al Comisario a efectuar el asalto a las 15:00h, el muy imbécil debe de pensar que los gitanos comen a esa hora y así, pillarlos desprevenidos. - dice descojonándose.

- ¡Hombre Casares, por favor! - le digo desde el Recaro desde el Escort - También bendecirán la mesa, así que tenemos un intervalo de cinco minutos para atacar con seguridad. - digo descojonándome.

Salimos del barrio montados en mi Escort, decidimos no llevarnos todos los coches para no llamar la atención. Casares llevaba un fajo de dos kilos de cocaína, oculta en la mochila de la muda, por si los gitanos no tenían nada de material, encasquetarles esos dos kilogramos. Llegamos a la comisaría a las 13:45h, aparcamos el coche en el callejón de un taller, cerca de la comisaría. En la entrada de la comisaría, Casares llamó a García para concretar, a los dos minutos se personó el mismo en la entrada:

- Ostiá, ¡aquí vienen los hombres de Harrelson! - nos decía el Comisario, por lo bajo.

- Sr. Harrelson, ¡usted dirá! - le dice Casares.

- A ver, ¡llegáis tarde de cojones, eh! Venid por aquí. - nos dice el Comisario, mientras se enciende un pitillo.

Nos llevó a los vestuarios de la Policía, allí dentro estaban cambiándose los comandos, procedentes de La Coruña, según García, porque en Lugo no teníamos ningún grupo de acción rápida (GEO en nuestro caso). Al entrar, García suelta un discurso sobre nosotros, para no levantar sospecha:

"¡Señores! Les presento a los repuestos, ¡eso sí! Son novatos de todo. Acaban de salir de la Academia y seguramente sean de gatillo fácil, así que cúbranles lo mejor posible."

Los comandos salieron preparados del vestuario nada más entrar nosotros. Tardamos lo nuestro en ponernos todos los cachibaches de los efectivos, pero no levantamos sospecha al no estar allí dentro con nosotros los comandos. Repartimos los fajos de cocaína por unas bandoleras específicas para comandos, igual que el tabaco y el mechero. Armas, pues los anticuados CETME L del ejército y unas Beretta de la Guardia Civil (cedidas para esta operación). García entra en la habitación para comentarnos nuestra operación interna:

"¡A ver, chavales! Dos dedos de frente, ¿vale? Pero bueno, vayamos a lo nuestro. Los comandos no saben quiénes son los mandamases de la gitanada, eso lo primero. Ahí entráis vosotros, no hace falta que entréis en el poblado a lo Rambo, los comandos ya se encargarán de contener la situación, vosotros estáis en la retaguardia y fuera. Cuándo acaben, reunirán a los gitanos y todo el material ilegal en una zona concreta, si no encuentran una cantidad decente de droga. ¡Les encasquetais la coca qué habéis traído, los dos kilogramos! Y es eso, si no encuentran suficiente droga, ¡hacéis cómo qué vais a mear y aparecéis con el fajo de coca! Y volvamos a los mandamases, si están presentes, los montáis al furgón de detenidos como si fuesen unos quinquis del montón. Ya en la comisaría, os estaré esperando y colaremos a los mandamases en una furgoneta. Cuándo lleguemos a este punto, improvisaremos."

Salimos de la comisaría, acompañados de los demás comandos. Nos hicieron entrar en un furgón negro y salimos de allí, ¡cagando ostias! Llegamos al poblado de los gitanos y aparcamos por allí, a las 15:00h salimos todos escopetados de la furgoneta y empezamos a entrar en chabolas, otros acordonaban la zona acompañados de agentes de menor rango de Policía, estos últimos ya habían cercado la zona media hora antes. Nosotros tres vamos detrás de un pequeño grupo de comandos, arrasaban con puertas y con todo lo que encontraban, al entrar, disparaban una ráfaga al aire en algunas ocasiones o simplemente, apuntaban y amenazaban.

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Después de seis o siete minutos fogueados, los comandos se comunican por radio (nosotros incluídos):

"¡Operación finalizada con éxito, chavales!"

Apenas hicimos nada en la operación, mejor para nosotros y para García. Los comandos empezaron a colocar a todos los sospechosos en un lugar concreto, como decía García. Gracias a Dios, estaban todos los mandamases del poblado, no faltaba ninguno, eran tres. También encontraron armas, la mayoría, pistolas roñosas de la época de María Castaña y escopetas de la Guardia Civil con el número de serie borrado. Sobre drogas, encontraron lo típico que se movía por allí, algunos kilos de porros y algo de heroína para consumo propio. Aquí entrábamos nosotros, deberíamos encasquetar los fajos de cocaína:

- ¿Lo hacemos, no? - pregunta Cachiro.

- Supongo, vamos. - dice Casares.

Casares y Cachiro salen de allí con la excusa de ir a mear y de paso, a investigar un poco más. Al cabo de diez minutos, aparecen con los fajos de cocaína en las manos, llamando la atención de los comandos:

"¡Aquí, aquí! Mirad lo qué hemos encontrado."

Dos comandos, los que tendrían el más alto cargo, corren hacia ellos:

- ¡Muy buen comienzo, chavales! - le dice un comando, agarrando los fajos.

- ¿En dónde los habéis encontrado? - le pregunta el otro.

- Ahí, ¡detrás de una chabola! - contesta Cachiro.

El comando que le preguntó le dijo que le llevase hasta la chabola indicada, así lo hizo Cachiro. Pasó casi una hora cuando empezaron a llegar cámaras de televisión y periódicos provinciales, un poco más tarde, cámaras de televisión y periódicos nacionales. Se empezó a montar un revuelo acojonante, nosotros tres estábamos nerviosos debido al rollo de los medios. Aguantamos bien, montamos a los sospechosos en los furgones y volvimos a la comisaría, junto con los comandos.

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Ya en la comisaría, había algunas cámaras de televisión rondando la zona. Entramos a la comisaría por el garaje, en los furgones con los detenidos. Ya dentro de la comisaría, todos los agentes normaluchos empezaron a aplaudirnos. Nosotros llevábamos la cara tapada por si nos reconocía algún agente de la ciudad. Mientras nos felicitaban, le pedí a Cachiro que me contase lo que le había contado al comando que le preguntó en donde había encontrado la cocaína:

"¡Pues, J@$~#R! Al principio, fui a mear de verdad. Me fijé en que una ventana de detrás de la chabola a donde fui a mear, la excusa perfecta. Rompí la ventana. Le conté al comando que el fajo estaba allí tirado y que supuse, que la habían arrojado por la ventana en un momento súbito, al entrar nosotros (refiriéndose a que en teoría, nosotros también éramos comandos) al poblado. Y coló perfectamente, ya que si le contaba que la encontré dentro podrían haber dicho que ya habían registrado la casa entera, sino fuese por mi improvisación, a lo mejor éramos nosotros los que estábamos dentro del furgón de los detenidos."

García apareció por allí y empezó a felicitar a los demás comandos, ¡para disimular, vamos! Cuando se empezó a relajar el ambiente, García se acerca a nosotros:

- Venga, ¡ahora nos toca a nosotros! - decía García, bebiéndose de un trago una copa de whiskey de la celebración.

- Pero a nosotros tres, ¡otra vez! - contesta Cachiro, riéndose y apagando el pitillo que tenía encendido.

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Lunes, 14 de abril de 1996 (continuación).

Salimos de la celebración con el uniforme puesto. Pillamos nuestras mochilas con la muda en los vestuarios y bajamos a las celdas, sin cambiarnos ni nada. García ya había ordenado separar a los presos en grupos de tres personas y había colocado a los mandamases lo más cerca posible de la salida al garaje. Ya teníamos acabado medio chollo. ¿El por qué de qué teníamos hecho medio chollo? Fácil, si sacábamos a los mandamases a la vista de la demás gitanada, le soltarían un rollo al vigilante de porque habían sacado a sus compañeros. Pero, volvamos a lo nuestro, García nos indicó lo que deberíamos de hacer:

"Están en la primera celda, los esposáis y los lleváis al garaje, allí estará Paquiño con la furgoneta. Sed lo más discretos posibles, si os empiezan a soltar el típico rollo de '¡Soy inocente, soy inocente!' Los mandáis callar y pasáis de ellos."

García volvió a la fiesta para no levantar sospecha, también, por si ocurría algún incidente con los gitanos y la operación salía mal o si le veía alguien.

Llegamos a la celda indicada, Casares reconoció a los mandamases y entró a esposarlos él mismo:

- ¡Yo soy inocente, agentes! - nos decía uno.

- Cállate un poco, anda. - le dice Casares.

Los demás presos estaban al fondo, así que no pudieron escucharnos. Los sacamos de allí y tiramos hacia al garaje. En el garaje, estaba Paquiño esperándonos con la furgoneta:

- ¡Bueno, qué! - exclama Paquiño - ¡Una hora!

- Anda, ¡cállate un poco! - le dice Casares en voz baja.

Montamos a los gitanos en la furgoneta. Casares y Cachiro se montaron en la cabina con Paquiño, yo me quedé con los gitanos en la parte de carga, para vigilarlos. Salimos del garaje, aún quedaba prensa esperando noticias por parte de la Policía y se fijaron en la furgoneta, pero no nos hicieron mucho caso. Por el camino, ya lejos de la comisaría, Casares me pregunta por la ventanilla que conecta con la zona de carga:

- ¿Tienes calor, mamón?

- Hombre, ¿a tí qué te parece? - le contesto.

- Pues quítate el casco, coño. - dice Cachiro, riéndose.

- Sí, para que me vean la cara. - le digo a Cachiro.

- ¡Bueno, coño! - exclama Casares - ¡Para qué me vean la cara, dice! Por si lo reconocen, ¡vamos! - dice Casares, riéndose.

Llegamos al sitio indicado, una vieja nave a las afueras de Lugo. Cachiro sale de la furgoneta y abre la puerta de la nave, entramos con la furgoneta y cierra la puerta. Salimos todos de la furgoneta, con los presos:

- Ahora, ¿qué? - pregunto.

- Ahora, te esperas aquí con Cachiro. - me dice Casares.

- ¡¡¡¿Paquiño?!!! - exclama uno de los gitanos, al ver a Paquiño - Oye, ¿a dónde nos habéis traído? - dice uno de los gitanos.

- A un hotel de cinco estrellas. - contesta Casares.

- ¡Eso, eso! Ya veréis la suite que os hemos preparado. - dice Paquiño riéndose, en referencia al comentario de Casares.

- ¡A ver, coño! ¿Dónde estamos? - reitera el gitano.

- ¡Cállate, gitano de mierda! - exclama Casares, dándole con la empuñadura del CETME al gitano en la cabeza.

- ¿Qué pasa aquí? - pregunta otro de los gitanos, nervioso.

- Pasa, que nos debéis decir quiénes son vuestros nuevos socios. - contesta Paquiño.

Se llevan a los gitanos a un despacho, pegado al techo de la nave, cierran la puerta y empiezo a hablar con Cachiro:

- ¿Qué les van a hacer, tío? - le pregunto.

- ¿Tú qué crees? - pregunta irónicamente Cachiro, riéndose.

- ¡Buuuf! ¿No irán a torturarlos, cómo en las películas?

Acto seguido de decir eso, se escucha gritar a un gitano de dolor.

- ¡Parece qué sí! - contesta, mientras se enciende un cigarro.

En la nave estaba el M3 de Paquiño, lo mirábamos al mismo tiempo que escuchábamos los lamentos de los gitanos.

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Casares sale del despacho, se apoya en el pasamanos de la escalera y nos dice:

- Iros por ahí, a nosotros aún nos queda chollo de cojones. - se enciende un cigarro - Cuándo acabemos os llamamos, ¿vale?

- Y, ¿en qué nos vamos? - le pregunto a Casares - ¿En la furgoneta?

- ¡No, J@$~#R! - se queda pensando - Esperad un momentito.

- Aún vamos ir a pata, ¡lo estoy viendo! - dice Cachiro.

- ¡Tomad! - dice Casares, antes de lanzarnos unas llaves.

- ¿Y esto? - pregunto emocionado, al ver que las llaves ponen 'BMW'.

- ¿Tú qué crees? - dice Casares, riéndose - Pillad el M3 y largáos por ahí.

Cachiro se puso contentísimo, pero primero me dejó conducirlo a mí.

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Escrito 24 septiembre 2010 - 15:45:19

Me monté en el M3, mientras Cachiro abría la puerta de la nave para salir y dí contacto, empezó a sonar el radiocasete.

- ¡Coño, Cachiro! - exclamé - ¡Rod Stewart! - comenté al escuchar la canción, riéndome.

Salí de la nave y Cachiro cerró la puerta de la nave, entró en el M3 y salí despacito de allí:

- ¿Qué te creías? - dice Cachiro al escuchar la canción, ya dentro del M3 - Es de la época de Paquiño. - dice riéndose.

Pillamos un desvío hacia carretera nacional, por carretera, se nos colocó detrás un Supercinco GT Turbo rojo.

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Sí, era el Supercinco GT Turbo del fulano que estaba en Machete hará un par de años:

- Cachiro, ¡mira lo qué tenemos detrás nuestra! ¿No será el pintamonas qué despotricaba de Casares, qué también estaba en Machete? - le pregunté a Cachiro, aunque ya lo sabía.

- ¡Coño, Pablo! - exclamó Cachiro - LU-0777-I ¡Pues sí qué lo es! Y no lleva la placa falsa de Madrid. - dice, deletreando la matrícula.

- Correcto, cuando yo llevé cocaína a Baiona, tenía una placa falsa madrileña. Pero bueno, ¡parece qué el mamón quiere pique! - le digo a Cachiro, riéndome.

- Éntrale, ¡pero a saco! Qué ese GTT está bien armado y nos puede dar alguna sorpresa. - dice Cachiro, agachando la cabeza para mirar por el retrovisor.

- A mí, ¡los GT Turbo me comen la polla! - le contesté riéndome, mientras rebajaba una marcha y pisaba a fondo.

- ¡Menos lobos, caperucita! - decía Cachiro, mientras deslizaba suavemente el cinturón de seguridad para ponérselo.

Estiré tercera y por un momento me llegué a despegar del GT Turbo, pero al cambiar a cuarta, volvía a tenerlo detrás mía pegado, el GT Turbo apenas sufría para seguirme el ritmo. Lo tenía claro, el M3 era un coche de carretera y en cuanto sobrepasase los 180-190 km/h, fundía al GT Turbo en la miseria. Cambié a quinta, sobrepasasé los 180 km/h y el GT Turbo en rectas estaba pegado al M3, como una lapa. La curvas abiertas a esa velocidad supongo que acojonarían al pintamonas del GT Turbo y reduciría, a mí con el M3, me acojonaba un poco al ser trasera, pero nada, aguanté como un campeón.

- ¿Ves cómo anda la lata de sardinas esa? - dice Cachiro, riéndose.

- ¡Lo debe tener soplado de cojones! - exclamé, la velocidad influía en mi habla.

- ¿Soplado? Si solo fuese eso. - se ríe - Ese coche se preparó en La Coruña, en un taller especializado en GT Turbo, ¡un millón de pesetas costó preparar ese motor! Luego, el chasis, ¡ya es otra historia!

- Pues, ¡me cago en su p#%@ madre! - decía al verlo aún por el retrovisor.

No llegué a alcanzar los 200 km/h, aquella carretera no era una autopista y ya habíamos arriesgado bastante, desistí totalmente. Reducí la velocidad hasta llegar a la máxima de la vía, 90 km/h. Al del GT Turbo le tocaba joderse, le esperaban diez kilómetros de doble línea continua detrás nuestra, hasta llegar al desvío para volver a Lugo. Pero nos adelantó, pasando ampliamente de la doble continua:

- ¡Hay momentos en que desearía tener a Tráfico cerca mía! - le comenté a Cachiro.

- ¡Pues este coche está fichado de cojones! Así que también nos empapelarían. - decía Cachiro riéndose, haciendo alusión al M3.

El GT Turbo se despegó de nosotros, pasamos ampliamente de él y seguimos nuestro camino totalmente tranquilos. Antes de llegar al desvío para volver a Lugo, decidimos tomar un café y paramos en un Área de Servicio. Ya en el Área, mientras tomábamos el café:

- ¿De quién es el M3 negro de ahí afuera? - preguntó un fulano.

- ¿Qué pasa con el M3? - dice Cachiro mientras lee la prensa, sin mirar ni buscar al fulano que lo preguntó.

- ¡Coño! Es el del GT Turbo, Cachiro. - le digo a Cachiro, al reconocer al fulano, era él.

- ¿Qué quieres, tío? - le pregunta Cachiro.

- Nada, pasaba a saludar. - se enciende un cigarro y se sienta con nosotros - Antes, por la carretera, llegué a pensar que me había encontrado a Paquiño sacando a pasear su flamante M3. Pero al notar que os intentábais despegar de mí, ya sabía que no podía ser Paquiño, a él no le pesa tanto el pie derecho. - decía el del GT Turbo, riéndose.

- A ver, ¡no te enrolles! ¿Qué coño quieres? - le pregunta Cachiro.

- Pues como me imaginé que conducías tu, ya te conté, pasaba a saludarte. - contestó el del GT Turbo.

- ¡Pues no conducía yo, mamón! Conducía este chavalín. - le reponde Cachiro, mientras se enciende un cigarro.

- Ya lo conozco, ¿uno de los jóvenes talentos de lo qué era Machete, no? - dice el del GT Turbo, mientras le pega una calada - Y también, ¿vuestro mozo de los recados, verdad?

- No nos toques lo cojones, ¿acaso te preguntamos nosotros qué tal te tratan los gitanos?
- le dice Cachiro.

- ¡Pregúntale a Casares por mí, hombre! La última vez que te encontraste con él, apenas hablastéis. - lo vacilé un poco sacándole el teléfono móvil, como si fuese a llamar a Casares para pasarle con él (ya que la última vez que Casares y el del GT Turbo se encontraron, fue cuando se pelearon en el parking de la Hermo).

- Tened cuidado, ¡vale! - nos amenaza el del GT Turbo - Yo también tengo amiguitos chungos, ¡igual que vosotros!

- Anda, ¡gilipollas! - exclama Cachiro - ¡Pírate de una p#%@ vez, ya! - le dice, levantándose de la silla.

El del GT Turbo salió de allí cagando ostias, ni se despidió siquiera. Mientras acabábamos el café, Casares nos llama para volver a la nave. Pagamos y salimos del Área, esta vez conducía Cachiro. Llegamos a la nave a los veinte minutos de la llamada, Cachiro abre la puerta:

- ¡Para, para, para! Somos nosotros. - decía yo al abrir la puerta, al ver que Paquiño me apuntaba con uno de los CETME.

Cachiro entra con el M3 y lo aparca dentro de la nave:

- Habéis tardado de cojones, ¿eh? - nos dice Paquiño - Supongo que ya me habréis chimpado medio depósito, ¿verdad?

Al acercarnos a la furgoneta, vemos que Casares está empquetando los cadáveres de los gitanos en bolsas de basura y cinta aislante:

- ¡¡¡Me cago en Dios!!! - exclamo - ¿Te los has cargado, animal?

- Hombre, ¡si quieres los dejamos libres y esperamos que nos maten ellos! O empufarse de todo en el mejor caso, ¡no te jode! - dice Casares, mientras termina de empaquetar uno de los cadáveres.

- ¿Qué les habéis sacado? - le pregunta Cachiro a Casares.

- Eso ya lo hablamos mañana por la noche, por ahora, ¡a deshacerse de esta mierda! - contestó Casares, haciendo alusión a los cadáveres de los gitanos.

- Y qué hacemos, ¿los quemamos? - pregunta Cachiro.

- ¿Tu eres tonto, verdad? - le contesta Casares - ¿Para qué lo descubra la pasma? ¡Después de todo el tinglado qué hemos montado, estamos como para ir dejando pistas, J@$~#R a García y a nosotros mismos de paso! - le replica Casares a Cachiro.- Y entonces, ¿qué coño hacemos? - reitera Cachiro.

- ¡Tiene cojones el rollo, tio! - dice Casares, cruzando los brazos mientras mira a Cachiro - ¿Pero no eras tú el perfeccionista?

- Bueno, ¡J@$~#R! Intento hacerlo lo mejor posible. - se avergüenza Cachiro, bajando la cabeza.

- Pues cada vez te vas coronando más, tío. A ver, ¡los enterráis en alguna finca perdida de la mano de Dios! Tenéis un par de palas por aquí, al lado de la furgoneta. - nos recomienda Casares - Mirad cómo me he puesto, ¡por culpa de estos hijos de grandísima p#%@! - decía, limpiándose la ropa con un trapo que había por la furgoneta, mientras le daba un par de patadas a un cadáver.

Casares se marchó con Paquiño, nosotros dos deberíamos enterrar a los gitanos y después, limpiar a fondo la furgoneta para devolversela a su dueño, un amigo de García, en condiciones. Tardamos cuatro horas en enterrar a los gitanos, en todo el tiempo que empleamos para ello, no estaba orgulloso de lo que hacía. Cada vez se torcían más las cosas.

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Martes, 16 de abril de 1996.

Al día siguiente, los periódicos locales y en parte, nacionales, salían a la palestra con los siguientes titulares:

'Cae un clan de mafiosos en Lugo, relacionado con el narcotráfico.'

'Intachable acción de la Policía en contra del narcotráfico, en Galicia.'


En parte, llevaban razón. Pero había ciertos fallos en la noticia de prensa, los medios decían que se habían encontrado unos cinco kilogramos de cocaína en toda la operación, cuando era falso, se habían encontrado solamente dos kilogramos. También comentaban que los presuntos líderes del clan se habían fugado antes de la operación. ¡A lo sumo, también hay qué decir, qué salimos en un par de fotos empuñando los CETME!

Pero bueno, volvamos a lo nuestro. Era martes, Casares me había pegado un toque para que al salir de trabajar, fuese hasta su casa (la casa, no el zulo). Salí de trabajar, pillé el Escort y llegué a casa de Casares a las 21:00h. La puerta principal al patio estaba abierta y entré, en el patio estaban aparcados:

Ford Escort RS Cosworth (Casares).

· BMW M3 E30 (Paquiño).

· Mercedes 190E 2.5 16v (Comisario García)

· Opel Kadett GSi 16v (Cachiro).

· Ford Sierra Cosworth 2rm (Rober).

· Mercedes E500.

El último coche, el Mercedes, era el coche del mafioso de La Coruña. Aparqué el Escort al lado y subí al zulo. Ya dentro, estaban todos los anteriormente citados, más el mafioso de La Coru y dos matones suyos:

- ¡Buenas! - saludo.

- ¡Ei, Pablo! - me saluda Casares, contento - Te presento a Ramón Pereira, un grande del narcotráfico gallego. - decía orgulloso de él.

- Encantado. - le decía a Ramón Pereira, mientras nos dábamos la mano - Aunque ya le conozco, hará un mes le entregué unos cinco kilogramos de cocaína en el estadio del Dépor. - le comenté.

- Correcto, ¡ya decía qué me sonabas, chavalín! - me decía Ramón Pereira, riéndose.

Me senté en uno de los sofás, mientras Casares empezaba a contar lo que le sonsacaron a los gitanos el día anterior. Al parecer, los gitanos de Lugo estaban asociados con los de Porriño (aquel fulano con un Astra GSi y la pelirroja morbosa), a la vez que estos últimos, los controlaba una pequeña mafia viguesa que tenía una red de discotecas por Galicia. Los de Porriño y los gitanos, amenazaron a nuestros distribuidores hará un par de semanas, con la intención de dejarnos fuera de juego por un tiempo. Y la verdad, ¡lo estaban consiguiendo! Apenas teníamos material para vender. Aquí entra Ramón Pereira, uno de los narcos más polémicos de Galicia. Casares no quería trabajar codo con codo con Pereira, ya que siempre tenía a los antidroga encima y salía en la prensa cada dos por tres. ¡Pero, claro! Si no trabájabamos con Pereira, ¡era nuestro fin! Sin distribuidores ni contactos fiables en Galicia, nos tendríamos que rebajar otra vez a los porros. Bajarse al moro, ¡vamos! Hoy en día, traficar con porros significaba perder el 80% de lo que ganábamos actualmente. Con ese dinero, ni podríamos sobornar a García como lo hacíamos actualmente. Nuestra solución era asociarnos con Pereira, ¡e qué sea o qué Deus queira! Trabajar codo con codo con Pereira, tenía pros, ganaríamos mucho más dinero y tendríamos garantía de éxito en el negocio (Pereira tenía contactos en todo el mundo). También teníamos contras, estaríamos más expuestos a las autoridades y por supuesto, jugaríamos en otra liga mucho más complicada.

- Bueno, caballeros. - decía Pereira, a la vez que Casares finalizaba el anterior discurso - ¡Me tengo qué marchar! Un placer hacer negocios con ustedes. - se levanta del sofá y se dirige hacia la puerta - Paco, te llamaré esta semana para empezar a trabajar en un pedido. ¡Buenas noches a todos!

Pareira se marcha con sus dos matones y Casares empieza a hablarnos:

- Señores, ¡habrá qué brindar con cava! - decía Casares levantándose del sofá - A partir de ahora, ¡vamos a limpiarnos el culo con billetes de mil duros!

- Mejor pon unas cremas de whiskey en vaso de tubo, ¡nada de mariconadas! - decía yo, riéndome a carcajadas.

- ¡Eso, Carlos! Hazle caso al chaval. - decía el Comisario, riéndose.

Casares me hizo caso, pilló la botella de la crema y cinco vasos de tubo:

- Brindemos, ¡por lo bien qué nos lo hemos pasado estos días y, por nuestro nuevo socio! - decía Casares, estando todos de pie con los vasos de tubo en alto.

Casares sacó unos puros cubanos para acompañarlos con la bebida y sacó una cámara de fotos para inmortalizar el momento, en la foto que revelaría más tarde, parecíamos mafiosos de película. Después estuvimos charlando de lo que deberíamos hacer cada uno, una vez trabajásemos con Pereira, Casares me recomendó mi puesto:

"¡Pablo! A partir de ahora, trabajarás como al principio de todo, transportando material. Ya sabes, ¡desde el punto A, al B! Prepararás el Escort al máximo, como ha hecho Cachiro con su Kadett. Llamaré a un viejo amigo mío, un mecánico inglés que prepara Cosworth y me preparó mi Sierra hará tres años, te preparará tu Escort a buen precio. ¡Aunque, bueno! Principalmente, el inglés solamente sabe preparar motores Cosworth, creo que sabrá sacarle partido a tu Escort RS. ¡Eso, sí! Seguiremos usando placas falsas con su correspondiente documentación."

Al acabar la velada, serían las 00:30h, salí de casa de Casares con el Escort con la intención de dar una vuelta. Pillé carretera nacional con la idea de ir a mi pueblo, a recorrerlo para recordar mis tiempos en él. Llegué al pueblo y por la carretera principal, me encontré a mi padre volviendo de tomar un café en el Orion, nos paramos los dos al lado y bajamos las ventanillas:

- ¿Qué haces por aquí? - me preguntaba mi padre, mientras bajaba su ventanilla.

- Nada, papá. Dando una vuelta por aquí. - le respondí.

- Eres raro de cojones, ¿eh? - me dice mi padre, riéndose.

- ¿Qué tal las cosas por casa? - le pregunté.

- ¡Buuuf! Han ingresado a tu abuelo hoy a la tarde, ¡te iba a llamar mañana para qué te pasases a visitarlo! - me respondió.

- Y, ¿qué le ha pasado? - le pregunté.

- Una bajada de tensión, nada grave. - respondió, mientras se encendía un cigarro - Pero tu madre, se ha quedado a dormir con él.

- Pues, ¡a ver! Mañana me pasaré por el hospital. - le decía.

Mi padre me comentó en donde estaba ingresado mi abuelo, hospital y habitación para ir a verle mañana por el mediodía.

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Viernes, 19 de abril de 1996.

Pasó toda una semana, fui a ver a mi abuelo al hospital y hablé con Casares para la preparación del coche. Mi abuelo estaba bien, en el hospital si veía a una gorda o a un sudaca se reía, por no decir que se reía con todo el muy cabroncete. El tema de la preparación, pues estaba parado, necesitaba al menos medio millón de pesetas para preparar el motor solamente, según el preparador inglés. ¡Pero, claro! No tenía tanto dinero, gasté la mayoría de ahorros en el Escort y lo que me sobraba en el banco, ya estaba destinado para otros gastos menores. Gracias a Dios, ¡Casares tenía una solución! A mediados de la semana, el contacto de Baiona le llamó para encargarle dos kilogramos de cocaína, Casares se lo iba a encomendar a Cachiro, pero antes, me cedió a mí ese puesto.
También, durante esa semana (el jueves por la noche, exactamente), nos enteramos de que el chavalín del GT Turbo rojo, trabajaba para los de Porriño:

- ¿Os acordáis del mamón aquel del GT Turbo rojo qué estaba en Machete? Al qué le soplé de ostias en la Hermo, J@$~#R. - decía Casares, mientras se liaba un porro en el zulo.

- Sí, aún nos lo encontramos el lunes pasado, ¿a qué sí, Pablo? - decía Cachiro, riéndose.

- Pues, ¡chavales! - exclama - Ahora trabaja con los de Porriño, al parecer no encontraba a sus antiguos jefes por ninguna parte. - se descojonaba, ya que los jefes del chavalín eran los gitanos que liquidamos - Y nada, ¡fue a chuparle la polla a los de Pontevedra para qué le diesen trabajo! - decía Casares.

- ¡Era visto, tío! También, el fulano es un pringado de mierda. ¡El otro día lo amenacé yo sin mirarle siquiera y se acojonó del todo! - dice Cachiro riéndose, pegándole una calada a un cigarro al final.

- Bueno, ¡no subestimes al adversario! El chavalín ya la ha armado en unos pubs por aquí y según lo que dicen, ¡le empieza a fallar la cabeza de tanta mierda qué se mete! - contestó Casares, riéndose.

A finales de la semana, para revisar el coche para el viaje, le llevé el Escort a mi mecánico de siempre. Nunca se lo había llevado, es más, ni le conté al mecánico que me compré un nuevo coche. Cuando aparqué el Escort en frente de la puerta del taller, el mecánico salió y al verme:

- ¡Ostiá! - me dice el mecánico, mientras me bajo del Escort - ¿No es tuyo, verdad? - me pregunta.

- ¡Si, sí! - afirmé - Me lo compré hace dos semanas, en Barcelona. - le contesté.

- ¡Buaaaa! A tí te faltan primaveras, ¡con lo bien qué estaba el Fiesta! Vas y te compras uno de estos, ¡tiene huevos! - dice el mecánico, riéndose.

- Bueno, ¡no he venido a qué me juzgues, vale! - le contesté, riéndome - Échale un vistazo, ¡qué tengo qué hacer un viaje mañana y de paso, me comentas el estado a tu parecer, vamos!

El mecánico se montó en el Escort y bajó la ventanilla del copiloto, desde el Recaro me dice:

- Voy a probarlo, ¡a ver qué tal! - enciende el Escort y cierra - Tú, ¡quédate aquí vigilando mientras tanto!

Salió despacio, pero a lo lejos, intuía algún que otro petardazo por parte del Escort. No me preocupaba lo más mínimo dejarle el coche, ¡para eso él, era el profesional! Volvió en cinco minutos, aparcó el coche en el elevador, se bajó y empezó a subirlo:

- ¡El coche está muy achicado de Dios, eh! - decía, mientras subía el Escort en el elevador - ¿Qué era, el coche de Papa? - decía el mecánico, riéndose.

- No, de un señor de unos cincuenta y pico largos. - le contesté.

- Ya me parecía. - decía balbuceando - ¡Porqué J@$~#R, parece qué le da vergüenza al coche salir fogueado!

- Pero, ¿está bien el coche, no? - le pregunté, un poco preocupado.

- No, ¡si el coche está fenomenal, chaval! Un poco achicado, pero por lo menos, ¡no está quemado como los qué andan por Lugo, las cosas claras! - me contestó.

Empezó a mirar el coche. Lo revisó a fondo, bajos, motor y chasis.

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Me comentó que el coche estaba muy bien, ¡una buena compra, vamos! ¡Pero, claro! Había que quitarle la vergüenza al coche, estaba muy achicado por la forma de conducir de anterior dueño y para desachicarlo, debería pasar un tiempo conduciendo un poco ligero, pero sin pasarse. Mientras tanto, le comenté la idea de potenciarlo y también, la intención de que me lo preparase un preparador inglés:

- Por ahora, ¡no andes haciendo inventos, chaval! - me recomendó - En un par de meses, te pasas por aquí para mirar eso, ¡le abrimos un poco el paso al turbo y ya está! - me decía el mecánico, riéndose.

- Abrirle el paso, ¿nada más? - le pregunté, dudoso de su propuesta.

- ¡No, J@$~#R! ¿Tú tenías pensada una preparación seria, no? - me pregunta y se queda pensando, rascándose la cabeza.

- . - le contesté.

- Pues, ¡llamaré a un viejo amigo mío! Preparaba los Copa Turbo (Supercinco GT Turbo) de la Copa en Madrid y vamos, ¡algo sabrá! - me contesta.

Salí del taller sin hacerle nada al coche, solamente revisarlo. No me cobró nada y me comentó que ya llamaría a su amigo, para ir informándose del tema de la preparación.

#151 'cotufas'

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Escrito 26 septiembre 2010 - 12:31:07

Lo estoy siguiendo desde FC y me parece interesantisimo

#152 FerregachoGZ

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Escrito 03 octubre 2010 - 11:03:58

Sábado, 20 de abril de 1996.

La noche anterior me la pasé con Cachiro, tomando copas por la ciudad. Llegué a casa a las 05:30h, apenas dormí tres horas por tener que levantarme para llevar la cocaína a Baiona. Me levanté a las 8:00h y hacía un frío de cojones, también influía en que salí a la calle en manga corta, por eso siempre recordaré aquel día como un día frío. Saqué el Escort del garaje y lo llevé a la gasolinera más cercana para llenarle el depósito. Le pegué una llamada a Casares:

- Buenas, ¿a dónde me dirigo para pillar el material? - le pregunté.

- ¡Buenas! Pues, a ver. - se queda pensando - ¡Acércate hasta el zulo! - me respondió.

Mientras me dirigía al zulo, por una carretera nacional de las afueras, me encontré con la Guardia Civil de Tráfico:

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¡También era mala suerte! Ya suponía que me iban a parar, con un coche de estos nunca falla. Efectivamente, me pararon:

- ¡Buenos días! - me dice el Guardia, acompañando el saludo levantando la boina - Control de alcoholemia.

- ¡Buuuuf! - balbuceaba, haciéndome el simpático - ¿No es un poco pronto? - le pregunté riéndome, irónicamente.

- ¡Soy un mandado! - me contesta mientras trastea en el alcoholímetro, riéndose.

Soplé, pero me costó un buen tiempo completar la prueba, puto tabaco. Dí positivo, una cifra que hoy en día sería multa y retirada de puntos, pero en aquella época era legal.

- Bueno, ¡puede proseguir! Pero con cuidado, ¿de acuerdo? - me decía, al comprobar el resultado.

Me largué de allí y detrás mía, aún quedaban un par de conocidos de Cachiro, de la peña de los Kadett. Llegué al zulo al cuarto de hora, Casares estaba apoyado en su coche, aparcado en doble fila al lado del portal del zulo. Paré detrás suya y salí del Escort:

- Ya eran horas, ¿eh? - me dice Casares.

- ¡Buuuuf! - balbuceé - ¡Me ha parado tráfico, tío! - le comenté.

- No me jodas, tío. - se queda pensando - ¿En ciudad? Porque en ciudad no te pueden J@$~#R, ¿eh? - me explica Casares.

- No hombre, no. ¡Cerca del polígono, tío! - le contesté.

- Bueno, pues entonces. ¡Al chollo!

Casares abrió el maletero de su coche, dentro estaban las placas más su correspondiente documentación y los dos kilogramos de cocaína:

- ¡Coño! Mi coche tendrá matrícula de Portugal. - comenté riéndome, al ver que la matrícula era de Pontevedra.

- Sí, ¡me cago en tu madre! - me decía Casares, riéndose - No sabes, ¡tío! Lo qué me ha costado encontrar un puto Escort como el tuyo. ¡He tenido qué llamar a un taller de Lalín, J@$~#R!

- ¡Creo qué ha sido muy profesional por tu parte, Carlos! Ahora, no me pararán por el simple hecho de ser de fuera. - contesté riéndome.

- Venga, ¡pon las placas, gilipollas! - me dice Casares riéndose, mientras me entrega las placas - Supongo que tendrás un destornillador en el coche, ¿verdad?

- Hooooome, ¡pues claro! - le contesto.

Saqué mis placas, pillé mi documentación de la guantera y lo coloqué todo debajo del respaldo de los asientos traseros (al volver cambiaría las placas, para no complicarme). Instalé la matrícula y coloqué la mercancía en una bolsa de deporte, la misma que usaba para entrenar. Antes de irme, Casares me prestó una pipa:

- Me cago en Dios. ¿Y esto? - le pregunto en alusión a la 'pipa', enfadado.

- Por si acaso, es consejo de Pereira (el nuevo mandamás), ¿vale? - me contesta Casares.

- Máximo nivel, ¿no? - le respondo, irónicamente.

- Mira, ¡Pereira tiene razón en el tema de ir armado! - exclama - ¡Así qué no pongas morros y trabaja! Además, así practicas. - dice, lo último riéndose.

Me enseñó los conceptos básicos de la pistola, el seguro, la forma de agarrarla, etc... Me despedí de Casares, encendí un cigarro y me largué de allí. Saliendo de Lugo, por comarcal, me encontré con un viejo amigo a las espaldas:

Imagen Enviada

Era Miguel con su Peugeot 205 GTX. Su 205 había cambiado, llevaba las llantas pintadas de blanco y los aletines del rallye. No le había visto desde que me había comprado el Escort, así que no sabía con quien estaba picándose.

Comprobé temperatura y haciendo caso omiso de mi mecánico, reduje a tercera y pedal a fondo. Miguel hizo lo mismo, pero creo que rebajando a segunda, ya que aún lo tenía cerquita. Llega l aprimera curva, suelto pedal y freno un poco, paso fogueado por la curva y Miguel igual, sigue cerca mía. Otra curva, pero esta vez cerrada, freno y rebajo a segunda, salgo disparado y me encuentro con un recta larga de cojones. Pedal a fondo y por el retrovisor, me fijo en como me alejo de él. Tenía pensado hacerlo parar, pero con la matrícula falsa, ¡cómo qué no!

Pillé nacional para llegar a Pontevedra, puse el casete de Siniestro y 'carretera'. Llegué sin ningún percance, pero aún me quedaba llegar a Baiona. Por el camino a Baiona, me paré en un área de servicio para mear y tomar algo, para fumar con sabor. Llegué a Baiona a la media hora de salir del área, volvimos a quedar en el mismo sitio a la hora indicada, las 11:00h. Mientras esperaba en el aparcamiento, apareció el Mercedes 190E de la primera vez que aparecí por Baiona con un fajo de cocaína.

Imagen Enviada

El Mercedes aparcó por allí, supongo que a esperarme y cuando yo iba a salir para sacar la cocaína del maletero, aparece el GT Turbo rojo del chavalín de Lugo (el que trabaja con los de Porriño) y se pone al lado.

Imagen Enviada

Los dos coches bajan la ventanilla y parece que empiezan a hablar:

- ¡Me cago en Dios! ¿Qué ostia? - me pregunto a mí mismo, flipando.

Inmediatamente, le pego un toque a Casares:

- ¡J@$~#R, tío! Estoy en Baiona, en el aparcamiento. ¡Y ha aparecido el chavalín del GT Turbo rojo! - le comento a Casares, nervioso.

- Bueno, ¡tranquilízate! - se queda en blanco - ¡Me cago en mi p#%@ madre! ¿Qué hará ese gilipollas ahí? Me pregunto, vamos. - dice, muy nervioso por su parte - Mira, ¡haz una cosa! Baja y compórtate como si no pasase nada. - me dice Casares.

- Así, ¿cómo si nada? - le pregunto, nervioso.

- ¡Sí! - afirma - ¡Pero, J@$~#R! Con la pipa escondida, por si acaso. - me responde.

- ¡Buuuf! - balbuceo - ¡Me das una seguridad qué te cagas! - le respondo.

Bajé del Escort sin pillar la mercancía, con la pistola por detrás, con el pantalón agarrándola. Me acerqué al Mercedes y el chavalín del GT Turbo se fijó en mí, a través de su retrovisor. El chavalín salió del GT Turbo y me llamó la atención:

- Tú, ¿Qué haces aquí? - me pregunta.

- Nada, vengo a traerle un paquete a este hombre. Tú, ¿qué tal? - le respondo y le pregunto como si nada, haciendo alusión al hombre que estaba sentado en el asiento del acompañante del Mercedes.

- ¿No me jodas qué has venido tú sólo? - se queda embobado - ¿Y Cachiro? - me pregunta, muy nervioso.

- En casa, ¿por qué? - le respondí, un poco nervioso.

El hombre (contacto) con el que en teoría, quedé, se bajó del Mercedes:

- Bueno, basta de cháchara. - saca una pistola y me apunta - ¡Dame la p#%@ cocaína si no quieres qué te pegue un tiro en la sien! - me amenaza el contacto de Baiona.

- Pero, ¿y el dinero? - le pregunto, aunque ya sabía que me estaba 'pegando el palo'.

- Bueno, ¿pero tú eres gilipollas? - hace un gesto con la pipa, flipando con mi pregunta - Dame la cocaína y no me toques los huevos. - me dice el contacto.

En ese momento, saqué mi pipa y le apunté a él también. Me temblaba el pulso, ellos lo notaban, pero no querían arriesgarse a ponerme más nervioso:

- ¡Tira la pistola! - le ordeno al contacto de Baiona.

- ¡No me jodas! - me contesta, furioso.

- ¡No me jodas tú a mí! - le contesté- ¡Tírala lejos!

No me hacía caso y disparé al suelo, el contacto se acojonó y lanzó la pistola, con tal mala suerte que impactó contra una luna lateral del GT Turbo rojo y esta, estalló:

- Me voy a largar de aquí. Me monto en el coche y me voy, ¿de acuerdo? - les dije, dando pasos hacia atrás.

- ¡Chaaaaaval! - dice el contacto, furioso - ¡No me jodaaaas! - dice, al ver que me largo y les amenazo a ellos también.

Me monté en el Escort y salí fogueado, el contacto de Baiona se montó en el Mercedes y el chavalín del GT Turbo, se quedó allí mirando el 'panorama', al lado del GT Turbo. Con el tráfico que me esperaba en Baiona y aún peor, era fin de semana, decidí salir de la ciudad. Entré en una carretera comarcal de la zona, el Mercedes consiguió alcanzarme y eso que yo, iba fuerte de cojones por el miedo. En una recta del tramo, consiguen alcanzarme algo más cerca y el contacto, dispara al coche.

- ¡Hala! - digo instantáneamente, al escuchar la bala impactar contra la chapa de mi coche - ¡Me cago en Diooooos!

A base de emplearme a fondo, consigo sacarles una buena distancia, la mínima para que apenas tengan posibilidad de dispararme y acertar. Yendo a fondo, me encuentro un cruce señalizado con stop, con prioridad para los vehículos que venían de una pequeña playa de por allí cerca. Paso a fondo sin ningún miramiento y por los pelos, no choco contra un Seat Málaga que venía por la carretera de la playa. El Málaga frenó a fondo y se quedó allí parado, en medio del cruce. Entonces, apareció el Mercedes que me perseguía y por tratar de evitar el choque con el Málaga por su parte, da un volantazo mientras frena (ya podía dedicarle cuatro 'avemarías' el conductor del Málaga al inventor del ABS) y se estancan en la cuneta de lleno, sin raspar nada de nada al Málaga.

#153 ManGo

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Escrito 06 octubre 2010 - 19:18:04

Me lei toda la historia y esta de LUJO !!

Para cuando la proxima? :D:D

#154 Sportmax

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Escrito 08 octubre 2010 - 21:50:54

J@$~#R tio!!! Estoy enganchadisimo, pero mas por ver lo que pasa como por la historia en si, demasiados rollos de droja para mi gusto, pero bueno, con el tema de los coches, el tema va de PM, aunque, por esa época ya habia eg6 y empezarian a verse los ek4, donde estan?? :lol: solo ha aparecido uno y aparcado!! jejejeejej

Si no estoy registrado en FC no puedo leer la historia completa

PD. El genio que ha creado esto tiene o tenia un kadett por casualidad :D?

Editado por SPoRTMaX, 08 octubre 2010 - 21:58:32.


#155 FerregachoGZ

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Escrito 10 octubre 2010 - 12:47:16

Sábado, 4 de mayo de 1996.

Dos semanas después del incidente en Baiona, la tensión con los de Porriño era mucho más notable y el contacto de Baiona según Pereira, iba a recibir su merecido. Casares flipó con la historia que le conté, él mismo intentó buscar al chavalín del GT Turbo para pedir explicaciones, pero nunca le volvimos a ver más. Según la conversa que mantuve con él, deduje que a Cachiro lo buscaban, ya que el chavalín del GT Turbo ni se molestó en darme caza. La droga se la empaquetamos al contacto de Ourense, al amigo del de '¿Tu quieres un coche qué ande? ¡Pues cómprate un Kadett!', por un poco menos de la cantidad que le pedíamos al de Baiona. ¿Al Escort? A partir de aquel día llevaba un lunar en el portón, junto a la pegatina del modelo.

Pero, ¡bueno! Hoy quedamos la pandilla para ir a las fiestas de una pequeña localidad de Lugo. Había quedado a las 11:00h con Elena, se venía a pasar el fin de semana en Lugo y para ello, venía en el Fiesta. Quedé con ella en la puerta del garaje de casa, para abrirle y que metiese el coche. Cuándo apareció, le abrí la puerta y se metió en el garaje, aparcó y empezamos a hablar:

- ¡Pabloooo! - exclamó y se lanzó a mí - ¿Qué tal las cosas por aquí? - me preguntó, mientras la sostenía en brazos.

- ¡Buuuf! Mucho trote. - respondí automáticamente, refiriéndome al envío de Baiona - ¡La soldadura, vamos! - contesté, disimulando con el rollo del trabajo.

- ¡Aaaay! Mi pobre obrero. - contestó Elena, riéndose.

Elena había personalizado el Fiesta, un golpe en la defensa trasera dando marcha atrás y un raspón en la aleta delantera derecha serían las personalizaciones de chapa. De motor, pues le adelantó un diente a la distribución y el coche iba a tres cilindros, pero lo arregló antes de venir a Lugo. No todo eran malas noticias, de paso que llevó el Fiesta a la Ford por lo de ir a tres cilindros, le cambió las gomas delanteras y las pastillas. Gracias a Dios, el mecánico intuyó que llevaba los frenos del RS Turbo y le colocó las pastillas correspondientes. Según ella, el Fiesta triunfaba en la universidad, no había día en el que nadie se le pusiese por detrás y le diese las largas.

Pero, ¡bueno! A la noche, quedamos con la pandilla en el Arrás. Salimos en el Fiesta, conduciría yo y no sería por 'morriña', si no por evitar dar explicaciones en un control de la Guardia Civil sobre el balazo en el portón del Escort. Llegamos al Arrás, el Kadett de Cachiro estaba allí aparcado, igual que el Escort RS Cosworth de Casares. Aparcamos al lado y entramos al local, en la entrada, Casares y Cachiro estaban echándole un futbolín a unos chavales de Lugo, a la nueva oleada de quemados de Lugo:

- Bueno, ¿qué? ¿Quién va ganando? - pregunto.

- ¿Tú qué crees? - me contesta Casares, riéndose.

- Pues pongo moneda, ¡a ver si os echamos de una p#%@ vez del futbolín! - le comento, en alusión a Elena y a mí.

- Guarda esas veinticinco pelas, ¡no las vayas a perder! - me contesta Cachiro.

- Veo qué la humildad es uno de vuestros fuertes, ¿eh? - les dice Elena.

Se acabó la partida y ganaron nuestros colegas, así que ahora, ¡nos tocaba a nosotros! Elena alante y yo atrás. Al principio, nos marcaron tres goles en menos de dos minutos, pero remontamos gracias a dos saques míos por detrás. Al final, después de cinco minutos jugando duro, ellos nos ganaron. Dejamos el futbolín y fuimos a la mesa en donde estaban las acompañantes de Casares, una rubia de 1'80m y de Cachiro, una morena de 1'70m muy bien armada. Estuvimos tomando algo tan tranquilamente, hasta que llegó Chus y su pandilla, se quedaron mirando un buen tiempo hacia Casares y este último, les dice:

- ¿Qué pasa? - les dice, mirándolos fijamente.

- Anda, ¡machote! - dice Chus, con un aire de chulería acojonante - Cállate un poco la boca, no vayas a cagarla. - le dice a Casares.

- ¿Perdona? - le dice Casares, mientras se levanta e intimada a Chus, pegándose a él - ¿Quién ha llegado y se me ha quedado mirando, así, sin más?

Mientras Casares intimidaba a Chus, este último, mirando para la barra 'sin decir ni pío', Cachiro le recomendó a Casares que lo dejase en paz y nos fuéramos. Salimos de allí como habíamos venido, entre risas:

- ¿Habeis visto cómo se cagó? - decía Casares, mientras se encendía un cigarro.

- ¿Cómo para no verlo? - responde Elena, automáticamente - Y luego, ¿os ha pasado algo con Chus? - le preguntó a Casares.

- ¡Eeehm! - me quedo clavado, intentando explicarle una excusa

- Sí, ¡Elena! Va hablando mal de todos nosotros, de tí dice que eres una p#%@ y de tu novio, un maricón. - le contesta Cachiro, a carcajadas.

- Fuera coñas, ¿es eso cierto, Pablo? - pregunta Elena, flipando - Pues volvamos a partirle la cara, ¡me cago en Dios!

- Sí chica, sí. Es patético, ¡la verdad! Pero tranquilízate, ¡anda! - le contesto, mientras la agarro por el brazo, ya que iba directa a por Chus.

Cachiro clavó la contestación, Elena se calló de la mala ostia y yo, pues tan contento, ya que no nos hablábamos con Chus y Elena no le preguntaría nada. Salimos del Arrás con la idea de dejar el Escort de Casares en su casa, por si acaso se lo veían por Lugo estos C@$&#€$ con los que nos habíamos encontrado y se lo jodían. Dejamos el coche allí y Casares se montó en el Fiesta, junto con su acompañante. Por el camino, control de la Guardia Civil, a lo que Casares dice:

- ¡Coñooo! Pues nos hemos coronado yendo de juerga con estos coches. - dice, haciendo alusión al Kadett y al Fiesta, que estaban fichados en Lugo.

A Cachiro lo dejan pasar, pero a mí, ¡a mí no!

- ¡Buenas noches! Salgan del vehículo. - nos dice el Guardia Civil.

Salimos del vehículo:

- Venga, ¡sople aquí! - me dice el Guardia.

- Bueno, ¡a ver si puedo! - me río un poco - El tabaco, ya sabe. - le digo.

- Bueno, ¡chavalote! El gracioso te lo haces con tus amigos. - me contesta el Guardia, cortándome un poco.

- Tranquilícese, Sr. Guardia. - le dice Casares, tan tranquilamente.

- Y tú, ¿quién cojones eres? - se le pone el Guardia.

- Pues, si me deja contestarle correctamente. - se enciende un cigarrillo - No le iba a gustar saber quién soy, ¿de acuerdo?

- ¿Perdón? - le preguntó el Guardia, encarándose con él.

Casares se tranquilizó, el Guardia acabó de hacerme la prueba de la alcoholemia y nos cacheó a todos. Registró el Fiesta de arriba a abajo, tardamos un cuarto de hora por lo menos, hasta que el Guardia nos dejó marchar.

- ¡Me cago en su p#%@ madre! - blasfemaba Casares en el Fiesta, sobre el Guardia.

Llegamos a la fiesta, Cachiro nos estaba esperando y le contamos todo lo que nos sucedió, quedó flipando. En la fiesta, nos acercamos a la barra y pedimos lo de siempre, cremas de whiskey. Nos lo pasamos fenomenal, rajando de gente conocida de Lugo y hablando sobre la nueva generación de quemados. Al acabar las cremas, nos enteramos por un conocido de que por allí había un futbolín, así que los chicos salimos en su búsqueda para echar unas partidas. Estuvimos media hora jugando sin perder, en medio de una partida en la que jugaban Cachiro y Casares juntos, me dice Casares:

- Oye, ¡mamón! - me llama la atención - ¡Vete al bar a por unas cremas y dile a las chicas que se acerquen por aquí! - me dice Casares.

Salí de allí en dirección al bar de la fiesta, mientras me acercaba empecé a buscar a las chicas, que ya no estaban en donde las dejamos, en la barra. Me fijé en que la acompañante de Cachiro (como para no fijarme) estaba sentada en una mesa del fondo, así que me dirigí junto a ella, supuse que Elena y la otra chica estarían con ella. Pero, mientras me acercaba, veía que estaban con unos chicos. Y, ¡no podía ser! Con ellas estaba el chavalín del GT Turbo rojo, junto a otro par de fulanos. Me quedé parado, no sabía si ir junto a Casares y comentárselo o ir directamente allí, ¡a ver qué pasaba! Pero, ¡en cuánto ví que el que el chavalín del GT Turbo le ponía la mano en la cara a Elena, estallé! Salí en busca del chavalín, mientras me acercaba a la mesa, Elena se fijó en mí y comentó:

- Mirad, ¡aquí viene mi novio! - dice Elena, mirándome - ¿A qué es guapo?

El chavalín del GT Turbo se me quedó mirando, con los ojos como platos al verme, en cuanto llegué junto a él y le agarré de la camisa, reaccionó:

- ¡Sal de aquí, esfúmate! - advertí al chavalín, porque si avisaba a Casares, la noche no acabaría bien.

- ¿Qué coño haces tú aquí? - dice el chavalín al reaccionar.

- No, ¿qué coño haces tú con mi chica? ¡Hijo de p#%@!

- Sólo estaba hablando con ellas, gilipollas. - dice con cierto tono de chulería - Además, ¡suéltame que aún te vas a ganar unas ostias!

Imagináos lo que habíamos llamado la atención, toda la gente que estaba alrededor se nos quedó mirando.

- ¿Cóoomo? Aún te vas a ganar tú unas ostias, ¡me cago en Diooooooooos! - le digo.

Acto seguido, el chavalín me escupe en la cara e intenta soltarse. Tarde en reaccionar, pero le dí un cabezazo acojonante, de los que aprendí viendo a Casares en acción.

- ¡Pelea, pelea! - gritaba la gente.

Me quedé mirándole, mientras se retrocía del dolor en el suelo. Elena empezó a decirme:

- Pablo, ¿qué haaaaaces? - me exclama Elena, alterada.

- ¡Sal de aquí, morena! - le dije, apartándola de mi lado.

- Tú estás loco, ¡sólo estábamos hablando! - me dice Elena.

- Elena, ¡no es por eso! - dice el chavalín, mientras se limpia la sangre de la nariz con la mano - Dile por qué es, Pablo, ¡díselo!

- ¿Por qué es entonces, Pablo? - me pregunta Elena, al ver que no obtiene respuesta mientras nos miramos los dos, me lo vuelve a repetir - ¡¿Por qué coño es?!

- ¡Ya te respondo yo, cariño! - decía el chavalín, mientras se taponaba la nariz.

Al escuchar ese apodo hacia Elena por parte del chavalín y por evitar que le contase algo, salté a rematarle. Pero la gente que estaba por allí, nos acabó apartando a los dos, con más gente sujetándome a mí que a él.

- ¡Dile a tu chica lo qué hiciste hará un par de semanas, C@$&#! - exclamó el del GT Turbo - ¡Dile qué andas metido en rollos de drogas, dile que andas transportando coca en tu coche, dile qué eres un puto matón y dile de dónde sacas el dinero de todos tus caprichos, campeón! - decía, mientras se limpiaba la sangre de la nariz que no paraba de gotearle.

- ¡Me cago en Diooooooooooooooooooooooooos! - grité, a la vez que me solté de aquella gente de la furia que tenía.

Lo agarre por el cuello y le empecé a dar puñetazos, la gente nos volvió a separar y ví como Elena, se me quedó mirando con la boca abierta y se marchó de allí, llorando. Casares apareció por allí al oír que había pelea y se enteró de lo que pasó por un conocido:

- ¡Ve a por ella, mamón! - me exclamó Casares.

Fui detrás de ella, pero la gente no me dejaba, pensaban que quería rematar al chavalín. Al final con la ayuda de Casares, conseguí soltarme y fui a buscarla, miré por todas partes y no la encontraba, entonces me acordé de que ella me guardaba las llaves del Fiesta y fui en busca del coche. ¡No estaba ni ella, ni el coche!

Actué muy mal, entre que ví como el chavalín del GT Turbo le hacía carantoñas a Elena y que hace una semana, había intentado tenderle una emboscada a Cachiro, reaccioné así. Volví a la fiesta para buscar a Cachiro, para que me prestase el Kadett e ir a buscar a Elena:

- ¡Déjame las llaves del Kadett! - le comenté, mientras la gente me miraba - Qué Elena se ha llevado el Fiesta, tío.

- ¿Qué cojones pasa? - le decía Casares a la gente, que no paraba de mirar - ¿Queréis llevar vuestra parte vosotros también?

La gente dejó de mirarnos y se esfumaba de donde estábamos.

- ¡J@$~#R, Pablo! Mañana ya lo hablas con ella. - me contestó Cachiro, mientras le daba un trago a una crema.

- Pero, ¡tengo miedo de qué se marche a Santiago, tío! - le contesté.

- Pablo, ¡tranquilízate, J@$~#R! Cachiro, haz el favor de llevarle a casa, ¡haz algo, tío! - comentó Casares - Total, ¿Elena no tiene qué pasar por allí a por las maletas? - me preguntó, encendiéndose un cigarro.

- ¡Tienes razón, tío! Pero también se ha llevado las llaves del piso y tan tranquilamente puede pillar las maletas e irse. - le contesté.

- J@$~#R, ¿no tienes portero o algo así que te guarde otras llaves? - me preguntó Casares.

- Sí, el preseidente de la comunidad tiene otras llaves, ¡qué es el que me lo alquiló! - le contesté.

- ¡Pues ya está hombre, ya está! Venga, tira a por ella. - me suelta Casares.

- Y si no están las maletas y ya se ha marchado, tienes allí el Escort. - comentó Cachiro.

- ¡Correcto! Venga Cachi, vámonos. - le dije a Cachiro, para ir yendo.

- Venga, ¡hasta luego! - se despedía de mí Casares - Qué al gilipollas ese ya le remato yo y de paso, me entero de lo que pasó el otro día preguntando tanto sobre Cachiro. - me decía Casares.

Salimos de allí fogueados, recuerdo como Cachiro le daba a tope en frío para conseguir llegar antes que Elena a casa, cuando casi nunca lo hacía, salvo en una emergencia como era el caso o una fuga inmediata. Llegamos a Lugo a los veinte minutos, en la ciudad estaba lloviendo muchísimo, al Kadett de Cachiro le hacía falta un tercer nivel del limpiaparabrisas para ver bien la carretera. Cachiro paró al lado del edificio y me dice, al bajar la ventanilla del copiloto:

- ¡Suerte, tío! - exclamó, ya que apenas se oía bien por la fuerza de la lluvia.

- Gracias. - le contesté, mientras timbraba en el telefonillo del presidente de la comunidad y me empapaba.

El presidente me respondió de malas maneras, pero me abrió la puerta del piso y me entregó la copia que tenía, con la condición de que se la devolviese al día siguiente. En casa aún seguía la maleta y Elena no estaba por allí, me senté en el sillón del salón al que da entrada la puerta del piso, para esperarla. No habían pasado diez minutos y ya me estaba acabando mi segundo cigarrilo mientras la esperaba, al acabarlo, escuché el escape de mi Fiesta y como se paraba en frente del portal. A los dos minutos, Elena entró en casa y encendió la luz, se llevó un susto acojonante al verme y me fijé, en como tenía el pelo por la lluvia y se le había corrido el rimmel por haber llorado y en parte, de nuevo por la lluvia.

- ¿Estás bien? - le pregunté, mientras me levantaba del sillón.

- ¡No te acerques! - me gritó.

- ¡Shhh! Baja la voz, J@$~#R. - le dije.

- ¿Cuándo pensabas contarme todo eso?

- ¿Todo eso el qué? - le pregunto, haciéndome el tonto.

- ¡No te hagas el tonto conmigo, Pablo! - decía, mientras intentaba coger la maleta para irse.

- Vale, siéntate y te cuento todo, ¡pero todo! - le respondí, agarrándola del brazo para que no se fuese.

Le conté casi todo, desde como conseguí el dinero con el que la mandé a la universidad hasta como conseguí el dinero con el que me compré el Escort. No le conté nada de cadáveres ni mucho menos, de las torturas de aquellos gitanos a los que detuvimos en la operación con los GEO.

- ¡No puede ser, Pablo! - decía Elena, mientras empezaba de nuevo a llorar - ¡Si no confías en mí ni para contarme a lo qué te dedicas, conociéndonos prácticamente desde toda la vida y siendo tu chica! - me decía mientras se quedaba mirando a ninguna parte, negando con la cabeza - ¡Apaga y vámonos!

- Elena, ¡si quieres qué lo deje, lo dejo! Pero, no te marches. - le supliqué.

- ¡No, Pablo! Yo no soy nadie para decirte lo que debes hacer, eso lo deberías hacer tú solo, sin que te lo dijese nadie.

- ¿Pues qué quieres que haga? - le volví a suplicar.

- Nada Pablo, nada. Esto se ha terminado, mejor cojo mi maleta y me marcho a casa de mis padres hasta el lunes. Dentro de un tiempo, volveré a por todas mis cosas y definitivamente, se habrá terminado. - me decía, mientras me apartaba la mirada y fijaba la suya a ninguna parte.

- ¿No lo dirás en serio? - le pregunté.

Elena ni me contestó. Me dejó todas mis cosas, el móvil y las llaves encima de la mesa del salón. Pilló su maleta y se marchó, aunque me doliese en el alma dejarla marchar, lo hice, ella era libre de tomar sus decisiones y yo no soy nadie para joderle la vida. Antes de juzgarla mal, Elena ya venía con la inteción de recoger la maleta y dejar las llaves del piso, el Fiesta y el móvil en casa de mis padres, ellos ya me avisarían mañana por el fijo del piso.

#156 FerregachoGZ

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Escrito 25 octubre 2010 - 16:43:09

Viernes, 26 de julio de 1996.

Pasaron casi tres meses desde que me había dejado Elena, me devolvió el dinero que le presté para la beca y se marchó a Santiago. Cuando me devolvió el dinero, una semana después de dejarme, el encuentro con ella fue muy frío, los dos estábamos un poco deprimidos y apenas tratamos de arreglar nuestra relación, me entregó el sobre con el dinero y se marchó. Dejé mi trabajo de soldador, ganaba bastante más estando en casa disponible para Casares y claro, ya no me hacía falta coartada porque Elena ya no estaba en mi vida. Al C@{:content:}amp;# del Supercinco lo teníamos controlado, desde aquel día en la fiesta que se chivó de mí y escapó después de que yo me largase para buscar a Elena, no volvió a aparecer por Lugo ni mucho menos, por el Arrás o por el barrio del zulo de Casares. No todo son malas noticias, entre Casares, Cachiro y yo creamos otra peña de quemados, 'A Muralla Racing'. Solamente era una tapadera como lo era 'A Machete', una preocupación más para mantener a la 'pasma' ocupada. Pero, era acojonante el buen rollo que reinaba en la peña, todo gente de p#%@ madre y sin malos rollos. En la peña había trastos muy acojonantes, varios VW con motor VR6, un par de Cosworth, tres o cuatro GT Turbo potenciados y por supuesto, los amigos de Cachiro, la banda de los Kadett de Lugo al completo. Cambiando de tema, potencié el Escort al máximo en mi taller y desde que lo potencié, el coche volaba bajo. Mi mecánico llamó al compañero que preparaba los Copa Turbo de la copa y le chivó la propia configuración de los RS Turbo, que cambiaba mucho en comparación al Renault. Rebajamos culata 25 mm, se agrandaron los conductos de admisión de la culata y se pulieron, lo mismo con los de escape, se cambió el árbol de levas por uno de carreras procedente de una copa holandesa de Ford, reubicamos el bloque aumentando la cilindrada a 1.7, soplamos el turbo a 1.0 bar y le colocamos una línea de escape direta Don Silencioso. De transmisión, colocamos el grupo corto alemán que tenía montado en el Fiesta y al Fiesta, le coloqué la caja de mi RS Turbo. Ya había tenido esa caja montada pero preparada con grupo corto a posteriori de comprarla en el desguace, procedente de aquel RS Turbo blanco precintado, pero aquella se la cargó Cachiro en Ourense. ¿El Fiesta? Lo guardé en casa de mis padres, en la bodega.

Bueno, volvamos a la fecha del capítulo. Hoy había quedada de todos los quemados de Lugo en el Arrás, por supuesto, la peña de quemados no podía faltar. Llegué a las 23:30h, el desplome de coches que había por allí era acojonante, por lo menos había 50 coches. Aparqué en el sitio que me había reservado Cachiro, al lado de su BMW y del Escort RS Cosworth de Casares. Mientras avanzaba el tiempo, hablábamos de nuestro negocio entre los tres y cuando teníamos compañía, rajábamos de todo Dios que había por allí. Cachiro decía:

"¡Yo me follé a la novia del fulano ese, tío! Sí, J@$~#R. ¿No lo ves? El fulano que está apoyado en ese Clio 16v."

Cambiando de tema, tenía controlados a todos los RS Turbo que andaban por Lugo. Pero, ninguno había aparecido por la quedada y mira que busqué, ¿eh? ¡Hasta qué! Apareció uno y aparcó delante nuestra, un Escort RS Turbo negro con techo solar y de extricta serie por lo menos, estéticamente.

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Del coche se bajó una morena, vestía una chupa de cuero negro y una camiseta de Los Suaves, que para mí, hacían más morbosa la situación:

- ¡Coño, Cachiro! - le comenté, mientras dejaba escapar el humo del cigarrillo que me estaba fumando - ¿A esa también te laf0$||4ste? - le pregunté de coña, riéndome.

- ¡Bueeeeeeno, carallo! Esa es la protegida de Casares, si tal ya se la zumba él. - me responde, riéndose.

- ¡Para, para! - exclamé - ¿La protegida de Casares, tío? - pregunté flipando.

- Sí, tío. ¡A ver! - se queda pensando en como explicarme lo siguiente - Con protegida me refiero a que Casares la está introduciendo en el mundillo, como hizo contigo hará dos años. - me responde.

- Y con lo del mundillo, ¿a qué te refieres, a qué la está metiendo en el rollo de los coches, o de la mierda? - le pregunté, mientras le pegaba otra calada al cigarro.

- En los dos, ¡cómo hizo contigo y conmigo! - contestó, mientras se encendía un cigarro.

Casares se acercó a la chica, le dió un par de besos y nos la presentó:

- ¡Chavales! Os presento a Sara, es una amiga mía de Orense. - decía Casares - Sara, ¿ves ese RS Turbo blanco? - le pregunta, señalando mi coche.

- Sí, ¿por? - pregunta Sara.

- Es de este chico, se llama Pablo y también está metido en el rollo de... - le responde Casares, haciendo un gesto con la mano y respirando fuerte por la nariz, refiriéndose al rollo en alusión a la cocaína- Pero, ¡bueno! Con el mismo modelo de coche, ya os iréis conociendo vosotros solos. - se ríe.

- ¡Encantada, Pablo! - me decía Sara, a la misma vez que se reía por el gesto de Casares y me daba la mano.

- Pero, ¡bueno! Creo que a partir de ahora, oficialmente, ¡Sara es nuestra nueva socia! - dice Casares, riéndose.

Casares se encontró con un conocido en ese mismo instante y Sara se quedó allí con nosotros, empezamos a hablar con ella y nos contó la historia de como conoció a Casares.

"¡Buuuuf! Un amigo y yo estábamos tomando algo en un pub, en Ourense. Casares apareció por allí como si fuese el Rey del Mambo, saludando a los jefes del local y a todo el mundo que tenía un nombre en la noche ourensana, ¿no? A los cinco minutos, se acercó a la barra para pedir una copa y al verme, quería meterme ficha. - se ríe - Empezó a hablar conmigo, pero no callaba y me empecé a mosquear, le pedí que me dejase en paz y no me hacía caso, llegué hasta tal punto en el que le tuve que dar una bofetada para que se callase. Y se calló, ¡J@$~#R si se calló! - se ríe, otra vez - Se largó de junto a nosotros y al parecer, anduvo preguntando por mí por todo Ourense. Más tarde se enteró en los rollos en los que andaba metida con los colegas de allí, pasábamos porros, robábamos ciertas piezas de coches por encargo y tal. Pues, se enteró de todo en un solo día. Me localizó y me ofreció trabajo, pero muy bien remunerado, así que no pude rechazar la oferta y aquí me tenéis."

Sara era una fuera de serie, bastante simpática y agradable, muy mona y por supuesto, ¡muy profesional! Anteriormente, había sido piloto de rallyes en Ourense, con un Ford Fiesta 1.3S. Nos contó algunas de sus aventuras, desde como le robaron las llantas a un famosísimo piloto de rallys gallego hasta como vinieron un colega y ella en un Seat 1200 Sport cargado hasta los topes de porros, desde Marruecos.

Mientras Sara estaba contándonos otra de sus batallitas, aparecieron por allí un par de compañeros de la peña con la intención de retarme a una carrera. Se llamaban Pablo y Luis, eran hermanos y desde siempre, amigos de infancia de Cachiro, por eso mismo estaban en 'A Muralla Racing'. Pablo tenía un Calibra 2.0i 8v, algo preparado de motor y totalmente de serie en el tema carrocería.

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Instaló el 2.0 8v del Kadett GSi, colectores Lexmaul y línea directa artesanal, por no hablar de las modificaciones electrónicas. Su hermano siempre andaba en el BMW 520i del padre, que incluso lo trataba mejor que el padre en conducción y en mimos. Hoy habían venido los dos en el Calibra.

- ¡Pablito! - exclama Luis - ¡Hay qué echarle una carrera, J@$~#R! Aquí no se cuece nada de nada y, ¡qué menos! Que echar una carrera con nuestro amigo Pablo. - me proponía, riéndose.

- ¡Bueeeno, carallo! - exclama Cachiro - Pablo - en alusión al otro hermano -, ¡no le dejes beber más, J@$~#R! - decía Cachiro de broma al ver la forma de venir a hablarme Luis, pero no estaba bebido, siempre era así.

- Cachiro, por mí fenomenal, ¿eh? - respondí, había que dejar el pabellón alto delante de la nueva morena - Con tal de pasar el rato.

- ¡Ahí, ahí! Pablito sabe. - dice Luis, riéndose.

- ¡Home non! - digo riéndome - ¡Pues propongo una mítica! Hasta Lugo, el último que llegue, pues invita al ganador a una copa. - propuse.

- Vale, pues tú en el Escort y yo con el Calibra. - propuso Luis, colocando el coche de su hermano para correr con él - ¡Qué el BMW es mucha máquina contra el tuyo, Pablo!

- ¡Los cojones, Luis! - exclama Pablo, el hermano - Los cojones. Yo llevo el Calibra y si tal, vienes de copi. ¿De acuerdo?

- ¡Hombre! No le queda otra. El BMW no está por aquí. - dice Cachiro, riéndose.

- Correcto. - acepta Luis y se ríe por el comentario de Cachiro - Entonces, ¿le echamos la carrera? - dice, frotándose las manos.

- Por mi se la echamos ahora, ¿eh? - respondo.

- ¿Yo también puedo participar? - pregunta Sara.

- ¡Bueno, carallo! - dice Cachiro riéndose, mientras se lía un porro - ¿Tan pronto te quieres estrenar? Mira que Pablo lleva una máquina de ostia, ¿eh? - le dice Cachiro a Sara.

- ¡Lleva el mismo coche qué llevo yo! - contesta Sara.

- Bueno, eso del mismo, ¡buuuf! - se ríe - No sabría que decirte. - dice Cachiro.

- Yo también lo llevo preparado, ¿eh? - contesta Sara - A ver si os pensáis que sois los únicos que sabéis de coches. - dice riéndose.

- Bueno, ya se verá, ¿no? - digo yo, riéndome.

- Correcto, ¡ya se verá! - dice Sara mientras me mira, riéndose.

- ¿Sabes por dónde es, verdad? - le pregunto.

- No, ¿por dónde es? - pregunta Sara.

- Tú sígueme si puedes y ya te voy orientando. - le contesto apoyado en el marco de la puerta del Escort, ya listo para montarme, riéndome.

- ¡Ja, ja y ja! - exclama, haciéndome la burla - ¡Qué humildad, por favor! Ahora en serio, ¿por dónde es? - pregunta riéndose.

- A ver, ¡por la nacional, tía! Nos sigues hasta el desvío y a partir de ahí, a tope por la nacional hasta la entrada de Lugo. Qué llegas primera, pues nos esperas por allí. - le contesto.

- De acuerdo, ¡vamos allá! - responde Sara, mientras se dirige a su coche andando hacia atrás.

- Fenomenal, nos vemos en el cruce para cortar a la nacional. - responde Luis.

Nos montamos en los coches y salimos directos hacia al desvío. Cachiro se quedó por allí para hablar de negocios suyos sobre Kadett, con la propia banda del modelo. Sara estaba encarando el desvío, esperándonos con el motor en marcha. Le damos un par de ráfagas para que empiece la acción, Sara sale picando rueda y, ¡empieza el show!

Sara tenía ventaja, había recorrido unos cuantos metros y ya estaba colocada en pista, exprimiendo su RS Turbo. Pablo (me referiré así a uno de los hermanos, el que corre) apagó las luces para ver si venía alguien por la nacional y al ver que no venía nadie, pilló el desvío sin frenar nada de nada y ayudándose del freno de mano trazó la curva del desvío perfectamente. Por mi parte, lo mismo pero sin apagar las luces. Ya en carretera nacional, exprimo tercera y cambio a cuarta, por momentos empiezo a sacarle distancia al Calibra de Pablo. Sara ya iba en el quinto coño, ¡J@$~#R! No había Dios que la pillase, ese RS Turbo iba bien armado. Pero, ¡bueno! Volvamos a mi posición, le estaba ganando distancia al Calibra, hasta tal punto que íbamos a la par y logro adelantarle. Comenzaba la lucha contra Sara y empecé a pasar las curvas de la nacional soltando gas, sin llegar a frenar. Durante un minuto, no logré ni verla delante mía, pero pasados un par de kilómetros, ya la tenía delante. A ritmos altos, lo que podía ofrecerme el dichoso grupo corto con todo el caballaje que tenía por nacional, llegué a alcanzarla y posicionarme detrás de ella. Pero, recta larga que pillábamos, distancia larga que me sacaba. Los cojones que llevaba debajo del capó acompañados del grupo corto que recortaba ventaja en carretera abierta, no podían hacer nada contra su Escort, era acojonante. Volví a intentar pasar fogueadísimo por las curvas y nada, no daba. El pique finalizó con la victoria de Sara, que se mofó muchísimo de mí al llegar a Lugo y los hermanos, llegarían a Lugo a los diez minutos.

#157 Sportmax

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Escrito 29 octubre 2010 - 15:38:18

jooooder con Sarita!!!! jajajajajaj

Fotos de Sara¡¡¡¡YA!!!!! jajajajaja

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Escrito 07 noviembre 2010 - 22:45:41

hEnorme historia, esto es como la....; ADICTIVO!!

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Escrito 13 noviembre 2010 - 11:03:56

Pues al parecer.... el autor del relato esta tardando en poner más capitulos dela historia por esta razón

C P del post de FC

¡Buenas! Siento tardar tanto en colgar capítulos, pero ando muy mal de tiempo. Solamente decir que ando preparando otra historia, como ya comenté anteriormente. Un chavalín se puso en contacto conmigo por MP y me contó el próximo relato que escribiré, historia real (con cierto toque GTA, que voy a combinar con Picando Biela, naturalmente, el enlace con Picando Biela es para darle más acción al relato y lógicamente, inventado) en la que estoy trabajando desde hace un mes. No voy a revelar nombres ni ostias, pero, ¡J@$~#R! Es 'oro puro' la p#%@ historia, con batallitas que han ocurrido en mi ciudad y, ¡cómo no! Estará basada desde los '90 hasta la mitad de la anterior década.


http://www.forocoche...1820640&page=46

...el tio se lo curra bastante...a ver lo que tiene entre manos pero segun dice es la reostiaa...

#160 arturo

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Escrito 15 noviembre 2010 - 21:36:10

no veas si engancha que ayer me lo lei del tiron y esta mañana en el curro con una cara de sueño...XD

mirare en el enlace de forocoches a ver si sigue la historieta!




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